¿Por qué se da el edadismo en nuestras iglesias? Discriminación por edad, contra personas «mayores» y encima ¡lo justifican!
Una cosa es tener una enfermedad grave que te obligue a guardar cama o tener alzheimer, enfermedades mentales, artrosis o artritis grave, parkinson severo, etc… Otra distinta es tener a las personas de cierta edad discriminadas cuando en la Biblia eso no lo encontramos para nada.
¿Por qué entonces todos esos prejuicios basados únicamente en la edad cuando el mismo Dios todavía te da fuerzas, salud física y mental? En las iglesias también se da el sexismo y el racismo, pero deberíamos seguir el ejemplo de Jesús. ¿O no? La misma Palabra debería hacernos conscientes de la necesidad de combatir contra todos estos tipos de comportamientos. Si bien es cierto que la edad implica un estado de salud más delicado o vulnerable, también la gente joven está expuesta a accidentes, patologías, enfermedades intensas o un cáncer avanzado. La gente «joven» también puede tener un ictus, un infarto, fibromialgia, migrañas, depresión, trastornos de sueño, entre otros…
Con el paso de los años, nuestro metabolismo va cambiando y la respuesta del cuerpo ya no es igual que antes. Se ven afectados huesos, músculos, se pierde fuerza y velocidad, vista u oído. ¿Dónde pone en las Escrituras que esto te deje fuera de todo trabajo en la obra del Señor y de servicio a los hermanos de la comunidad?
Veo con demasiada frecuencia personas «envejecidas» en las iglesias y muy activas y enérgicas fuera de ellas, porque prestan varios servicios en su barrio, trabajando para el prójimo, cubriendo ciertas necesidades, siendo servidores de su colectividad, porque están suficientemente preparados, con mucha experiencia, pero que en sus iglesias les han puesto el letrero de «FUERA DE SERVICIO».
¿Por qué el edadismo se da cada vez con más frecuencia? La vejez tiene retos, pero si Dios —que te da los dones y las capacidades— también te da las fuerzas, el ánimo, la energía…, ¿por qué algunos (normalmente los ancianos, pastores, responsables o «líderes» de iglesias) se obstinan en dejar de lado a los de cierta edad?.
Conozco jóvenes que tienen juventud pero no tienen ni valentía, ni coraje, ni atrevimiento en nada. Son de espíritu y ánimo negativo, sin deseo, ni ganas, ni motivación, ni entusiasmo… por nada.
En cambio la gente «mayor», conocedora que un día partirán a la presencia del Señor, conscientes de que su trabajo va a terminar pronto, quieren decir como Pablo: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, y me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día…» (2Timoteo 4:7–8).
Pero, ¿y si por culpa de otros que te sacan de esta carrera a la fuerza, no puedes terminarla? ¡Ay de ellos! que serán juzgados por el mismo Señor, juez justo. ¿Dejar la carrera cristiana? ¿De verdad piensan que la gente «mayor» va a desistir? ¡NO! De una manera u otra, seguirán adelante, esforzándose. El abandono no entra en sus planes porque saben que el Señor es el único que tiene el poder para decidir cuando se acaba nuestro tiempo. No se trata de subir nota como en la selectividad. Se trata de que cuando venga el Señor nos encuentre con las manos en el arado. Necesitamos reflexionar acerca de en qué estamos ocupados —a pesar de nuestra edad—.
Muchos pastores y obreros quieren dejar paso a la juventud porque sí; ponen en las manos de los jóvenes cosas en las que son neófitos (tampoco quieren aprender), sin conocer sus dones, ni tan siquiera tienen los dones del espíritu, ni sabiduría, ni entendimiento, ni temor de Dios, ni piedad, y desatienden cualquier consejo porque son «sabios en su propia opinión».
Todo ello perjudica, y mucho, el proyecto de Dios, no se obedecen las verdades reveladas por Dios, no dependen de Dios, no hay discernimiento… pero ¡claro! quien saca las castañas del fuego es la gente «mayor» ¡Bendita madurez!
El edadismo en nuestras iglesias está muy presente y es necesaria una reflexión sobre el tema. ¿Envejecimiento? Sí, claro. ¿Edadismo? Por supuesto que NO.
Eso segrega la iglesia local y afecta a toda la comunidad. «Y el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado» (Santiago 4:17).
Solamente el hecho de discriminar, marginar, rechazar, excluir a la gente «mayor» en nuestras iglesias nos hace vulnerables.
Así que, dejemos de lado esta injusticia, prejuicio, desigualdad, intolerancia, edadismo, y fortalezcamos nuestras iglesias con gente de todas las edades. Esta integración, esa mezcla de juventud y longevidad, eso es la unidad de la Iglesia.
Si tú, que estás leyendo estas líneas eres un responsable que practicas el edadismo, pregúntate:
¿Qué haría Jesús?
Si tienes cierta «autoridad» en la iglesia local, pregúntate: ¿Por qué favorezco a unos y perjudico a otros?
Parafraseando Gálatas 3:28 podríamos decir:«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; joven o anciano… porque todos somos uno en Cristo Jesús».
«Hacer acepción de personas no es bueno» (Proverbios 28:21a).
«No hagáis distinción de personas… porque el juicio es de Dios» (Deuteronomio 1:17).
«Porque no hay acepción de personas para Dios» (Romanos 2:11).
«Porque no hay acepción de personas» (Colosenses 3:25b).
No mires la apariencia de los ancianos (arrugas, poca fuerza, músculos débiles, huesos frágiles, paso lento, canas o poca audición). La OMS define a los adultos mayores de 60 como personas de la tercera edad, como ancianos. ¿Estás cerca de esa edad? ¿Te falta poco? Si el Señor te da años vas a estar en esa misma situación, y aunque te falte memoria, quizás Dios te traiga a tu mente este artículo sobre el edadismo.
La edad cronológica no siempre es un reflejo de la edad biológica. Los entendidos dicen que el cuerpo humano empieza a envejecer a los 34 años. Así que, ¡bienvenido a la ancianidad! No hace falta que tomemos acciones y estrategias, simplemente sigamos el ejemplo de Jesús. Reduzcamos las barreras entre generaciones y no seamos edadistas. Los mayores de nuestras iglesias no tienen porque estar discriminados. Debemos respetarlos, no dejarlos en un rincón. Debemos garantizar su dignidad y honorabilidad. ¡Que no queden en un rincón y en el anonimato!
«Delante de las canas te levantarás,y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor» (Levítico 19:32). Dios no desecha a sus siervos fieles.
«No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares» (Salmo 71:9). Dios no abandona a sus leales.
«Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré» (Isaías 46:4).
«Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia» (Proverbios16:31).
«No reprendas al anciano, exhórtale como a padre, a las ancianas, como a madres» (1Timoteo 5:1-2).
Los mayores deberían tener un puesto de honor y ser considerados valiosos, no un estorbo. Deben ser tratados con respeto, compasión y ternura. Aunque lo que yo veo es insensibilidad, arrinconados, alejados de los ministerios, aislados de los deberes eclesiales, y un largo etc.
¿Eres viejo y estás lleno de canas? Como Samuel puedes decir: «He andado delante de vosotros (y de Dios) desde mi juventud hasta este día. Jehová es testigo». El que honra a Dios debe honrar a los ancianos en edad y la Biblia dice cómo. Dios apoya a los hombres y mujeres íntegros.
Mientras Dios no diga lo contrario, todavía son útiles para el engrandecimiento del reino, para la proclamación del Evangelio, para formar a otros, para ejercer ayuda pastoral; para construir, reconciliar y restaurar; apoyando y animando; orando e intercediendo. Que Dios nos ayude a no perpetuar el edadismo y la injusticia. No necesitamos políticas ni leyes, tenemos las Sagradas Escrituras.
Alcanzando el éxito siendo ya mayores. Algunos ejemplos:
1. Morgan Freeman: Oscar a los 68 años.
2. George R. R. Martin: Alcanzó el éxito con Juego de Tronos a los 63 años.
3. Sugar Man: Oscar por un documental a los 70 años.
4. José Samarago: Premio Nobel Literatura a los 76 años.
5. Winston Churchill: Ministro y canciller británico Premio Nobel a los 79 años.
6. Giuseppe Verdi: Su obra Otelo, a sus 74 años.
7. Alexander Fleming: Premio Nobel Medicina a los 64 años.
8. Johann von Goethe: Publica Fausto a los 80 años.
9. Miguel de Cervantes: Escribe El Quijote a los 68 años.
10. John Goodenough: Premio Nobel de Química a los 97 años.
Abigail Rodés. Agosto 2024.