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Reflexiones

C.S. Lewis: el autor de Las Crónicas de Narnia

marzo 12, 2023 by Ferran Cots

Poca gente ha dejado en el mundo la huella que C.S. Lewis dejó. Publicó más de 50 libros, entre ellos: Mero Cristianismo, El problema del dolor, El gran divorcio, Mientras no tengamos rostro, Cartas del diablo a su sobrino y Cautivado por la alegría, en el que narra su conversión al cristianismo. También escribió libros de literatura fantástica, Las Crónicas de Narnia, y de ciencia ficción, la Trilogía cósmica, llamada también Trilogía de Ramson.

Clive Staples Lewis nació el 29 de noviembre de 1898 en Belfast, Irlanda del Norte. Su padre, era abogado en los tribunales de policía de esa ciudad, y su madre era hija de un destacado

pastor de la iglesia de Irlanda. Los primeros años del joven Lewis transcurrieron en un hogar feliz y seguro. Su único hermano, Warren, era tres años mayor que él. Los dos fueron buenos amigos desde temprana edad, y siguieron siéndolo toda su vida. Compartían una gran variedad de intereses y pasaron muchas horas felices juntos dibujando y escribiendo relatos.

De pequeño, Clive se rebautizó con el apodo de Jacksie (más tarde abreviado a Jack), y a partir de ese momento así es como lo llamaron sus familiares y amigos más íntimos. Cuando tenía solo nueve años, su madre enfermó y murió de cáncer. Éste fue uno de los acontecimientos más dolorosos de su vida.

Poco después fue enviado a un internado en Inglaterra con su hermano Warren. Esta separación del hogar en un momento tan difícil contribuyó a ensanchar el abismo que, poco a poco, se iba abriendo entre los dos hermanos y su padre. Lamentablemente, esta separación se unió al hecho de que el internado en cuestión era bastante lamentable, y estaba dirigido por un jefe de estudios mentalmente inestable. Lewis y su hermano lo pasaron mal durante los años que estudiaron en aquel centro. Al final, después de pasar por diversas escuelas, Lewis acabó estudiando con un tutor privado, W.T. Kirkpatrick. Sus años junto a él fueron académicamente provechosos, dado que Lewis, ya adolescente, se benefició de los rigurosos métodos educativos de su brillante profesor.

Como resultado de la excelente enseñanza de Kirkpatrick, Lewis obtuvo en 1916 una beca para estudiar en Oxford. Sin embargo, poco tiempo después de ingresar en la universidad, sus estudios se vieron interrumpidos cuando lo llamaron a filas, para combatir en las trincheras de Francia durante la primera guerra mundial.

Tras resultar herido en la batalla de Arras en 1918, lo licenciaron del ejército por baja médica. Regresó a Oxford, donde fue un estudiante magnífico, recibiendo tres First Class (la máxima puntuación académica). En 1924 fue elegido como miembro de la junta de gobierno del Magdalen Collage de Oxford, donde permaneció durante casi treinta años. En 1954, hacia el final de su carrera docente, aceptó ser profesor en el Magdalen Collage de Cambridge.

La carrera académica de Lewis fue distinguida, y dio origen a la publicación de numerosos textos académicos, incluyendo La alegoría del amor (1936), Un prefacio a «El paraíso perdido» (1942), La literatura inglesa en el siglo XVI, excluyendo el drama (1954) y Crítica literaria: un experimento (1961).

Aunque se crió en un hogar cristiano, Lewis se había vuelto ateo durante su periodo escolar en Inglaterra. La historia completa de su regreso a la fe cristiana, como converso adulto se describe en su autobiografía, Cautivado por la alegría (1955). En su relato describe sus experiencias mediante el concepto de alegría, término con el que definía sus sentimientos periódicos de anhelo incontrolable. Llegó a darse cuenta de que esas experiencias de anhelo insatisfecho eran, en realidad, invitaciones divinas que apuntaban a una realidad trascendente más allá de nuestro mundo material. Además, sus encuentros con obras de autores como George MacDonald y G. K. Chesterton, y sus debates con amigos cristianos tales como J. R. R. Tolkien, le ayudaron a superar las barreras intelectuales y emocionales hacia el cristianismo, recuperando su fe en 1931.

Tras su conversión se propuso emplear sus dones como escritor para transmitir su fe. Estas publicaciones siguen contándose entre sus obras más conocidas e influyentes. Lo cierto es que su singular capacidad para usar el lenguaje imaginativo para definir y clarificar las verdades teológicas, unida a su evitación voluntaria de cuestiones sectarias y su tremenda capacidad de elaborar argumentos racionales, le permitieron ser una voz poderosa a favor de las realidades centrales de la fe cristiana. El más conocido de sus volúmenes apologéticos es Mero Cristianismo. Entre sus obras de ficción, sus siete Crónicas de Narnia son clásicos en el campo de la literatura infantil y demuestran la capacidad distintiva de la fantasía para encarnar verdades espirituales.

No es casualidad que Lewis creara esta historias. Sus íntimas convicciones, su fe en Cristo, explican que el ropaje de esos relatos fantásticos sea perfectamente compatible con la fe en el Jesús de la Biblia. Lewis añadía que la ficción tiene un enorme poder liberador, y esto es porque la búsqueda del hombre por encontrar un mundo mejor y por darle al universo y a la vida un sentido, encuentra a través de esos ropajes, una manera muy eficaz de hacerse comprensible. Por medio de su prosa religiosa y su ficción, Lewis no sólo habla convincentemente a los incrédulos, sino que también fomentó la fe de sus hermanos cristianos.

Soltero durante mucho tiempo, Lewis se casó ya de edad avanzada con una escritora norteamericana, Joy Davidman, una unión que le proporcionó una gran felicidad. Tristemente, su vida matrimonial fue muy breve, dado que Joy murió de cáncer después de tan sólo tres años de convivencia. Lewis quedó muy afectado por esta pérdida, y sólo sobrevivió a su esposa unos pocos años; falleció el 22 de noviembre de 1963. Varias décadas después de su muerte, C. S. Lewis sigue siendo uno de los escritores más leídos de nuestro tiempo.

Aunque un gran desconocido para el público en general en España, aquellos que han podido leer algunas de sus obras, ya sea apologética o de ficción, no pueden ignorar que su fe en Cristo está latente en todas sus páginas. Para él no había otro camino que la salvación a través de la obra de Cristo, y dedicó su vida a proclamarlo a través de sus libros y conferencias públicas. Durante mucho tiempo vivió apartado de Dios pero más tarde dijo:”El hombre cayó por querer ser como Dios y hacer su camino sin Él, sin embargo no podemos vivir sin Dios pues Dios es el combustible que mueve nuestras vidas”.

Busca a Dios y lo encontrarás o, mejor dicho, el vendrá a ti para darte salvación y vida eterna, paz en medio de las dificultades.

Ferran Cots, marzo 2023.

Publicado en: Reflexiones

Sorprendente gracia divina

marzo 12, 2023 by Ferran Cots

 Uno de los rasgos comunes en las salutaciones y despedidas de las cartas de Pablo es la mención de la gracia. En prácticamente todas ellas se menciona la gracia de Dios o la gracia del Señor Jesucristo.

¿Es importante la gracia? Pablo así lo entendía, puesto que en sus epístolas la mencionaba en la introducción y en la despedida de forma asidua. Tenía muy claro que había sido rescatado por medio de la gracia divina. También se cita repetidamente en otros libros de la Biblia; solamente en el Nuevo Testamento aparece mencionada más de 130 veces.

Pero, ¿qué es la gracia? La gracia es un don o favor que se hace sin merecimiento particular; es una concesión gratuita, es decir sin que nosotros tengamos que dar nada a cambio para obtenerla.

Veamos algunos ejemplos (hay muchos más):

• La gracia es un don (regalo) de Dios: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no procede de vosotros, sino que es don de Dios” (Efesios 2:8).

• María halló gracia a los ojos de Dios, y ello le sirvió para ser la madre de Jesús, quien iba a traer la gracia salvadora al mundo: “—María, no tengas miedo, porque Dios te ha concedido su gracia” (Lucas 1:30).

• La gracia de Dios Padre estaba sobre Jesús en su niñez: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él” (Lucas 2:40). 

• El Señor Jesús fue el vehículo para que la gracia de Dios viniera al mundo: “… la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17b).

• La gracia benefactora de Dios estaba sobre sus discípulos: “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y gracia abundante se derramaba sobre todos ellos” (Hechos 4:33), “Esteban, lleno de gracia y poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo” (Hechos 6:8). 

• Actuaba sobre las personas cuando oían la predicación del evangelio: “Cuando Bernabé llegó [a Antioquía] y vio el resultado de la gracia de Dios, se llenó de alegría y animaba a todos a permanecer fieles al Señor, con todo el fervor de su corazón” (Hechos 11:23). 

• La gracia es la que salva tanto a judíos como a gentiles: “Lo que creemos es que, por la gracia del Señor Jesús seremos salvos lo mismo que ellos” (Hechos 15:11, Concilio de Jerusalén). 

• Es la base del evangelio: “… no considero mi vida de mucho valor, con tal de que pueda terminar con gozo mi carrera y el ministerio que el Señor Jesús me encomendó, de hablar del evangelio y de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).

• La gracia es la que justifica mediante la redención en Cristo Jesús: “Pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24), “… para que, justificados por su gracia, tengamos la esperanza de ser herederos de la vida eterna” (Tito 3:7).

• Por fe se tiene entrada a la gracia divina: “… los herederos lo son por la fe, para que sea por gracia…” (Romanos 4:16); “Por él [Jesucristo] también tenemos entrada por la 2 fe a esta gracia en la cual estamos firmes…” (Romanos 5:2).

• La gracia es la que nos hace trabajar para el Señor: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano, pues he trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo” (1 Corintios 15:10).

• No debe ser recibida en vano: “Por eso, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos a que no recibáis la gracia de Dios en vano” (2 Corintios 6:1).

• La gracia de nuestro Señor Jesucristo enriquece: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre aunque era rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos” (2 Corintios 8:9).

• La gracia de Dios es suficiente: “Pero él [el Señor] me ha dicho: «Te basta mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad»” (2 Corintios 12:9).

• Es la que justifica y salva: “… aun cuando estábamos nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo —es por gracia que sois salvos—… Porque por gracia sois salvos…” (Efesios 2:5 y 8).

• La gracia no puede ser nunca un pretexto para vivir desordenadamente y en pecado: “Entonces, ¿qué diremos? ¿Seguiremos pecando para que la gracia crezca?” (Romanos 6:1).

Hay muchas más menciones y rasgos característicos de la gracia de Dios, pero esta gracia divina se manifestó de forma definitiva en la persona de Cristo. El Hijo eterno de Dios no dudó en venir a este mundo para traernos esa gracia justificadora, a través de su sacrificio en la cruz. Lo único que debemos hacer es aceptarla, obrar en consecuencia y ser conscientes de que lo que somos y tenemos es por la gracia y la misericordia de Dios. 

Por esa gracia hemos sido hechos hijos de Dios, una nación de reyes y sacerdotes, privilegio enorme que nos exige una responsabilidad también enorme. Solamente por la gracia divina, a pesar de nuestros fallos, flaquezas y pecados, podemos estar seguros de nuestra salvación. Por gracia hemos sido salvos y por gracia la salvación es permanente, actuando día a día, borrando nuestros pecados pasados, presentes y futuros. 

Y, ¿hay mayor manifestación de la gracia divina que el hecho del nacimiento terrenal de Cristo? El Hijo de Dios hecho hombre nació en un pesebre para traernos esa gracia que tanto necesitábamos. Fue semejante a nosotros en todo (“… se despojó a sí mismo, y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los seres humanos…” (Filipenses 2:7) —excepto en que Él nunca pecó— y murió en una cruz por todos y cada uno de nosotros.

De cada uno en particular depende la decisión a tomar. Si alguien no quiere recibir la gracia divina, Dios no le fuerza a ello, pero eso le llevará a un final catastrófico. Solo hay dos opciones: decir sí a Cristo o darle la espalda, con todas sus consecuencias.

Cristo dijo: “El que no está conmigo, está contra mí…” (Mateo 12:30a). ¿Estamos con Él o contra Él? Esa es la decisión que cada uno debe tomar.

Ferran Cots, marzo 2023.

Publicado en: Reflexiones

Coca-Cola

febrero 26, 2023 by Abigail Rodés

La Coca-Cola es una bebida con un sabor inconfundible. Es refrescante, burbujeante. Se toma sola o en las comidas. Pero tiene unas condiciones de conservación: proteger de la luz solar, preservar de olores agresivos, conservar en lugar limpio, fresco y seco. Hay diferentes tipos de Coca-Cola según la cantidad de azúcar que contengan. Aunque al principio se etiquetaba como un jarabe y se vendía en la farmacia, ahora es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Es un fenómeno mundial y se vende en tiendas, restaurantes, bares, supermercados y máquinas expendedoras. Quizás te suenen eslóganes como este: “Si siempre intentas ser normal, nunca descubrirás lo extraordinario que puedes llegar a ser”.

Ser una persona “normal” ¿es perder tu propia identidad y autenticidad porque te limitas a copiar la vida de otras personas? ¿Es comportarse como marcan los cánones de la sociedad actual?

¿No te gustaría ser una persona excepcional, extraordinaria, singular? En fin… ¿un fuera de serie?

Pues, ¡lo eres! Dios así te hizo. Solamente que a veces nos desviamos del camino, nos apartamos de Dios y nos volvemos personas corrientes, mediocres, o “normales”. La vida, a veces se parece a la Coca-Cola. Si no cuidamos nuestra vida espiritual, moral, física, sentimental, profesional, intelectual, personal, familiar, etc, se puede volver “light”. Y si no explotamos nuestros dones, talentos, recursos que Dios nos ha dado para poder aportar algo de beneficio y bendición a los demás, nuestra vida pasará a ser “zero”.

Dios nos ha dejado aquí para tener una vida que trascienda, para dejar huella. No te conformes con ser una persona “normalita”. Ni menos “light” o “zero”.

¡Con Cristo tenemos una vida de victoria! ¡Úsala!

Al igual que hay diferentes tipos de Coca-Cola según el contenido de azúcar, hay diferentes tipos de personas según sea su relación personal con Dios. ¿Eres ateo, creyente, indiferente, siervo, discípulo, adorador, buscador de la verdad? ¿Cuál eres tu?

Ser creyente, aceptar a Jesús como Salvador y Señor personal es como injertar nuestra vida con la vida de Cristo, haciendo posible para nosotros los frutos de Dios mismo. La experiencia de la fe es un ejercicio diario en nuestra vida. No cabe la pasividad, la indiferencia o el pasotismo. ¿Tu vida es como la Coca-Cola que refresca a otros? ¿Tu vida es como la Coca-Cola, burbujeante, fervorosa, vibrante, dinámica? ¿Qué compartes con los demás?

“Lo que hemos visto y oído, no lo podemos callar. Lo que hemos contemplado y tocado con nuestras manos… eso testificamos y os anunciamos”. Que así sea.

Abigail Rodés. Febrero 2023

Publicado en: Reflexiones

Myyuca de Brasil

febrero 26, 2023 by Abigail Rodés

Una historia misionera para niños pequeños

En la selva de Brasil en Sudamérica vive Myyuca. Su nombre a nosotros nos parece raro, pero para él no lo es. Allí en la selva es un nombre muy común.

Myyuca es un niño indígena. Tiene los ojos negros y el pelo negro, lacio y largo. En su tierra los niños no se cortan el cabello. Hace mucho calor donde vive y por eso usa muy poca ropa. En los árboles, cuyas copas alcanzan gran altura, viven monos bulliciosos y pájaros de muy bellos colores. El papá de Myyuca no necesita hacerle un columpio. Myyuca se mece en los fuertes bejucos (plantas tropicales) que cuelgan de las ramas de los árboles. Empieza impulsándose suavemente con los pies, y termina volando por el aire. ¡Qué momentos más felices los que Myyuca pasa columpiándose en los bejucos!

La casa de Myyuca es muy grande. La construyó su papá. Primero clavó unos fuertes y gruesos palos en la tierra. Hizo el techo con otros palos y los cubrió con paja. Desde afuera la casa parece un montón de paja. No tiene ninguna ventana, pero sí tiene dos puertas, una cada lado. Toda la casa es un cuarto grande.

La casa tiene que ser grande porque viven en ella muchas personas. Myyuca, su papá, su mamá y todos sus primos, tíos y tías viven en la misma casa. La familia de Myyuca se acuesta temprano todas las noches. Usan hamacas en vez de camas. Cuando oscurece, Myyuca se sube a su hamaca para dormir.

La mamá de Myyuca les hace la comida. Raspa las raíces de la yuca (mandioca) hasta hacer una masa fina. Luego extiende la masa sobre todo el comal (plato llano de barro cocido) para hacer una tortilla grande, del tamaño del círculo que se hace extendiendo los brazos y toqueteando con la punta de los dedos. Se cocina hasta que se dore de un lado y después se le da la vuelta para que se cueza del otro lado.

La familia de Myyuca come huevos que las tortugas ponen en la arena. También comen pescado cuando su papá lo trae del río. Comen pájaros y carne de mono cuando su papá los caza en la selva.

Para conseguir carne para su familia, el padre de Myyuca sale al río o a la selva. Cuando sale de cacería, o al río lleva su arco y sus flechas para cazar monos y pájaros. Se para en su canoa en las aguas turbulentas y espera ver pasar algún pez. Cuando ve alguno, de pronto le lanza una flecha. El pez herido mueve su cola de un lado para otro y por último sale a la superficie con la flecha todavía en su cuerpo. El padre de Myyuca acerca la canoa hasta el pez. Lo saca del agua, y lo lleva a casa para que la mamá lo cocine sobre el fuego.

A Myyuca le gusta acompañar a su papá al río. Le ayuda a buscar los peces. ¡Y qué contento se siente cuando puede comer pescado asado!

Myyuca está aprendiendo a usar su arco y sus flechas como lo hace su papá. Su arco es grande y fuerte, y la afilada punta de sus flechas está hecha de hueso de mono. Sigue muy cuidadosamente a su papá mientras camina entre los árboles con pasos tan suaves que ningún animal lo puede oír. Ve como su papá escucha con toda atención y mira alrededor hacia las copas de los árboles y sobre el suelo. Myyuca está aprendiendo a hacer lo mismo, y lo sigue por entre los árboles sin hacer ningún ruido, caminando con cautela como lo hace su papá.

Él le enseñó que en muchos de los animales, de las plantas y de los árboles hay espíritus que no se pueden ver, pero que le pueden hacer daño a una persona si no les agrada. Su papa también le enseñó que no se debía lanzar ninguna flecha a los venados, porque, según decía, los venados son espíritus buenos y dioses que se deben adorar.

Un día Myyuca se puso muy enfermo. Tenía mucha fiebre. Su papá llamó al médico brujo. ¡Qué cara más fea tenía el hombre! Myyuca se asustó al verlo. Tenía todo el cuerpo pintado con colores brillantes y llevaba plumas en la cabeza. Llevaba en las manos sonajeros hechos de calabazas y plumas. Cuando el brujo vio al niño enfermo, hizo chasquear los sonajeros e hizo ruidos muy fuertes y feos. Danzó alrededor del niño gritando: “Estoy tratando de espantar al espíritu malo que está en Myyuca y que le ha causado esta enfermedad”. Después arañó todo el cuerpo del niño con un afilado diente de pescado, hasta sacarle sangre, esperando que por alguna de las heridas saliera el espíritu malo. No sabía que la fiebre del niño había sido causada por la picadura de un mosquito, y no por un espíritu malo.

Cuando Myyuca se sintió mejor, volvió a salir con su papá al río a pescar con su arco y sus flechas. Un día su papá lo llamó: “Myyuca, ¡ven a ver!” Se quedaron en la orilla del río, escondidos detrás de los árboles, asomando sus cabezas para mirar. Myyuca vio en el río una gran canoa conducida por algunos hombres de su propio pueblo. Y en la canoa, un hombre extraño sentado. Myyuca nunca había visto a un hombre vestido como ese señor. “¿Quién será ese hombre tan singular?”, le preguntó Myyuca a su papá.

“En los pueblos lejanos de nuestra selva, hay muchos hombres que se visten así”, le contestó su papá. “Oí decir que algunos de ellos venían para hablarnos de su Dios. Pero nosotros no necesitamos saber acerca del Dios de esa gente. Tenemos nuestros propios dioses: los espíritus en los árboles, en el aire y en los animales. Les tenemos miedo a nuestros dioses, porque nos pueden hacer daño, así es que no queremos oír de más dioses”.

El hombre que llegaba en la canoa era misionero. Entró en el pueblo de Myyuca y visitó su casa. Todos sus tíos, primos y primas se acercaron para escuchar al hombre. Myyuca también quería oírle. “Hay solamente un Dios verdadero”, decía el hombre. “Este gran Dios está en el cielo. Nos ama y envió a su Hijo para morir por nuestros pecados. Este Dios no quiere que mintamos, que robemos o nos engañemos unos a otros, sino que nos amemos y hagamos bien a todos. Si creemos en Él, nos perdonará nuestros pecados y nos ayudará a hacer el bien”.

“Mi papá no cree lo que mi mamá dice”, pensó Myyuca, “y ella no le cree a él, porque no dice la verdad. Y yo a veces he mentido también. Esto no agrada al Dios de amor. Creo que nosotros debemos obedecer a este Dios en lugar de obedecer al médico brujo. ¡Qué feliz estoy de que el misionero haya venido a contarme acerca del Dios verdadero”.

Cuando el papá de Myyuca quiere hacer una nueva canoa, se sube a un árbol y corta la corteza para que se abra. Luego, quita un pedazo grande y lo baja. Le amarra los dos extremos con unos bejucos para que al secarse tenga la forma necesaria para flotar en el agua. Después corta remos de madera blanda de otro árbol. Myyuca ya tiene su propio remo. Cuando tenga diez años, su papá le dará su propia canoa. Un día, cuando su papá estaba haciendo una nueva canoa, llegó el misionero para hablar con él. Le dijo: “Dios mandó al Señor Jesús, su Hijo, a la tierra hace muchos años para ser su Salvador”.

“Magnifico, magnífico”, dijo el papá de Myyuca cuando oyó lo que el hombre decía.

“Sí”, contestó el misionero. “Jesús es el magnifico Salvador”.

¡Cómo se asustó Myyuca un día al ver una caja que hablaba! El misionero la había traído al poblado. Algunos de sus amigos salieron corriendo y se escondieron entre los árboles cuando empezaron a salir los primeros sonidos de la caja. Pero Myyuca se quedó escuchando. Nunca había oído una radio o un tocadiscos y le interesaba escucharlo.

Cuando oyó las palabras en su propio idioma, ¡qué contento se sintió! Se acercaron muchas personas para oír. La voz que salía de la caja estaba contando acerca de Dios, que hizo la selva, los animales y la gente. Decía que este Dios había mandado a su Hijo Jesús para ser el Salvador del mundo.

Todos escucharon con mucha atención. Algunos dijeron: “Yo quiero que Jesús sea mi Salvador”. Myyuca, su papá y su mamá también lo dijeron.

Myyuca no se cansaba de escuchar al misionero contar cómo el Señor Jesús vino a la tierra, cómo murió y resucitó.

A veces mostraba bonitas láminas al contar las historias bíblicas. Tanto los hombres y las mujeres como los niños se acercaban a escuchar. Pero cuando venía una tormenta, todos se iban a casa. Entonces el misionero no podía seguir mostrando las ilustraciones.

“Necesitamos un techo bajo en el que podamos aprender acerca de Dios”, dijo el misionero a la gente.

La gente que ama a Dios quiere tener un lugar donde pueda aprender acerca de Él. Ellos traen sus ofrendas para hacerlo.

“Construyamos un templo”, dijeron todos. “Traeremos nuestras ofrendas y lo construiremos nosotros mismos. Entonces la lluvia no nos impedirá seguir escuchando. Queremos aprender más acerca de Dios y de su Hijo, el Señor Jesús”.

Todos los creyentes del poblado de Myyuca ayudaron a construir el templo en la selva. Primero, los hombres colocaron gruesos postes en la tierra. Luego aseguraron otros postes horizontales sobre ellos y los cubrieron con paja.

El misionero les enseñó a hacer paredes de barro. Las mujeres ayudaron trayendo agua del río. Los hombres mezclaron el barro y cubrieron los postes de los lados de la iglesia. El barro se secó muy rápidamente con el aire. Las paredes quedaron lisas y duras.

Myyuca también quiso ayudar a construir el nuevo templo. Trajo montones de paja para que los hombres los pusieran en el techo. Quería que hubiera suficiente paja para que la lluvia no traspasara.

Todos dijeron: “Nuestra iglesia es nuestra ofrenda para el Señor Jesús”.

¡Qué diferente es el pueblo de Myyuca desde que la gente oyó por primera vez del Dios de amor! Muchos de los hombres y mujeres, niños y niñas, aman al Señor Jesús y quieren agradarle. Están aprendiendo a amarse los unos a los otros y a decir la verdad. Están aprendiendo lo que dice la Biblia, y quieren obedecer a Dios. Ahora usan ropa. Cantan y oran en la iglesia. A Myyuca le gusta cantar “Cristo me ama”. El ama mucho a Jesús.

FIN

Abigail Rodés. Febrero 2023

Publicado en: Reflexiones

Las tentaciones de Jesús

enero 17, 2023 by Abigail Rodés

“Y luego (después del bautismo de Jesús), el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto 40 días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían” Marcos 1:12-13

Después de recibir el bautismo de Juan en el Jordán, Jesús se retiró al desierto donde ayunó durante 40 días y fue tentado por Satanás. Podemos leerlo en Mateo 4:1-11 y en Lucas 4:1-13.

Ambos evangelistas describen tres tentaciones, y Lucas presenta la segunda y la tercera en orden distinto a Mateo. La idea del diablo era que Jesús sucumbiera a las diferentes tentaciones y así poder destruirlo o hacer imposible su misión en la tierra. Marcos solo comenta de pasada el cuidado que el Padre tuvo con Jesús con la protección y el servicio de los ángeles. La serpiente engañó al primer Adán en el Huerto del Edén y cayó; e intentó engañar al segundo Adán en el desierto, con diferente resultado. Y sigue tentándonos a todos en toda ocasión, oportunidad, lugar, tiempo y condición. No podemos desafiar al diablo a tentarnos. Mientras no cedamos a nuestras tentaciones solo serán aflicciones, dolor, tristeza, pero no pecado. ¡No bajemos la guardia! Si nos salimos del camino, nos ponemos fuera del amparo de Dios. Podemos esperar de Satanás que nos tiente, pero podemos esperar de Dios su adecuado auxilio.

“Acerquémonos, pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” Hebreos 4:16

Jesús estaba en el desierto y llevaba muchos días sin comer, estaba ayunando escuchando lo que el Padre le decía. De pronto, apareció el diablo para decirle que no había razón para que tuviera hambre. Simplemente debía coger unas piedras, y convertirlas en pan… Una proposición tentadora a la que Jesús no hizo caso porque sabía que Satanás estaba tratando de que él hiciera algo incorrecto. En la segunda tentación, Jesús sabía que era desacertado retar a Dios de esa manera y le contestó: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”. 

Tentación tras tentación, Jesús recordó a Satanás lo que las Escrituras dicen y así resistió y aguantó la seducción.

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hebreos 4:15

Jesús enfrentó las tres tentaciones utilizando como arma la Palabra de Dios. Ésta es para nosotros también el arma más efectiva. Debemos aprender a decir “NO” a cualquier tentación. Cuando somos puestos a prueba, Jesús nos comprende, se compadece y nos ayuda.

Las tentaciones de Jesús siguen tres patrones que son comunes a todos los hombres y mujeres:

1. Los deseos de la carne (incluye toda clase de pasiones físicas). Dejarse llevar por los instintos, apetitos, sentidos… es hacer en todo momento lo que me apetece.

2. El orgullo y la arrogancia de la vida. Olvídate de Dios y adora al ídolo para cumplir tus deseos de dominio y poder.

3. El deseo de los ojos. Realiza un acto espectacular, demuestra que tienes a Dios en el bolsillo y todos te ensalzarán.

Los evangelistas citan las tentaciones en un momento y lugar determinado, pero dejan claro que fueron una constante en su vida: ej. Mt. 27:40 “Si eres Hijo de Dios, (= que en las tentaciones) desciende de la cruz” “El diablo se marchó hasta otra ocasión”; “se apartó de él por un tiempo” (Lucas 4:13)

ORACIÓN: 

Gracias Señor porque no permitirás que seamos tentados más allá de lo que podemos soportar o resistir. (1ª Corintios10:13). Ayúdanos en nuestra batalla espiritual para salir victoriosos en cualquier tentación.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Las artimañas son trucos o manipulaciones de Satanás para engañarnos. Son ideas astutas que usa para atraparnos y hacernos caer: amenazas, intimidación, mentiras, tentaciones…

Una artimaña es una maniobra engañosa o fraudulenta para conseguir algo: trampas, engaños, sutilezas, tretas…

Ejemplos:

1. Desafiar la Palabra de Dios.

2. Desafiar nuestra identidad.

3.Torcer las Escrituras.

4. Intentar persuadir para actuar según la carne y no según el Espíritu.

5. Ofrecer alternativas “razonables” a la obediencia a Dios. Nos muestra “otro camino” para que no hagamos la voluntad de Dios.

A Satanás no se le permite tomarnos por la fuerza por eso utiliza toda su astucia para persuadirnos a pecar.

ANTÍDOTOS: Oración, ayuno, retirarnos al desierto, meditar y aprender la Palabra.

Citas a tener en cuenta: Ef. 6:11/ Ro.16:20 / 1 P. 5:8 / 1Jn.3:8 / Stg.4:5,7/ Mt.6:13 / Ef.4:14,26,27

Abigail Rodés. Enero 2023

Publicado en: Reflexiones

Fes ploure

enero 17, 2023 by Abigail Rodés

«A la setena, el servent va dir:

– Hi ha un núvol petit com el palmell de la mà que puja del mar» 1 Reis 18:44.

A la setena vegada!

Elies orava demanant pluja postrat a terra amb el rostre entre els genolls. I va ordenar al seu criat Acab que mirés cap al mar per si veia arribar la pluja per set vegades.

El profeta va pujar al cim del Carmel on Déu va manifestar la seva Glòria revelant-se com l’únic i veritable Déu, quan es va enfrontar als profetes de Baal.

De nou, va pujar al cim Carmel per clamar per pluja (feia tres anys que la terra no rebia aigua). 

Cal pujar a la muntanya per clamar Déu, i tornar a clamar, i clamar fins i tot per set vegades, per rebre la benedicció del Senyor.

Que la nostra vida estigui plena de gratitud a Déu i no desistim a les nostres oracions. A la insistència podem veure com es revela la Glòria de Déu. 

Tant de bo que en aquest any nou 2023 puguis mantenir-te a la muntanya de Déu i Ell et permeti veure a la teva vida aquest petit núvol primer que anuncia que ve una gran pluja després.

Durant aquest nou any 2023 prega de forma persistent per allò que tant estàs esperant…

Jo veig un petit núvol… aquest és el senyal!

«El cel s’anà enfosquin amb núvols que el vent portava, i caigué un gran xàfec» 1Reis 18:45.

Allò que semblava una cosa insignificant, un petit núvol, Déu es va encarregar de convertir-lo en una gran pluja.

Com diu la cançó… «Fes ploure, fes ploure,

                                  Obre les portes del cel i fes ploure sobre mi»

PREGÀRIA:

Senyor fes ploure sobre les nostres vides, sobre els nostres fills i família, sobre la teva Església, sobre la nostre nació.

Et preguem que obris les portes del cel perquè descendeixin pluges de benedicció.

Fes ploure, Senyor!

En el teu nom sant.  Amén.

Abigail Rodés. Gener 2023

Publicado en: Reflexiones

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