En estas fechas tan cercanas a las fiestas de Navidad, en las que algunos tendrán unos días de descanso, parece oportuno hacer un breve repaso de las fiestas que encontramos en la Escritura.
Por desgracia existe entre algunos cristianos un sentido contrario a las fiestas, celebraciones e incluso las vacaciones. Dicen que algunas de las fiestas que existen no están en la Escritura y que incluso dichas fiestas se han convertido en una manifestación consumista. Así tenemos cristianos que no celebran la Navidad porque en la Biblia no aparece la fecha real del nacimiento de Cristo y tampoco se establece dicha fiesta de forma oficial, además del cariz consumista que está tomando la misma. Y este es sólo un ejemplo. Otros se acogen a algunos pasajes bíblicos en los que el mismo Dios reprende a su pueblo, Israel, diciéndoles: «No me traigáis más ofrendas inútiles; el incienso me resulta desagradable. No soporto la luna nueva, ni el sábado, ni las reuniones que convocáis. ¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes! Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes; son para mí una carga insoportable» (Isaías 1:13-14), sin pensar que las fiestas a que el Señor se refiere las había instituido él mismo, y que la reprensión no es por el hecho de celebrarlas, lo cual era bueno, sino porque se había perdido el verdadero espíritu de las mismas. ¿Significaba acaso eso que no debían celebrarse? En absoluto, pero sí debía hacerse entendiendo el verdadero significado y el espíritu de cada una de ellas.
Así hoy en nuestras iglesias celebramos el domingo (que bíblicamente hablando no está establecido de forma legal como fiesta [en comparación al sábado de los judíos], sino que era una costumbre de los primeros cristianos en homenaje y celebración de la resurrección de Cristo), la Navidad (entendiendo el verdadero espíritu de esta fiesta), la Semana Santa y otras celebraciones como el Día de la Biblia, el fin de curso de la Escuela Dominical etc… y también nos tomamos unos días de fiesta, entendidas como cese del trabajo habitual, que no tienen porque significar una dejación de nuestras responsabilidades como hijos de Dios.
El pueblo judío recibió de Dios no solamente la Ley, en el sentido estricto de la palabra, sino también una serie de normas que regulaban la vida del pueblo, en el aspecto religioso/espiritual y también en el aspecto material. Entre estas normas podemos incluir las fiestas. Entre ellas el Sabbath (sábado), día de la semana dedicado a Dios y a reposar del trabajo semanal, que hoy hemos trasladado al domingo. En este aspecto señalar que el pueblo judío fue el verdadero precursor del descanso semanal, ya que ninguna otra civilización contemplaba dicha posibilidad, tal y como había sido ordenada por Dios a su pueblo. Más tarde, al extenderse el cristianismo por todo el mundo, se fue imponiendo el día de descanso semanal de forma más generalizada.
Pero pasemos a mencionar las otras fiestas oficiales del pueblo de Israel. Teniendo en cuenta que fiesta significa en ocasiones descanso y celebración y en otros solamente celebración. Las mencionaremos por orden de fecha, teniendo en cuenta que las fiestas judías iban de acuerdo a las estaciones del año:
•La Pascua. Fiesta que conmemora la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, se inicia el 14 de Nisán y dura 7 días.
•Pentecostés. Tiene lugar 50 días después de la Pascua, es un solo día. Marcaba el término de la cosecha de trigo.
•La Fiesta de las Trompetas. Marca el inicio del año civil judío, se celebra durante el mes de octubre.
•La Fiesta de la Expiación. Se celebra diez días más tarde
•La Fiesta de los Tabernáculos. Esta es la última fiesta prescrita por la Ley y se celebra cinco días más tarde que la fiesta de la expiación, su duración es de 8 días. Conmemora la entrada en la tierra prometida.
Pero los judíos también celebran otras dos fiestas, no instituidas directamente por Dios:
•La fiesta de las Luces (Hanuka). Conmemora la limpieza del Templo en tiempo de los Macabeos. Su duración es de 8 días y se celebra alrededor del 25 Quisleu (nuestro mes de diciembre).
•La Fiesta de Purim. Conmemora la ocasión en que Ester libró a los judíos de manos de Amán.
Además cada 50 años existía el llamado año del jubileo, en el que se dejaba descansar la tierra, se recobraban las propiedades y la libertad los esclavos por causa de deudas. Empezaba con una fiesta de 9 días, finalizando el día de la expiación.
En las fiestas judías las manifestaciones de alegría eran muy importantes, puesto que conmemoraban algún acontecimiento que les recordaba la misericordia de Dios para con ellos. Nosotros hoy día, deberíamos celebrar nuestras fiestas y disfrutar nuestras vacaciones con el mismo sentimiento de alegría, no en vano somos el pueblo de Dios, rescatado por la sangre de su Hijo. En vez de despreciar o ignorar las fiestas, debemos recuperarlas y devolverles el sentido y el espíritu que las motiva, dando gracias a Dios por la posibilidad de celebrarlas y disfrutarlas, en su bondad y misericordia.
Ferran Cots, diciembre 2024.