Poca gente ha dejado en el mundo la huella que C.S. Lewis dejó. Publicó más de 50 libros, entre ellos: Mero Cristianismo, El problema del dolor, El gran divorcio, Mientras no tengamos rostro, Cartas del diablo a su sobrino y Cautivado por la alegría, en el que narra su conversión al cristianismo. También escribió libros de literatura fantástica, Las Crónicas de Narnia, y de ciencia ficción, la Trilogía cósmica, llamada también Trilogía de Ramson.
Clive Staples Lewis nació el 29 de noviembre de 1898 en Belfast, Irlanda del Norte. Su padre, era abogado en los tribunales de policía de esa ciudad, y su madre era hija de un destacado
pastor de la iglesia de Irlanda. Los primeros años del joven Lewis transcurrieron en un hogar feliz y seguro. Su único hermano, Warren, era tres años mayor que él. Los dos fueron buenos amigos desde temprana edad, y siguieron siéndolo toda su vida. Compartían una gran variedad de intereses y pasaron muchas horas felices juntos dibujando y escribiendo relatos.
De pequeño, Clive se rebautizó con el apodo de Jacksie (más tarde abreviado a Jack), y a partir de ese momento así es como lo llamaron sus familiares y amigos más íntimos. Cuando tenía solo nueve años, su madre enfermó y murió de cáncer. Éste fue uno de los acontecimientos más dolorosos de su vida.
Poco después fue enviado a un internado en Inglaterra con su hermano Warren. Esta separación del hogar en un momento tan difícil contribuyó a ensanchar el abismo que, poco a poco, se iba abriendo entre los dos hermanos y su padre. Lamentablemente, esta separación se unió al hecho de que el internado en cuestión era bastante lamentable, y estaba dirigido por un jefe de estudios mentalmente inestable. Lewis y su hermano lo pasaron mal durante los años que estudiaron en aquel centro. Al final, después de pasar por diversas escuelas, Lewis acabó estudiando con un tutor privado, W.T. Kirkpatrick. Sus años junto a él fueron académicamente provechosos, dado que Lewis, ya adolescente, se benefició de los rigurosos métodos educativos de su brillante profesor.
Como resultado de la excelente enseñanza de Kirkpatrick, Lewis obtuvo en 1916 una beca para estudiar en Oxford. Sin embargo, poco tiempo después de ingresar en la universidad, sus estudios se vieron interrumpidos cuando lo llamaron a filas, para combatir en las trincheras de Francia durante la primera guerra mundial.
Tras resultar herido en la batalla de Arras en 1918, lo licenciaron del ejército por baja médica. Regresó a Oxford, donde fue un estudiante magnífico, recibiendo tres First Class (la máxima puntuación académica). En 1924 fue elegido como miembro de la junta de gobierno del Magdalen Collage de Oxford, donde permaneció durante casi treinta años. En 1954, hacia el final de su carrera docente, aceptó ser profesor en el Magdalen Collage de Cambridge.
La carrera académica de Lewis fue distinguida, y dio origen a la publicación de numerosos textos académicos, incluyendo La alegoría del amor (1936), Un prefacio a «El paraíso perdido» (1942), La literatura inglesa en el siglo XVI, excluyendo el drama (1954) y Crítica literaria: un experimento (1961).
Aunque se crió en un hogar cristiano, Lewis se había vuelto ateo durante su periodo escolar en Inglaterra. La historia completa de su regreso a la fe cristiana, como converso adulto se describe en su autobiografía, Cautivado por la alegría (1955). En su relato describe sus experiencias mediante el concepto de alegría, término con el que definía sus sentimientos periódicos de anhelo incontrolable. Llegó a darse cuenta de que esas experiencias de anhelo insatisfecho eran, en realidad, invitaciones divinas que apuntaban a una realidad trascendente más allá de nuestro mundo material. Además, sus encuentros con obras de autores como George MacDonald y G. K. Chesterton, y sus debates con amigos cristianos tales como J. R. R. Tolkien, le ayudaron a superar las barreras intelectuales y emocionales hacia el cristianismo, recuperando su fe en 1931.
Tras su conversión se propuso emplear sus dones como escritor para transmitir su fe. Estas publicaciones siguen contándose entre sus obras más conocidas e influyentes. Lo cierto es que su singular capacidad para usar el lenguaje imaginativo para definir y clarificar las verdades teológicas, unida a su evitación voluntaria de cuestiones sectarias y su tremenda capacidad de elaborar argumentos racionales, le permitieron ser una voz poderosa a favor de las realidades centrales de la fe cristiana. El más conocido de sus volúmenes apologéticos es Mero Cristianismo. Entre sus obras de ficción, sus siete Crónicas de Narnia son clásicos en el campo de la literatura infantil y demuestran la capacidad distintiva de la fantasía para encarnar verdades espirituales.
No es casualidad que Lewis creara esta historias. Sus íntimas convicciones, su fe en Cristo, explican que el ropaje de esos relatos fantásticos sea perfectamente compatible con la fe en el Jesús de la Biblia. Lewis añadía que la ficción tiene un enorme poder liberador, y esto es porque la búsqueda del hombre por encontrar un mundo mejor y por darle al universo y a la vida un sentido, encuentra a través de esos ropajes, una manera muy eficaz de hacerse comprensible. Por medio de su prosa religiosa y su ficción, Lewis no sólo habla convincentemente a los incrédulos, sino que también fomentó la fe de sus hermanos cristianos.
Soltero durante mucho tiempo, Lewis se casó ya de edad avanzada con una escritora norteamericana, Joy Davidman, una unión que le proporcionó una gran felicidad. Tristemente, su vida matrimonial fue muy breve, dado que Joy murió de cáncer después de tan sólo tres años de convivencia. Lewis quedó muy afectado por esta pérdida, y sólo sobrevivió a su esposa unos pocos años; falleció el 22 de noviembre de 1963. Varias décadas después de su muerte, C. S. Lewis sigue siendo uno de los escritores más leídos de nuestro tiempo.
Aunque un gran desconocido para el público en general en España, aquellos que han podido leer algunas de sus obras, ya sea apologética o de ficción, no pueden ignorar que su fe en Cristo está latente en todas sus páginas. Para él no había otro camino que la salvación a través de la obra de Cristo, y dedicó su vida a proclamarlo a través de sus libros y conferencias públicas. Durante mucho tiempo vivió apartado de Dios pero más tarde dijo:”El hombre cayó por querer ser como Dios y hacer su camino sin Él, sin embargo no podemos vivir sin Dios pues Dios es el combustible que mueve nuestras vidas”.
Busca a Dios y lo encontrarás o, mejor dicho, el vendrá a ti para darte salvación y vida eterna, paz en medio de las dificultades.
Ferran Cots, marzo 2023.