“… el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?… Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:14, 18).
Uno de los debates más importantes entre las diferentes ramas de la cristiandad tiene que ver con la justificación, la forma en que uno puede ser salvo del pecado y ser reconciliado con Dios. Mientras algunos, entre ellos el catolicismo romano, sostienen que podemos ser salvos mediante las buenas obras y, de esa forma, ganarnos el favor de Dios, otros, principalmente el protestantismo, sostienen que solamente la gracia divina, manifestada en el Señor Jesucristo, puede salvar al pecador de la condenación eterna.
Hay muchos textos bíblicos que nos hablan en contra de la salvación (justificación) por las obras, pero vamos a considerar algunos que parecen entrar en contradicción y que, en ocasiones, forman parte del debate. A la luz de los textos del encabezamiento nos da la impresión de que los dos autores de los mismos, Pablo y Santiago, escriben cosas distintas que se contradicen entre sí. Sin embargo no debemos olvidar que ambos escribieron inspirados por el Espíritu Santo, lo cual nos debería hacer pensar que cualquier contradicción es imposible, ya que Dios nunca se contradice. ¿Cuál es entonces la explicación más plausible? No se trata de hacer juegos malabares para armonizar las declaraciones de ambos autores si no, simplemente, analizar los textos e intentar entender qué dice cada uno de ellos.
Ambos escritores toman el ejemplo de Abraham para ilustrar su declaración. Pablo tomó un suceso al inicio de la historia de éste, no mucho tiempo después de abandonar Ur, en el que Dios le promete que sería el padre de muchas naciones. A ese respecto (y citando Génesis 15:6) Pablo dice: “Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4:2-3). Sin embargo Santiago toma otro acontecimiento de la vida de Abraham, el contenido en Génesis 22, cuando Dios le pide que sacrifique a su único hijo. Así Santiago menciona: “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” (Santiago 2:21). ¿Cómo se explica esta aparente contradicción?
Hemos de entender que Pablo y Santiago estaban hablando de diferentes aspectos de la justificación. Pablo nos enseña que el pecador inconverso jamás podrá salvarse por muchas buenas obras que haga. Solo la fe en Cristo puede salvar (justificar = ser considerado justo ante Dios). Así lo manifestaron Pablo y Silas ante el carcelero de Filipos: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…”. No le imponen ninguna otra condición. ¿Por qué entonces Santiago insiste en que las obras son esenciales? ¿Por qué dice: “Pero alguno dirá, tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18)”? La explicación es que Santiago se dirige a aquellos que ya habían sido justificados por la fe en Cristo y que debían manifestar esa fe mediante buenas obras, que no servían para ser justificados pero sí para mostrar la fe del creyente.
Vemos pues que cada uno de los escritores tenía en mente una perspectiva diferente. Pablo explica como el pecador puede salvarse y Santiago explica como un creyente puede mostrar que su fe es real. Si bien es cierto que ambos utilizan la palabra obras debemos tener en cuenta lo anteriormente dicho. Pablo enseña que las obras son innecesarias e inútiles para obtener la salvación. Las obras de las que habla Santiago son las que hace una persona salva, que ya ha sido justificada por la fe. Hagamos mención aquí de que Pablo está de acuerdo en este tipo de obras, fruto de la fe verdadera, tal y como leemos en algunos pasajes de sus epístolas: “… y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para quelos que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras” (Tito 3:8); “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
Finalmente, ¿somos justificados por la fe o por las obras? La enseñanza de Pablo es que solo podemos ser justificados por la fe en Cristo Jesús, pero esa fe no puede estar sola, debe ir acompañada de buenas obras, consecuencia de dicha fe. La fe sola salva, pero la fe que salva no está sola. Debe ir acompañada de una manifestación externa para testimonio a los no creyentes. Debe ser una fe viva que actúa en medio de la sociedad en la que vivimos.
Ferran Cots, octubre 2020.