Muchos sabían y decían : “Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios” (Mateo 22:16).
Para cualquier hebreo, algo era verdadero en cuanto descansaba en Dios. El Antiguo Testamento une dos palabras para definir esto como “firme, duradero, seguro”. La verdad es una cualidad de Dios. Además que es un Dios verdadero, es un Dios veraz y fidedigno, alguien en quien se puede confiar. Sus palabras son verdad. Sus promesas no engañan, siempre se cumplen. Dios no miente. Y sobre esta fidelidad y verdad de Dios, nosotros podemos confiar en Él.
… “Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra” (Apocalipsis 1:5).
“Esto dice el Santo, el Verdadero” (Apocalipsis 3:7).
“He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero…” (Apocalipsis 3:14).
“Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos” (Apocalipsis 16:7).
“… Y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero” (Apocalipsis 19:11).
“Estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 22:6).
Dios mismo es verdad y así lo anunciaba: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
Dios es real, auténtico. De Él se dice que es el “pan verdadero”, “la comida verdadera”, “la vid verdadera”, “la luz verdadera”, “el verdadero tabernáculo”…
La expresión “de cierto, de cierto os digo”… es un término que encontramos de forma reiterada en los evangelios de Mateo y Juan. Cada palabra dicha por Jesús se originó con el Padre, se dijo en la ocasión adecuada, de manera correcta, con el énfasis debido y con el motivo justo. Cada uno de estos dichos del Señor deberían estar grabados en nuestra mente y corazón. Meditemos en ellos. Deseo que el Espíritu Santo nos ayude a dar sentido a todo ello para que podamos adorar a Dios y llevar una vida de santidad y de obediencia a nuestro Señor y Salvador.
“De cierto, de cierto os digo” se podría traducir “verdaderamente, verdaderamente” y llama la atención el carácter definitivo y la firmeza decisiva de aquello que va a ser declarado.
He aquí solo algunos ejemplos:
“… de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6:2, 5, 16).
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida…” (Mateo 6:25).
“Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo de Hombre” (Mateo 10:23).
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista…” (Mateo 11:11).
“Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:17).
“… De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).
“Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron” (Mateo 18:13).
“De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho” (Mateo 21:21).
“De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mateo 24:2).
“De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo 25:12).
“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
“De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mateo 25:45).
“De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar” (Mateo 26:21).
“De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mateo 26:34).
“De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto…” (Juan 1:51).
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).
“De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos…” (Juan 3:11).
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna…” (Juan 5:24).
“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios” (Juan 5:25).
“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47).
“De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53).
“De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34).
“De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte” (Juan 8:51).
“De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10:7).
“De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor…” (Juan 13:16).
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya…” (Juan 16:7).
“De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23).
Pues si Dios dice la verdad, ¿por qué no le creemos?
Como creyentes debemos reflejar en nuestra vida la verdad, como genuinos seguidores de Cristo.
“Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 7:12).
Abigail Rodés. Noviembre 2021.