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Ferran Cots

Fábulas

abril 9, 2020 by Ferran Cots

Los acontecimientos de las últimas semanas nos hacen reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. Estamos viendo como, aquellos que deberían ser más sabios y cautos, los científicos y médicos, no hacen más que dar mensajes contradictorios, que luego han de rectificar, y aún así siguen en la actitud soberbia de aquel que cree saberlo todo. Elaboran modelos matemáticos para hacer predicciones, que luego no se cumplen porque la vida es impredecible. El único que sabe qué va a suceder y cómo es, precisamente el creador de la vida, el mismo Dios.

Pero no solamente en el ámbito científico se emiten mensajes contradictorios, algunos hasta catastrofistas, que dan la impresión de que su objetivo es solamente que los que los emiten tengan una cierta notoriedad en medio de las circunstancias, lo cual sería lamentable. También en el terreno espiritual oímos y recibimos mensajes de todo tipo, la mayoría desde el ámbito cristiano, que manifiestan un desconocimiento de la revelación divina bastante preocupante.

Se nos habla que el fin del mundo está cerca, que estos son los últimos tiempos, sin pensar que los últimos tiempos ya se iniciaron desde la ascensión de Cristo al cielo y que acabarán cuando Él quiera.

Se olvida algo fundamental, que antes del final tendrá lugar la segunda venida de Cristo, con toda su gloria y poder, a recoger a su Iglesia y poner fin a la locura del pecado de una vez por todas. Y hemos de recordar que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, sin previo aviso, así que los agoreros que creen saber fechas y tiempos deberían leer más la Biblia que hacer caso a sus propios pensamientos o sentimientos.

No obstante no es nada extraño la cantidad de falsos profetas de todo tipo que se están manifestando a la luz de esta pandemia. En la Escritura se nos advierte seriamente sobre esos personajes que, creyéndose imbuidos de una revelación divina, lo único que hacen es decir falsedades, la mayoría de las veces para beneficio propio. En la segunda epístola a Timoteo, Pablo le avisaba “que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos… que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella…” (1 Timoteo 3:1-5). Estos personajes intentarán apartar al pueblo de Dios de la verdadera fe, utilizando cualquier pretexto. Lo lamentable es que algunos les escuchen con tanta atención y hagan suyo el mensaje que transmiten, en vez de acudir a la Palabra para analizar dicho mensaje.

En definitiva, debemos ser cautos y prudentes. Tenemos la posibilidad de contrastar en las Escrituras todo aquello que se nos dice, para no dejarnos engañar o asustar. No se trata de sentimientos solamente, si no de inteligencia espiritual, de acogernos a la sabiduría divina y no hacer caso de “… fábulas ni genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe…”, tal como Pablo exhorta a Timoteo (1 Timoteo 1:4). No seamos como aquellos de los que se dice: “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4).

Ferran Cots, abril 2020.

Publicado en: Reflexiones

Estado de miedo

marzo 14, 2020 by Ferran Cots

“Estudio la ecología del pensamiento. Y como se ha llegado a un Estado de miedo. Quiero ir a parar a la idea de control social… naturalmente sabemos que el control social se administra mejor mediante el miedo… El miedo impregna la sociedad en todos sus aspectos. Permanentemente” Profesor Norman Hoffman.

(Estado de miedo. Michael Crichton. Plaza y Janés 2005)

El miedo es definido como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. La sociedad siempre ha estado dominada por miedos y angustias, temores más o menos reales que casi siempre impiden reaccionar de forma razonable y lógica. El miedo paraliza de tal forma que altera nuestras decisiones. No hay nada peor que decidir algo influenciados por el miedo, cuando no somos capaces de razonar con serenidad. El resultado de esas decisiones suele ser catastrófico.

Cuando Moisés, por orden de Dios, envía doce espías a reconocer la tierra, poco se podía imaginar las consecuencias de aquella expedición. Reconocen que la tierra es buena, pero también descubren que si entraban en ella no se trataría de un paseo triunfal, sino que tendrían que luchar para conseguirla. El problema es que tuvieron miedo, y el miedo no les permitió razonar. Dios les había prometido aquella tierra, por lo tanto deberían haber creído en esa promesa, máxime después de haber visto tantos prodigios de la mano del Señor. Y aquel miedo se extendió entre el pueblo y, a pesar de que Josué y Caleb manifestaron su convencimiento que podrían conquistar la tierra, el pueblo se rebeló contra Dios y recibió su castigo, cuarenta años de vagar en el desierto, por su falta de confianza en el Señor, que los había sacado de Egipto. Israel se colocó bajo un Estado de miedo, actuó presionado por ese miedo, y las consecuencias fueron realmente nefastas.

Pero en las Escrituras hay muchos más ejemplos de situaciones en las que el pueblo, o personas en particular, se situaron bajo un Estado de miedo, que siempre acabó provocando situaciones desagradables y peligrosas, cuando no desembocaron claramente en la comisión de actos censurables, es decir, de pecado.

Cuando el rey David, en vez de cumplir con su obligación, e ir a la guerra con su ejército, se queda en su palacio, ve a Betsabé y comete adulterio con ella. Al ver que su pecado no iba a quedar en secreto, ya que Betsabé queda embarazada, prepara una serie de argucias para ocultar aquel acto, por miedo a que se supiera la verdad. Las decisiones de David, bajo aquel su particular Estado de miedo, le llevaron a preparar las cosas de forma que el resultado fuera la muerte de su fiel general Urías. En vez de cumplir su deber se queda ocioso, sucumbe a la tentación y, en vez de confesar el pecado y pedir el perdón de Dios, actúa por su cuenta y riesgo, y así le fue.

El problema de estar bajo un Estado de miedo es que no solo no tomamos decisiones correctas, sino que olvidamos lo que sabemos, que podría sernos de ayuda en los momentos de temor. Los discípulos del Señor, que habían convivido con Él durante tres largos años, fueron de estos que olvidaron lo que el mismo Jesús les había enseñado. Cuando fue arrestado y crucificado se desmoronaron, se sintieron perdidos y entraron en un angustioso Estado de miedo. Pedro negó al Señor y finalmente todos estaban reunidos en un lugar cerrado, por miedo a los judíos. Su entendimiento estaba oscurecido por el miedo. Para ellos ya no había esperanza ni futuro.

¿No nos sucede algo parecido a nosotros en más ocasiones de las que quisiéramos? Tenemos miedo del famoso coronavirus, de la crisis económica, de los robos, del terrorismo, de tantas y tantas cosas que olvidamos lo que sabemos, las promesas del Señor Dios Todopoderoso. Así que rebelémonos contra este Estado de miedo que nuestro enemigo el diablo quiere imponernos y entreguémonos por completo a otro estado, el Estado de la gracia divina. Es éste un estado liberador, que nos aclara el entendimiento, nos ilumina con la verdad, nos ayuda a tomar decisiones correctas y nos conduce a un fin extraordinario, no en balde somos ciudadanos del cielo, hijos del Dios Creador y Salvador.

Esta gracia ha sido derramada en nosotros a través de Jesús, nos justifica ante Dios por medio de la redención en Cristo, nos enriquece, es suficiente  y nos salva.

Si los judíos en vez de dejarse llevar por el miedo al oír a los espías, hubieran confiado en la gracia de Dios, probablemente se hubieran ahorrado el peregrinaje en el desierto. Si David se hubiera confiado antes a la gracia y misericordia divinas no habría llegado a donde llegó, a provocar la muerte de un fiel general. Fue necesario que un profeta de Dios le hiciera entender lo que había hecho, para que se liberara de aquel Estado de miedo y reconociera su pecado, se arrepintiera y pudiera ser restaurado. Fue el mismo Señor quien se apareció en medio de sus discípulos y les liberó de aquel miedo que les oprimía, diciéndoles “Paz a vosotros” y explicándoles lo que tanto tiempo hacía que ellos debían haber entendido.

El personaje creado por Crichton, el profesor Hoffman, decía: “imaginamos que vivimos en naciones distintas… de hecho habitamos el mismo estado, el Estado de miedo”.

Los cristianos, como hijos de Dios y ciudadanos del cielo, podemos vivir en un estado incomparablemente mejor. Podemos vivir bajo un Estado de gracia, de la gracia que el Señor ha derramado en nosotros por medio de la redención en Cristo Jesús. De nosotros depende vivir en uno u otro estado, no hay más opciones.

La pregunta es: ¿quieres vivir bajo el Estado de miedo o prefieres hacerlo en el Estado de gracia? Tú decides. Nadie puede hacerlo por ti.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús…” (Efesios 2:4-6).

Ferran Cots, marzo 2020.

Publicado en: Música

Carnaval

febrero 24, 2020 by Ferran Cots

Durante este mes de febrero se celebra el carnaval, un período festivo y lúdico con el que, como cristianos, no nos podemos identificar, debido a las múltiples connotaciones de índole amoral o incluso abiertamente inmoral que conlleva.

El origen del carnaval fue, probablemente, una fiesta pagana de la antigua Roma, que después se relacionó con la Cuaresma. El carnaval acaba el llamado Mardi Gras o martes de carnaval, siendo el día siguiente el miércoles de ceniza, en que empieza el período de 40 días que precede a la Pascua. En esas semanas era obligatorio un riguroso ayuno de carne y de relaciones sexuales.

Hoy el carnaval es esa fiesta alocada en la que uno puede ser, durante un corto periodo de tiempo, lo que quiera ser. Etimológicamente el término “carnaval” procede del italiano “carnevale”, que a su vez procede del latín “carnem levare”. Esta palabra se compone del término “carne” y el verbo “levare” (quitar) y podría significar algo así como “quitar la carne”, aunque sería más correcto decir “despedirse de la carne”, por cuanto en el período de Cuaresma que seguía a esta fiesta estaba prohibido comer carne. Curiosamente esta celebración se inició en países de tradición cristiana, precisamente a causa de la Cuaresma, pero hoy en día se ha extendido por todo el mundo, perdiendo totalmente el significado original.

Durante la Edad Media el control y la influencia de la iglesia Católica en la vida privada de las personas era muy grande. Durante la Cuaresma la población debía guardar un estricto ayuno, no solo de comer carne, sino también de relaciones sexuales. Es entonces cuando surge el carnaval, un período (generalmente de tres días) creado como una forma de coger fuerzas ante el período de ayuno y abstinencia que se acercaba. Su celebración popular se centraba en la celebración de grandes banquetes con un consumo de carne exagerado, además de dejarse llevar por cualquier otro tipo de excesos, con el fin de agotar las ansias y permitir resistir durante la Cuaresma. El significado “despedida de la carne” hacía referencia no solo al alimento, sino también a las pasiones del cuerpo.

De vez en cuando surgen extrañas teorías sobre el origen del carnaval, asociándolo a ídolos como Baal, lo cual es totalmente improbable, ya que el culto a Baal ya estaba totalmente extinguido en la época de Roma, por lo que difícilmente se podría asociar a este dios.

Sin embargo una cosa está clara, el carnaval fue en su origen un período de desenfreno y libertinaje, ante la obligación impuesta por la iglesia Católica de unas semanas de ayuno y abstinencia, y con el consentimiento de la misma.

¿Acaso en la Biblia hay alguna mención a la Cuaresma, que valide esta celebración religiosa impuesta? Realmente no. En ningún momento encontramos en la Palabra de Dios nada que nos muestre la necesidad de tal celebración. Cuando en la Biblia se habla de ayuno no tiene nada que ver con la imposición del catolicismo romano, se trata de una decisión personal, por algún motivo determinado, que se afronta con entera convicción por parte del o los que ayunan. Nunca es una penitencia impuesta por motivos religiosos.

Carnaval es una fiesta en la que se ha cambiado totalmente el significado, y no precisamente para mejorarla, si no que se ha convertido en una forma de libertinaje e inmoralidad más que evidente.

Como cristianos nos hemos de aplicar la frase de Pablo a los gálatas: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13). O como Pedro escribía en su primera epístola: “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16).

Ferran Cots, febrero 2020.

Publicado en: Reflexiones

Salmo 60. Mictam de David

febrero 21, 2020 by Ferran Cots

Este salmo se sitúa en el contexto del primer libro de Samuel 8:1-8 y 10:1-9 y del primer libro de Crónicas 18:11-13 cuando el rey David estaba en guerra contra Aram-Naharaim y contra Aram de Soba.

Las batallas descritas en estos textos no hacen ninguna referencia a las derrotas citadas en este salmo. Esto nos recuerda que el registro histórico a menudo condensa los hechos, y que aunque los sucesos fueron reales, no siempre fueron inmediatos en el tiempo.

A. Un ruego por misericordia de parte de Dios vv. 1-3

Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste; te has airado; ¡vuélvete a nosotros! Hiciste temblar la tierra, la has hendido; sana sus roturas, porque titubea. Has hecho ver a tu pueblo cosas duras; nos hiciste beber vino de aturdimiento.

Los ejércitos de Israel lucharon contra ejércitos extranjeros y experimentaron una amarga derrota. David sabía que cuando el Señor peleaba por y con Israel la victoria estaba asegurada; si había derrota, era probablemente debida al desagrado de Dios. Si de alguna manera Dios había causado la derrota de Israel esto no desanimó a David para pedirle que su favor fuera restaurado. Este clamor, ¡vuélvete a nosotros!, trae esperanza en medio de la derrota.

El salmista sintió como si toda la tierra hubiera temblado con la derrota de Israel, pero ese mismo Dios que podía hacer temblar la tierra, también podía sanar sus roturas.

Finaliza esta sección reconociendo que la derrota fue dura de entender y hubieron muchos otros aspectos de la situación que causaron el aturdimiento, no solo a David, si no a todo el pueblo. No obstante, había consuelo en entender que Dios era el autor de todo ello, ya que lo que Él hace en juicio o disciplina, puede restaurarlo en amor y misericordia.

B. Esperanza en la liberación vv. 4-5

Has dado a los que te temen bandera que alcen por causa de la verdad. Para que se libren tus amados, salva con tu diestra, y óyeme.

Dios había desechado y quebrantado a Israel, pero esto no detendría al rey David en hacer ondear la bandera de la alianza y confianza en Dios (lo que Él es y lo que Él ha hecho) y por eso dice que dicha bandera debía ser alzada. Clamando al Señor, como amado suyo, a pesar de la derrota, David entendió que su rescate, su salvación, llegaría en una mayor alianza con Dios, y no menos.

C. El triunfo de Dios sobre las naciones vv. 6-8

Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré; repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot. Mío es Galaad, y mío es Manasés; y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá es mi legislador. Moab, vasija para lavarme; sobre Edom echaré mi calzado; me regocijaré sobre Filistea.

Hablando como un profeta inspirado, David entendió las palabras que Dios mismo dijo: que se alegraría en su señorío sobre Israel y en su victoria sobre las naciones.

Dios proclamó cómo la tierra de Israel era su posesión especial. La mención específica de Siquem, el valle de Sucot, de Galaad, de Manasés, de Efraín, y de Judá muestran que Dios no habló de manera simbólica, sino real, en términos geográficos. Aunque Él es Señor sobre toda la tierra, tiene un especial cuidado y consideración por la tierra de Israel.

Pero también dijo que se exaltaría a sí mismo sobre las naciones circundantes. Tanto Moab como Edom eran notables por su orgullo (Isaías 16:6, Abdías 3). Aquí Dios les relega a una posición de humilde servicio, derrotando su orgullo y soberbia.

D. Una confianza renovada en Dios vv. 9-12

¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará hasta Edom? ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado, y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos? Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres. En Dios haremos proezas, y Él hollará a nuestros enemigos.

David sabía que la derrota fue debida a que Dios no peleó por ellos,(y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos). Confiaba en que Dios volvería a llevar a Israel a la victoria.

David había visto a muchos valientes llevar a cabo grandes hazañas en el campo de batalla. Pero para él e Israel, la ayuda del hombre no era suficiente; en verdad que era vana. Solamente la ayuda de Dios les conduciría la victoria. Entendió que Israel debía ir a la batalla y confiar en lo que Dios haría. Pelearían, sí, pero pelearían por medio de Dios. Su lucha con la ayuda de Dios sería valiente y esforzada, y así verían como el Señor pisoteaba a sus enemigos.

Este salmo que comenzó con una derrota termina con una victoria, no debida al esfuerzo del ejército de Israel, sino debida a la ayuda divina.

En este salmo podemos encontrar un paralelismo con nuestras vidas. Las derrotas sufridas en nuestro caminar diario no son más que la indicación de que estamos peleando la batalla con nuestras propias fuerzas, que Dios no es el que va delante de nosotros, para llevarnos a la victoria. No obstante la misericordia divina es tan grande que, aún en medio de estas derrotas, su amor y su gracia son manifiestas.

Muchas veces nos sentimos atemorizados por los enemigos que nos rodean (ya sean materiales o espirituales) sin pensar que su final será similar al que David menciona en este salmo: serán derrotados por Dios mismo.

¿Cómo debemos encarar las situaciones comprometidas? Todos lo sabemos, aunque se nos hace difícil llevarlo a la práctica: hemos de ejercitar nuestra confianza en Dios, ya que solo en Él podemos obtener la victoria (en Dios haremos proezas). ¿Por nuestras fuerzas y méritos? En absoluto. El poder y los méritos son solo de aquél que dio su vida por nosotros, en el que tenemos salvación y una esperanza real de futuro. Cristo es el que obtuvo la victoria; así que nuestras derrotas serán en el fondo derrotas parciales, porque la guerra contra el mal y el pecado ya fue ganada en la cruz del Calvario. Como dice la Palabra: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 15:57). A nosotros nos toca seguir a Cristo en nuestras vidas y darle a Él toda la gloria.

Ferran Cots, febrero 2020.

Publicado en: Reflexiones

Salmo 59. Mictam de David

enero 21, 2020 by Ferran Cots

Este salmo hace referencia al incidente narrado en 1 Samuel 19:11-12, con el intento de asesinato de parte del rey Saúl contra David.

A. Oración pidiendo liberación y defensa vv. 1-2

Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío; ponme a salvo de los que se levantan contra mí. Líbrame de los que cometen iniquidad, y sálvame de hombres sanguinarios.

Muchos fueron los peligros que atravesó David y muchos sus enemigos. Nos sentimos perplejos al pensar que aquel hombre que tenía un corazón conforme al corazón de Dios tuviera tantos enemigos. David clama, oh Dios mío, manifestando así que para él solo había un único y verdadero Dios y, por medio de este salmo, David declara su íntima y personal comunión con ese Dios refiriéndose a Él de diferentes maneras: Dios mío (v. 1), mi defensa (v. 9), Dios de misericordia (vv. 10 y 17), mi fortaleza (v. 17).

David pedía ser librado de aquellos que deseaban su destrucción. Sabía que Dios podía hacerlo porque era su defensa (v.9) y su amparo (v. 16). El salmista era el blanco de un plan destinado a asesinarle. Dicho plan había sido dictado desde el nivel más alto del gobierno en Israel. Al conocer David dicha conspiración lo que hizo fue buscar su defensa y rescate en Dios mismo.

B. Describiendo la necesidad vv. 3-5

Porque he aquí están acechando mi vida; se han juntado contra mí poderosos. No por falta mía, ni pecado mío, oh Jehová; sin delito mío corren y se aperciben. Despierta para venir a mi encuentro, y mira. Y tú, Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel, despierta para castigar a todas las naciones; no tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad.

Las circunstancias que leemos en el primer libro de Samuel cap. 19:11-12 debieron coger por sorpresa a David. David vio que los poderosos se habían confabulado contra él y por eso buscó la ayuda de Dios.

Entendió y, así lo expresa, que no había razón justificada para que Saúl enviara a unos asesinos en su contra. Por eso pide a Dios su ayuda urgente, que actúe en su favor y vele por él en aquella crisis. La esperanza de que Dios pondría las cosas en su lugar, en la situación que atravesaba, hizo al salmista pensar en Dios solucionando las cosas a escala universal. David miró hacia el Dios de los ejércitos celestiales (Jehová Dios de los ejércitos) quien juzgará a las naciones y a los que se rebelan con maldad.

C. La orgullosa arrogancia de los enemigos de David vv.6-7

Volverán a la tarde, ladrarán como perros, y rodearán la ciudad. He aquí proferirán con su boca; espadas hay en sus labios, porque dicen: ¿Quién oye?

Los hombres enviados a matar a David estaban decididos a hacerlo. No se rendirían con facilidad; ladraban como perros peligrosos, proferían amenazas, yendo por todas partes buscándolo para asesinarlo. Quizá dichas amenazas llegaron a oídos de David. Quizá escuchó sus palabras insensatas e hirientes en contra de él, y su poco cuidado por Dios o cualquier autoridad (De ahí la expresión ¿Quién oye?).

D. La confianza de David en Dios vv. 8-10

Mas tú, Jehová, te reirás de ellos; te burlarás de todas las naciones. A causa del poder del enemigo esperaré en ti, porque Dios es mi defensa. El Dios de mi misericordia irá delante de mí; Dios hará que vea en mis enemigos mi deseo.

El peligro que corría David era grande. Pero entendió que los que querían su mal no eran nada comparados con Dios. Él podía simplemente reírse de ellos y de su arrogante clamor; no les escucharía ni les tendría en cuenta. Y es en esa risa de Dios en contra de los que esperaban para matarle que David establece una conexión con el triunfo de Dios sobre las naciones. La conspiración era poderosa, sí, pero Dios era su defensa, así que estaba a salvo de aquel peligro. Por eso David puede decir con plena convicción que el Señor era el Dios de su misericordia, y que iría delante de él para dirigirlo en los momentos de necesidad.

E. David pide que sus enemigos sean derrotados para llevar gloria a Dios vv. 11-13

No los mates, para que mi pueblo no olvide; dispérsalos con tu poder, y abátelos, oh Jehová, escudo nuestro. Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios, sean ellos presos en su soberbia, y por la maldición y mentira que profieren. Acábalos con furor, acábalos, para que no sean; y sépase que Dios gobierna en Jacob hasta los fines de la tierra.

David quería la derrota de sus enemigos. Pero quería que dicha derrota fuera de forma que resultara mejor para el pueblo de Dios. Si esos enemigos debían permanecer con vida, pero dispersos, la lección permanecería durante más tiempo. David parecía especialmente ofendido por las orgullosas palabras que alcanzó a escuchar de parte de los hombres que esperaban emboscados para matarle. Con maldición y mentiras se jactaban. Justo algunas líneas antes oró a Dios para que no los matara; ahora repite la palabra acábalos dos veces, para enfatizar esta idea. No hay contradicción; simplemente expresaba el deseo que Jehová los sacara de en medio, de la forma que Él creyera conveniente. Lo que sí importaba a David era el honor y la gloria de Dios. Tanto es así que oró para que la manera en que Dios eliminara a estos asesinos sedientos de sangre fuera conocida en todas partes.

F. El peligro que permanece vv. 14-15

Vuelvan, pues, a la tarde, y ladren como perros, y rodeen la ciudad. Anden ellos errantes para hallar qué comer; y si no se sacian, pasen la noche quejándose.

La línea del salmo 59:6 se repite para enfatizar, aunque cambia el tiempo verbal. Imaginamos a David espiando a través de la ventana cuando los asesinos rodeaban su casa, viéndoles como si fueran una manada de perros peligrosos. Mientras les observa se da cuenta de que andan errantes en las calles alrededor de su casa, a la manera en que los perros buscan comida. Ya no los considera un peligro y se refiere a ellos de una forma un tanto despectiva.

G. Alabando a Dios a pesar del peligro vv. 16-17

Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia. Fortaleza mía, a ti cantaré; porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia.

Los asesinos siguen ahí, pero David canta del poder y la misericordia de Dios. Le esperan para acabar con él, pero estaba confiado en que sobreviviría al peligro, porque Dios era su amparo y refugio

Aunque la conspiración para matarle aun estaba vigente, el corazón de David estaba lleno de cánticos de alabanza en vez de tenebrosos temores. Comenzó el salmo pidiendo a Dios su defensa (v. 1); al final del mismo está confiado en que Dios es su refugio y que podía alabarle por ello.

Ante las circunstancias adversas no debemos intentar tomarnos la justicia por nuestra propia mano. Corremos el riesgo de hacer algo indebido o, simplemente, empeorar la situación. Tal vez nunca, Dios lo quiera, nos encontremos en una situación tan terrible, pero aun en medio de los problemas diarios, grandes o pequeños, nuestra actitud debería ser como la de David. Al final quien juzgará y hará justicia será Dios mismo; Dios que es nuestro amparo y fortaleza también.

Ferran Cots, enero 2020.

Publicado en: Reflexiones

Salmo 58. Mictam de David.

diciembre 9, 2019 by Ferran Cots

Este es el cuarto Mictam que encontramos en el libro de los Salmos. Como los anteriores (números 56 y 57) fue compuesto por David en momentos de dificultad y persecución, cuando era un fugitivo acosado por sus enemigos.

A. Clamor contra los gobernantes inicuos, vv. 1-2

Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres? Antes en el corazón maquináis iniquidades; hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.

David clama en este salmo contra aquellos que siendo gobernantes o jueces no actuaban con justicia. Tal vez eran personas que se habían puesto de parte de Saúl e intentaban acabar con David mediante decisiones o juicios injustos, considerándole un traidor, merecedor tal vez de una sentencia de muerte.

Así que después de cuestionar la justicia de estos personajes, David examina sus intenciones así como su forma de actuar y llega a la conclusión que su única intención era maquinar maldades y permitir que la violencia se extendiera por la tierra.

B. Una descripción de los gobernantes injustos y malvados, vv. 3-5

Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron. Veneno tienen como veneno de serpiente; son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el encantador sea.

El diagnóstico sobre los jueces era claro. Eran impíos desde su origen, en su naturaleza, desde su nacimiento. Pero David también entendió esto de toda la humanidad, incluido él mismo (He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmo 51:5)

La naturaleza de estos jueces era corrupta desde su nacimiento, especialmente en sus palabras. No decían nada cierto, todo su discurso era mentira. Esa mentira no pasa sin hacer daño, es como veneno. La situación de jueces y gobernantes les da un poder especial para oprimir a otros. Sus mentiras y actos de injusticia son más letales que el simple veneno de serpiente, sus palabras eran tan peligrosas como mortales.

C. David clama a Dios para que provoque la ruina de los impíos, vv. 6-8

Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos. Sean disipados como aguas que corren; cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos. Pasen ellos como el caracol que se deslíe; como el que nace muerto, no vean el sol.

David ora a Dios para que sea Él el que se vengue de estos jueces tan peligrosos como letales. Estos actuaban con soberbia, destruían a los demás con sus injusticias, tal como los leones trituran su presa con sus muelas. Por eso David pide a Dios que les quite ese poder corrupto que ejercían. Y no solo eso sino que también pide que sean dispersados, que desparecieran ellos y su poder. Y añade, de forma sorprendente y dura, que ojalá jamás hubieran nacido. De esta forma es seguro que nunca hubieran podido ejercer ningún poder maldito.

D. La confianza en el juicio de Dios vv. 9-11

Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos, así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad. Se alegrará el justo cuando viere la venganza; sus pies lavará en la sangre del impío. Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo; ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.

La idea que David quiere dar parece ser que tiene que ver con la velocidad que arden los espinos. El salmista pide a Dios que envíe su juicio sobre ellos como fuego violento y rápido.

Consecuencia de este juicio de Dios es que el justo se alegraría viendo como el juicio divino caía sobre aquellos gobernantes injustos y opresores, sería como si caminase en el campo de batalla de Dios una vez obtenida la victoria.

Y, como no, David desea que haya un orden moral bajo la mano de Dios, en el que la justicia se vea recompensada y la iniquidad juzgada con dureza. Su deseo era la justicia que esos gobernantes inicuos negaban e impedían.

Hoy día vemos que gobernantes y jueces no están actuando con justicia. En todos los niveles se miente con tal de obtener poder, ya sea para enriquecerse o para ejercer ese poder sobre los gobernados, sin que haya una acción de gobierno justa y equitativa.

Y que decir de la justicia. Juicios injustos, sentencias sin sentido, dependiendo de la interpretación y voluntad de algunos jueces. Leyes injustas que solo hacen más difícil la vida de los ciudadanos.

¿Cómo debemos encarar esta situación? Debemos aprender de David que siempre pone en manos de Dios el castigo, la venganza y la justicia contra todo tipo de corrupción.

Pero hemos de recordar siempre que este estado de cosas no durará permanentemente. Llegará el día en que Cristo volverá a la tierra a poner orden y justicia, y nosotros estaremos con Él tal como nos ha prometido. No olvidemos que su promesa de un próximo retorno es fiel y verdadera y debemos estar atentos.

¡Cristo viene!

Ferran Cots, diciembre 2019.

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