El 31 de octubre se celebra el 506 aniversario de la Reforma Protestante, iniciada por Martín Lutero en 1517. La Reforma fue —y sigue siendo— un movimiento que buscaba la práctica de una fe más acorde con los principios bíblicos emanados del Nuevo Testamento, tanto de los Evangelios como de las epístolas novo testamentarias. Se hizo hincapié en que la salvación es solamente por fe y que todo lo que debemos saber se encuentra en la Biblia, que debe ser leída con entera libertad por todos los creyentes, sin que ninguno pueda imponer al resto su opinión o interpretación particular de la misma. Esto entraba en franco conflicto con la práctica católica de la época, en la que la Escritura no estaba al alcance de todos y, además, el estamento oficial se arrogaba la capacidad para interpretar correctamente los escritos sagrados y añadir a los mismos lo que ellos dieron en llamar el «magisterio de la Iglesia», que en muchas ocasiones entraba en contradicción con la enseñanza bíblica.
Los principios emanados de la Reforma son los llamados las 5 «solas», que es la denominación conjunta para cinco frases en latín que surgieron durante la Reforma y resumen las creencias teológicas básicas de los reformadores protestantes, que entraban en contraposición con la doctrina católica.
1. Sola Escritura («sola Escriptura»).
Esto significa que solo la Biblia es la palabra de Dios, autoritativa e inspirada y, por consiguiente, la única fuente de autoridad; que es accesible para todos, es decir, que es capaz de ser entendida con claridad, y se puede autointerpretar por medio de ella misma. Que la Biblia no necesita interpretación fuera de ella misma es una idea que se opone directamente a las enseñanzas tradicionales de la iglesia ortodoxa y la iglesia católica, las cuales enseñan que la Biblia solo puede ser interpretada fielmente por medio de la tradición apostólica; estando ésta representada, para la tradición católico-romana, por el «magisterio»,que es la autoridad de enseñanza que tienen los obispos en unión con el Papa.
«Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en vuestros corazones. Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía ha tenido su origen en voluntad humana, sino que los santos hombres hablaron de parte de Dios inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:19-21).
«Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, perfectamente instruido para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17).
2. Sola fe («sola fide»).
Es la enseñanza que dice que la justificación —es decir ser declarado justo por Dios, lo que comporta la salvación— se recibe solo por la fe, sin ninguna mezcla ni necesidad de buenas obras, aunque la fe salvadora siempre se evidencia por las buenas obras. Podríamos resumir esta doctrina con la fórmula «la fe produce justificación y buenas obras», en contraste con la fórmula católico-romana «fe y buenas obras producen justificación».
«Ahora pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos enorgullecemos en la esperanza de la gloria de Dios» (Romanos 5:1-2).
«Sabemos que ninguna persona es justificada por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Por eso, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado» (Gálatas 2:16).
3. Sola gracia («sola gratia»).
Es la doctrina que sostiene que la salvación viene solo por la gracia divina, o gracia de Dios; es decir por un favor inmerecido, no como algo que el pecador haya conseguido por sus propios méritos.
«Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús» (Romanos 3:23-24).
«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo —es por gracia que sois salvos— y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no procede de vosotros, sino que es don de Dios. No es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie» (Efesios 2:4-9).
4. Solo Cristo («solus Christus»).
Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre, no hay salvación por medio de ningún otro.
«Pues hay un solo Dios, y así mismo un solo mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo» (1 Timoteo 2:5-6).
«¿Entonces, qué diremos a esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios, el que también intercede por nosotros» (Romanos 8:31-34).
5. Solo a Dios la gloria («soli Deo gloria»).
Toda la gloria es solo para Dios, puesto que la salvación solo se lleva a cabo a través de su voluntad y acción; y no solo el don de la redención todo-suficiente de Jesús en la cruz, sino también el don de la fe en esa redención, creada en el corazón del creyente por el Espíritu Santo.
«¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿Quién le dio a él primero, para que le sea recompensado? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén» (Romanos 11:33-36).
«Por eso Dios también lo exaltó y le dio el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:9-11).
Soli Deo gloria
Ferran Cots, octubre 2023, mes de la Reforma Protestante.