“Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones” (1 Pedro 4:9)
“Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga la ley” (Santiago 4:11)
La hospitalidad en la Biblia es importante. Era un honor servir, cuidar y albergar al extranjero. Y se debía estar preparado en cualquier momento para poder acogerlo. Negar u ofender la hospitalidad era una verdadera deshonra. “El forastero no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante” (Job 31:32).
“Ahora mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino… Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron” (Génesis19: 2-3).
Rechazar la hospitalidad se tenía como ofensa (Génesis 19:5-7).
En la Palabra tenemos varias exhortaciones y consejos al respecto. En Isaías 58:7 nos dice: “¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa?…
Uno de los deberes cristianos es que practiquemos la hospitalidad (Romanos 12:13) y uno de los requisitos para los ancianos y diáconos es ser hospedador (Tito 1:8).
La hospitalidad en los tiempos bíblicos incluía el saludo, la bienvenida, el lavar los pies, servir, proteger, dar de comer, un lugar para dormir y acompañar su salida. Tenemos un buen ejemplo en Abraham en Génesis 18.
La hospitalidad se ejercitaba sin mandato ni decreto ni recompensas (Lucas 14:12-14) y era extensible a todo extranjero. Era un deber de alcance general. Asimismo la hospitalidad en el Nuevo Testamento desempeñó un gran papel. Jesús alababa la virtud de los hospedadores ya que él había sido alojado en varias ocasiones.
La caridad, la misericordia, la piedad, se manifiesta en la hospitalidad. Es un don del Espíritu Santo y es necesaria: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hebreos 13:2). Es un servicio al Señor.
“Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve?… Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27).
Jesús fue hospedado, pero también fue un buen anfitrión tratando espléndidamente a sus huéspedes y se ofrece a sí mismo como don: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir…” (Marcos 10:45).
La hospitalidad buscaba siempre satisfacer las necesidades del pobre o extranjero antes de que éstas fueran evidentes. En las Escrituras tenemos bastantes ejemplos de hospitalidad. Y era una gran seña de identidad de Jesús. ¡Debería ser una nota característica de todo cristiano! El invitar y dejarse invitar resulta de mucha bendición. Es una gran ocasión para conocernos, aunar esfuerzos y lazos de amistad, para bendecirnos mutuamente, nos ofrecemos alimento físico y espiritual. Es una buena manera de dar testimonio de Jesucristo a todos los forasteros y los no creyentes que vienen a nuestra casa. Manifestar con obras nuestra fe. Pero también es muy importante “hospedarnos sin murmuraciones” como cita el título.
Podemos dar consuelo en medio de pruebas y tribulaciones o persecución. Podemos agradecer bendiciones mutuas. Podemos repartir nuestro pan con el hambriento. Dar comida, vestimenta y alojamiento. Podemos orar unos por los otros, ministrar, servirnos en amor… pero siempre sin quejas ni murmuraciones, sin rencores, sin reñir… No debemos incomodar ni oprimir a nuestros huéspedes. Mostremos nuestra bondad de buena gana y con una mente alegre. En el texto de 1 Pedro 4:9 se nos hace una recomendación después de haber sido exhortados al amor y a ser buenos administradores de la gracia de Dios. El amor, y por ende, la hospitalidad, debe cubrir las faltas, las excusas, los errores, porque sino Satanás nos animará a provocar divisiones, discordias, burlas. Nuestro fin principal es aspirar a ser como Cristo, y darle a Él toda la Gloria.
CONCLUSIÓN: Usa y practica la hospitalidad con frecuencia. Serás de bendición y también tu serás bendecido por otros.
Judas 15-16: “los impíos son murmuradores, querellosos, andan según sus propios deseos, cuya
boca habla cosas infladas adulando a las personas para sacar provecho”.
Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad”.
Santiago 4:10: “Humillaos delante del Señor y Él os exaltará”.
Bendiciones.
Abigail Rodés. Septiembre 2022.