El discernimiento es la acción y efecto de discernir. Es tener sensatez, juicio, lucidez. Es el proceso de hacer distinciones cuidadosas en nuestra mente sobre la verdad. Es la habilidad de pensar bíblicamente.
1 Tesalonicenses 5:21-22: «Examinadlo todo, retened lo bueno. Absteneos de toda clase de mal».
El discernimiento es la habilidad de hacer distinciones entre la verdad y el error, entre lo bueno y lo malo.
1 Juan 4:1: «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo». Para Dios el discernimiento no es una opción, es un requisito.
Debemos medir todas las cosas con el estándar de la Palabra de Dios. Entonces veremos lo que es bíblico y lo que es anti bíblico. El discernimiento es importante para cada hora del día, y para toda cosa en la vida.
2 Pedro 1:3: «Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia». ¿De qué otra manera podemos vivir una vida de excelencia si no es por el verdadero conocimiento de Dios por medio de las Escrituras? Dios nos da preciosas y grandísimas promesas para que podamos huir de la corrupción (2 Pedro 1:4).
Sin el discernimiento corremos el peligro de «ser llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error» (Efesios 4:14).
El discernimiento en la Biblia da al hombre y a la mujer verdadero carácter y significado a las manifestaciones espirituales. «Porque a éste es dada por el Espíritu Santo palabra de sabiduría… de ciencia… sanidades… milagros… profecía… discernimiento… géneros de lenguas… interpretación de lenguas» (1 Corintios 12:9,10).
Nos enseña a:
– detectar errores ocultos y mentiras.
– detectar el mal en otras personas y en nosotros mismos.
– sacar a la luz lo bueno de todas las cosas.
No vamos a ser los mejores de todo el mundo, pero si desarrollamos nuestros dones y talentos, con la ayuda del Señor, podemos llegar a ser perfectos en Él. Pidamos ver desde la perspectiva de Dios.
—Algunos versículos que nos pueden ayudar son: Proverbios 15:21; Filipenses 1:9-11; Oseas 14:9; 2 Samuel 14:17; Job 6:30; Isaías 7:15, 16; Levítico 10:10; Proverbios 28:11; 1 Samuel 16:7; Isaías 11:3; 1 Crónicas 12:32; Hebreos 5:13, 14—.
PARTES DEL DISCERNIMIENTO
1. Escuchas una idea o concepto.
2. La pones a examen. Examinas los hechos. Información relevante o irrelevante.
3. Discriminas y separas. Relacionas la información con los conocimientos bíblicos antes de llegar a conclusiones precipitadas. Evalúas.
4. Determinas el juicio. Decides cuál es la verdad. Determinas lo qué vas a hacer y cómo lo vas a hacer. Haz una elección tras reflexionar sobre ella.
A. LA FALTA DE DISCERNIMIENTO
Un buen ejemplo es la demanda de una señal por parte de los fariseos en Mateo 16:1-3; Marcos 8:11-13 o Lucas 12:54-56. La falta de discernimiento fue condenada por el propio Jesús. Una vida sin discernimiento nos incapacita para llevar una vida de santidad. Tomando buenas decisiones vamos madurando.
B. EL PROPÓSITO DEL DISCERNIMIENTO
Volvamos a Filipenses 1:9-11. Pablo ora pidiendo por los creyentes en Filipos, amor y conocimiento. ¿Para qué? ¿Con qué propósito? «Para que aprobéis lo mejor, para que seáis irreprensibles, para que seáis llenos de frutos de justicia… para gloria y alabanza de Dios». Algunas cosas son malas, otras buenas, pero otras mejores o excelentes. Se trata de discernir entre lo malo, lo bueno, lo mejor y lo más excelente. Saber si los hechos son verdad o no, si los sucesos son falsos o incorrectos.
1 Corintios 11:27-29. Cualquier juicio requiere un ejercicio de discernimiento personal. La institución de la Mesa del Señor demanda de cada uno de nosotros discernimiento, de lo contrario aportará juicio y castigo por parte del Señor.
C. LA PRÁCTICA DEL DISCERNIMIENTO
La práctica requiere conocimiento y eso se consigue recogiendo datos, investigando, haciendo averiguaciones…
¿Verdadera verdad o verdad verdadera? Hay verdades que pueden resultar poco creíbles, o poco convincentes, pero la verdad verdadera siempre sale a la luz porque es exacta y correcta. Y los resultados de esta práctica deben glorificar a Dios.
D. LOS PRINCIPIOS DEL DISCERNIMIENTO
Debemos ejercer discernimiento con una serie de guías o normas, y éstas son las Sagradas Escrituras:
«Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas» (Salmo 38:2b).
«Tu palabra es verdad» (Juan 17:17b).
Sin duda si queremos tener buen criterio y buen discernimiento espiritual debemos hacerlo siempre bajo la Palabra de Dios.
1 Corintios 2:15a: «En cambio el espiritual juzga todas las cosas …».
1 Corintios 11:28a: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo…».
Isaías 11:2 : «… espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová». El mismo Espíritu Santo habita en cada creyente para poder controlar sus sentidos para que sean ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
APLICACIÓN
Volvamos a la autoridad de la Escritura, sometámonos al Señor. Solamente entonces estará resuelto el problema de la falta de discernimiento que hay en la Iglesia de Cristo. Que el Señor nos ayude en la toma de decisiones sobre nuestra vida, en nuestro camino espiritual y en el servicio a los demás.
Recuerda: Análisis – Resolución – Resultados.
Piensa. Reflexiona. Razona. Ora. Actúa.
El temor de Dios en nuestra vida debería mantener intacto e íntegro nuestro discernimiento. La oración es indispensable. Que nunca sea un elemento olvidado en tus batallas ¡Vela en oración! (1 Pedro 4:7b; 5:8).
Conoce y enseña la verdad y exhíbela en tu vida. «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Efesios 6:18).
Que nuestra oración al Señor sea como la de Salomón: «Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo…» (1 Reyes 3:9), y la de David: «Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído» (Salmo 119:66).Amén.
Abigail Rodés. Febrero 2024.