“¡Dios, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos! De la boca de los niños y de los que aún maman, fundaste la fortaleza a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: «¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?»Lo has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra. Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar; ¡todo cuanto pasa por los senderos del mar! ¡Dios, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8).
En la Biblia se encuentran revelados algunos hechos científicos mucho antes que el hombre los descubriera, tales como la redondez de la Tierra, que flota en el espacio y que el universo tuvo un principio. Por ello algunas personas han usado la Biblia como ayuda para lograr nuevos descubrimientos. Una de estas personas fue Matthew Maury, descendiente de hugonotes que tuvieron que huir de su país de origen, Francia, a Estados Unidos para poder practicar su fe en libertad.
Maury nació el 14 de enero de 1806 en el estado de Virginia, de familia hugonote él mismo era un fiel cristiano que tenía en alta estima la Biblia. Para él el mensaje contenido en ella era la verdad y provenía de Dios mismo; por dicho motivo meditaba en ella con regularidad.
A los 19 años se alistó en la marina de los Estados Unidos donde sirvió sin interrupción, hasta que un accidente le imposibilitó continuar en el servicio activo. Entonces le destinaron a un puesto que parecía poco importante, el Depósito de cartas marinas. Fue entonces cuando se dedicó a estudiar los vientos y corrientes marinas con un propósito; encontrar los “senderos del mar” de los que hablaba la Biblia en el Salmo 8:8: “… todo cuanto pasa por los senderos del mar”.
Hasta aquella época los buques empleaban meses en recorrer su trayecto, puesto que dependían totalmente del viento, lo que hacía la navegación larga y penosa. Un viaje desde Inglaterra a Australia, y regreso a Inglaterra, podía durar hasta 250 días. Cada buque navegaba como buenamente podía, y dependía mucho de los conocimientos previos del capitán de la ruta que siguiera.
Maury, teniendo en mente el versículo del Salmo mencionado, se puso a investigar para tratar de encontrar aquellos senderos del mar de los que hablaba la Biblia. Estudió los cuadernos de bitácora de muchos capitanes de barco. Anotó las rutas que habían seguido, y las corrientes y los vientos que habían encontrado e incluyó toda esta información en sus gráficos y, con el tiempo, pudo hacer mapas de las corrientes de los océanos.
Las corrientes marinas fluyen a través de los océanos de forma independiente al resto del mar; en realidad son como caminos a través del agua, fluyen a una velocidad independiente y son vitales en los ecosistemas marinos. Son verdaderos senderos del mar. Con todos los datos recogidos publicó unas guías de las corrientes y vientos, gracias a las cuales las travesías se redujeron de forma drástica. El viaje de Inglaterra a Australia, y regreso, pasó de 250 a solo 130 días. Desde entonces los tiempos de los viajes se redujeron de forma considerable, con el beneficio que ello reportaba. De hecho aun hoy en día se siguen usando las rutas que Maury propuso, ya que siguen facilitando considerablemente la navegación, incluso con los buques actuales.
Maury falleció el 1 de febrero de 1873 y ha sido reconocido, y sigue siéndolo, como un oceanógrafo excepcional. Su fe le llevó a hacer aquel descubrimiento que cambiaría para siempre el arte de la navegación a vela. Desgraciadamente hoy en día se tiende a ignorar la motivación inicial de su investigación. La humanidad no quiere ni siquiera oír hablar de Dios, y aunque sea necesario ocultar información o tergiversarla para no mencionar a Dios, siempre hay personas dispuestas a hacerlo.
Pero no es posible detener la voluntad divina. Todo aquel que se quiere enfrentar a Dios acaba siendo derrotado. La única solución es acercarse a Él con humildad y aceptar su ofrecimiento de perdón y salvación, entonces obtendremos una victoria extraordinaria, la victoria sobre la muerte eterna, conseguida por Jesucristo en la cruz. Tal vez no estemos destinados a hacer un gran descubrimiento como Maury, pero la fe en Dios y en su Palabra es suficiente. Como dijo una vez un creyente: “yo solo se que estaba perdido y Cristo me salvó”. Ese es el mayor descubrimiento que puedes hacer. No lo dejes pasar.
Ferran Cots, septiembre 2022.