Hay canciones de Navidad que sorprenden por su letra. Pero cuando conocemos la explicación nos sorprende aún más el ingenio de aquellos que la compusieron. Este es el caso de “Los doce días de Navidad”.
En el siglo IV se eligió el 25 de diciembre como el día de la celebración del nacimiento de Jesús. Y el duodécimo día después de Navidad, el 6 de enero, fue elegido para recordar la visita de los magos a Jesús. A ese día se le llamó la Epifanía. En el siglo VI los doce días entre Navidad y la Epifanía eran días de celebración, finalizando con una gran fiesta la duodécima noche. “Los doce días de Navidad” es una canción dedicada a esos doce días. No se sabe cuándo ni por qué fue escrita, pero dice la leyenda que durante el siglo XVI los funcionarios de la Iglesia oficial de Inglaterra prohibieron todas las enseñanzas sobre Cristo, excepto las suyas. Los padres que se negaron a unirse a esta Iglesia usaron esta canción para enseñar a sus hijos en secreto. Cada vez que se cantaba la canción venía a la memoria de los que lo hacían una serie de enseñanzas sobre la Palabra de Dios, escenificadas mediante una serie de regalos, uno para cada día. Descubramos el significado de cada uno de estos regalos.
Pero, ¿quién da los regalos? La canción le llama “Mi verdadero amor”. ¿Quién puede ser esa persona? ¿Quién nos ama y nos da todas las cosas, día a día? Por supuesto el único que lo hace todo: Dios.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto…” (Santiago 1:17a).
1. “El primer día de Navidad, mi verdadero amor me dio una perdiz en un peral”.
La perdiz es una pequeña ave que está dispuesta a dar su vida para defender a sus crías de cualquier daño. ¿A quién nos recuerda la perdiz? A la única persona que voluntariamente dio su vida por nosotros, a Jesús. La perdiz en un peral recuerda a Jesús, el mejor de todos los regalos de Navidad, que murió por nosotros en la cruz.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”(Juan 3:16).
2. “El segundo día de Navidad, mi verdadero amor me dio dos tórtolas”.
Los padres judíos ofrendaban dos tórtolas a Dios cuando llevaban a un recién nacido al templo de Jerusalén. Estas dos tórtolas recuerdan las que ofrendaron José y María, cuando el niño Jesús fue llevado por primera vez al templo.
“Y cuando se cumplieron los días para que, según la ley de Moisés, ellos fueran purificados, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo ante el Señor… y para ofrecer al mismo tiempo el sacrificio prescrito por la ley del Señor: una pareja de tórtolas” (Lucas 2:22, 24).
3. “El tercer día de Navidad, mi verdadero amor me dio tres gallinas francesas”.
En aquella época las gallinas francesas eran mucho más caras que las comunes. Solo la gente adinerada podía comprarlas. Estas tres gallinas recuerdan los regalos que los magos ofrecieron a Jesús: oro, incienso y mirra.
“Al ver la estrella, se llenaron de gran alegría y cuando entraron en la casa vieron al niño con María, su madre, se postraron y lo adoraron. Luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:10-11).
4. “El cuarto día de Navidad, mi verdadero amor me dio cuatro pájaros cantando”.
Dios creó todo tipo de pájaros, cada uno con un canto especial. Hubo cuatro hombres que escribieron sobre la vida de Jesús. Eran como pájaros cantando (llamando), porque los libros que escribieron llamaban a la gente a creer en Jesús. Los cuatro pájaros cantando recuerdan a los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y los Evangelios que escribieron.
“Pero éstas (cosas) se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
5. “El quinto día de Navidad, mi verdadero amor me dio cinco anillos de oro”.
Los judíos consideran que los primeros libros del Antiguo Testamento (la Torá o la Ley) son cinco grandes tesoros que valen más que el oro. Los cinco anillos de oro recuerdan los cinco libros del Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
“… los juicios del Señor son verdad: todos justos. Deseables son más que el oro…” (Salmo 19:9-10).
6. “El sexto día de Navidad, mi verdadero amor me dio seis ocas poniendo”
Los huevos son un símbolo de vida. Los dos primeros capítulos de Génesis nos explican cómo Dios creó el mundo y todo lo que hay en él: las plantas, los pájaros, los peces, los animales, el hombre y la mujer. Las seis ocas sentadas sobre los huevos recuerdan la nueva vida que Dios creó en los seis primeros días de la creación.
“Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana del sexto día” (Génesis 1:31).
7. El séptimo día de Navidad, mi verdadero amor me dio siete cisnes nadando”
¿Cómo crecemos como hijos de Dios? El Espíritu Santo nos cambia por dentro y da siete dones especiales a los hijos de Dios. Estos dones nos ayudan a crecer y a servir a los demás. Los siete cisnes nadando recuerdan los siete dones del Espíritu Santo.
“Dado que tenemos diferentes dones, según la gracia que nos fue dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8).
8. “El octavo día de Navidad, mi verdadero amor me dio ocho sirvientas ordeñando”
Leer la Palabra de Dios es como beber leche. Nos ayuda a crecer en nuestro corazón, mente y espíritu. Jesús enseñó a sus seguidores unos dichos especiales llamados las Bienaventuranzas para ayudarlos a crecer fuertes en su fe. Las ocho sirvientas ordeñando recuerdan las ocho primeras Bienaventuranzas.
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3-10).
9. “El noveno día de Navidad, mi verdadero amor me dio nueve señoras bailando”
El baile es símbolo de alegría. El Espíritu Santo de Dios es nuestro ayudador. Él produce una serie de resultados dentro de nosotros. ¡Esas son buenas razones para bailar de alegría! Por eso las nueve mujeres bailando recuerdan las nueve cualidades que el Espíritu Santo de Dios produce en nuestra vida.
“Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, man-sedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23).
10. “El décimo día de Navidad, mi verdadero amor me dio diez señores saltando”
Antaño los señores eran hombres importantes cuyas órdenes debían ser obedecidas. La gente los honraba y obedecía sus reglas. ¿Qué reglas obedecemos nosotros? Los diez mandamientos nos dicen qué hacer y qué no hacer. Nos muestran cómo amar a Dios y a las demás personas. Los diez señores saltando recuerdan los diez mandamientos, que debemos obedecer.
“Yo soy el Señor tu Dios… No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás… No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano… Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Honra a tu padre y a tu madre… No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No dirás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás… cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo: 20:2-17).
11. “El undécimo día de Navidad, mi verdadero amor me dio once flautistas tocando”
Antiguamente los flautistas viajaban por las aldeas tocando alegres melodías con su flauta. Cuando los niños escuchaban la música lo seguían por todo el pueblo. Doce discípulos siguieron a Jesús, pero solo once permanecieron fieles a Él. Judas traicionó a Jesús. Como flautistas, los once discípulos entonaron el canto del amor de Dios dondequiera que iban. Muchos escucharon su mensaje y siguieron a Jesús. Los once flautistas nos ayudan a recordar seguir a Jesús, como los 11 discípulos fieles.
“Designó entonces a doce… : Pedro…; Jacobo… Juan hermano de Jacobo…; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el que le entregó” (Marcos 3:16-19).
12. “El duodécimo día de Navidad, mi verdadero amor me dio doce tamborileros tocando”
Un tamborilero debe tocar con un ritmo constante para que todos puedan marchar o tocar música al unísono, en armonía. ¿Qué pasaría si dejaran de tocar el tambor? Los cristianos pertenecemos a muchas denominaciones diferentes, pero una cosa nos da unidad, nuestras creencias comunes. El Credo Apostólico (del siglo V, probablemente) enumera lo que los cristianos creen sobre Dios. Esto produce unidad, como una banda que marcha al ritmo del tambor. Los doce tamborileros tocando recuerdan esas creencias comunes tan importantes, reflejadas en el Credo Apostólico.
“Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; y desde allí vendrá al fin del mundo a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna. Amén”.
Ferran Cots, diciembre 2022.