Tenemos tendencia a entender por voluntad de Dios todo aquello que Él quiere de nosotros. Y lo que Él quiere de nosotros en su voluntad es que seamos como Él fue. No debemos confundir esto con lo que quiere para nosotros.
Cuando el joven rico acude a Jesús (Mateo 19:16-22), este le dice lo que debe hacer. No le dice que carrera tiene que estudiar, ni donde debe trabajar, ni que pareja debe escoger, ni muchas de las cosas en las que pedimos que se haga la voluntad de Dios. Jesús no le dice lo que tiene que hacer en todos los aspectos de su vida, sino que todos ellos deben estar bajo su voluntad y bajo sus mandamientos.
La voluntad de Dios, lo que Él quiere de nosotros, es el tipo de vida que debemos llevar como creyentes, no como las demás personas de este mundo. Dios ha dado al ser humano libertad para escoger; le ha dado dones y capacidad para pensar y razonar. Pero además, a los cristianos, Cristo nos dejó establecidas unas pautas, su Palabra. Lo que Él quiere de nosotros, su voluntad, está escrito en la Biblia; pero lo que Él quiere para nosotros es un abanico de posibilidades.
Dios, a lo largo de nuestra vida, va a permitir que sucedan muchas cosas, que no quisiera que nos sucedieran. Nos dejará pasar enfermedades, pérdidas graves, problemas…, pero realmente siempre quiere lo mejor para nosotros. ¿Acaso Dios quiere que hayan guerras? ¿O hambre? ¿O violencia? Claro que no, pero lo permite. Igual que permite muchas cosas en nuestras vidas y en nuestras iglesias, aunque no es lo que Él querría.
Que elijamos lo que elijamos no significa que Él no sepa lo que vamos a escoger. Por ejemplo, uno puede escoger la carrera que quiera. Dios le ha dado capacidad de elección y dones para desarrollarse en aquello que más quiera hacer. A Dios eso le importa relativamente, lo que le importa realmente es que lo que escojamos lo pongamos a su servicio. Tengamos lo que tengamos que elegir (trabajo, casa, estudios…), lo que Él quiere es que lo que escojamos se lo dediquemos a Él. Por eso somos libres.
Muchas veces se ha entendido la voluntad de Dios como una línea. Dios tiene marcado un camino exacto para cada uno, te dice en que trabajo tienes que estar, con quien te debes casar, donde has de vivir, etc… Es cierto que Dios sabe qué camino seguirás en tu vida, pero todo lo que elijas no es por obligación, aunque Él sabe lo que harás. Es algo complejo el concepto. Todo lo que nos pasa es porque Dios lo permite y todo lo que decidimos hacer es porque nosotros queremos y Él también lo permite, pero no te obliga a ello. Pero tengamos una cosa bien presente, a Él no se le va nada de las manos. Lo controla, sabe y conoce todo. Dios es así, Todopoderoso, Omnisciente, Omnipresente.
Recordemos el ejemplo de Adán y Eva. Si Dios hubiera querido obligarnos a ser perfectos hubiera apartado el Árbol del Bien y del Mal de su vista o lo hubiera hecho inalcanzable. O sencillamente no hubiera permitido dejar entrar a la serpiente en el paraíso. Pero decidió darles libertad para elegir.
En el libro de Jueces vemos que Gedeón no conoce la voluntad de Dios. Y por eso le va poniendo pruebas para saber lo que Dios quiere (Jueces 6:36-40). A veces nos equivocamos pidiéndole a Dios pruebas para ver si una cosa es de Él o no lo es. Pero hay una diferencia muy grande entre Gedeón y nosotros. Bien, de hecho hay tres: la muerte de Cristo y su resurrección, la venida del Espíritu Santo a la tierra y la Palabra de Dios escrita como la encontramos hoy.
Si realmente uno quiere saber qué es lo que Dios quiere de su vida tiene la Palabra para saberlo. Hay cosas que Dios pide a cada uno de nosotros y si queremos saber su voluntad ahí lo tenemos todo. No debemos tratar de buscar que trabajo quiere Dios que hagamos, ni donde hemos de vivir, o tantas otras cosas, porque en la Biblia eso no lo vamos a encontrar. Lo que sí encontraremos es que nuestro trabajo debemos dedicárselo a Él y tiene que ser un trabajo honrado, que los creyentes no se pueden juntar en yugo desigual y que lo importante no es donde vivimos sino para quien vivimos.
La voluntad de Dios para nuestras vidas es como un círculo. Un gran círculo dentro del cual está todo lo que Dios nos da y todo lo que demanda de nosotros, salir fuera de ese círculo es desviarse de sus mandatos. Dentro de ese círculo encontraremos varios posibles trabajos, varias posibilidades de ministerios, en fin un abanico de posibilidades que Dios nos ofrece en esta vida que nos da en la tierra. Pero hemos de saber qué escogemos; debemos ser consecuentes y no salirnos del círculo. Hemos de mirar cómo pedimos. A veces le pedimos a Dios que nos muestre su voluntad y la tenemos delante nuestro. Si aparece algo delante de ti (un trabajo o lo que sea) y ves que no tiene nada de malo ni nada que puedas ver que haga que puedas salirte de ese círculo, pídele a Dios que te ayude en ello y a no salirte de su voluntad.
No intentemos entender el por qué de todas las cosas y por qué Dios permite ciertas cosas o situaciones. Eso no nos corresponde a nosotros; lo que nosotros debemos saber es cual es su voluntad para nosotros y nos toca decidir qué caminos y cosas vamos a tomar y a dejar en esta vida, pero sin perder de vista lo que Él quiere de nosotros como hijos suyos. No pidamos mal las cosas, porque a veces pedimos y no recibimos porque pedimos mal. La voluntad de Dios no es tanto que trabajes, o estudies, o quien sabe que hagas en concreto, sino que seas testigo de Él y lo hagas todo para Él.
“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17).
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).
Ferran Cots, abril 2022.