Seguimos confinados. Todavía en fase 0. Seguimos contando los días que llevamos recluidos en casa.
Hace muchos años, antes que existieran los relojes, el tiempo se medía por la rotación de la Tierra al observar las posiciones del sol en el cielo, las mareas y las fases de la Luna.
Sin embargo, los relojes se hicieron necesarios para medir con exactitud las fracciones de cada día.
El reloj de sol, de agua, de arena, eléctrico, mecánico, el reloj de cuco, el de cristal de cuarzo, el atómico, el de bolsillo, el de ajedrez, el de pared, el de muñeca, el sumergible, el reloj digital, cronógrafos, cronómetros… todos ellos para indicar el tiempo en horas, minutos y segundos.
Hay relojes de oro, plata, de esmalte, con perlas y joyas, de acero…
Me encanta que Dios trastorne el funcionamiento en el que el hombre intenta ser más y más fiable y preciso. Leemos en la Biblia – Josué 10: 12-14 – cómo Dios tiene potestad sobre el tiempo, el sol y la luna.
En Jueces 5:20: “Desde los cielos pelearon las estrellas, desde sus órbitas pelearon contra Sísara”.
O en 2º Reyes 20:8-11 ¡Nada fácil que la sombra vuelva atrás diez grados!
En la cultura griega, el tiempo se representaba como un ciclo que se repite mientras que para los hebreos era una línea que tiene su origen en Dios y termina al final del mundo también en Él.
El tiempo bíblico se medía de diferentes maneras:
– el aquí y ahora
– el tiempo señalado, a su debido tiempo
– por generaciones
– fueron los días de…, en los días de…
– en tiempo favorable o propicio
– cuando el día calienta
– al ponerse el sol
– la lluvia a su tiempo
… y otros.
Dios no está limitado por el tiempo. La creación temporal es obra de sus manos.
Hoy, contamos las horas, minutos y segundos para que todo vuelva a la normalidad. Pero ¡es tiempo de parar, reflexionar, buscar a Dios. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12); “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí el día de salvación” (2ª Corintios 6:2b).
No podemos postergar para otra ocasión aceptar el mensaje del Evangelio. Este preciso instante es el momento oportuno.
¿No puedo aceptar a Cristo como Salvador mañana? Posiblemente sí, pero nadie sabe dónde estaremos mañana, ya que nuestros días están en las manos de Dios. “En tus manos están mis tiempos” (Salmo 31:15a). ¿Estás viviendo tiempos felices y preciosos? ¡Disfrútalo! No tienes que esperar a vivir tiempos difíciles para buscar a Dios. De un día para otro tu vida puede dar un giro y todo será diferente…
Confía en Dios, hoy. Deposita tu tiempo en manos del Dios de amor y bondad. Tu pasado, tu presente, tu futuro. En su mano, todos los tiempos son buenos y bendecidos, aún los adversos son tiempos de aprendizaje y crecimiento espiritual.
Que Dios te bendiga.
Abigail Rodes. Mayo 2020.