En la predicación titulada «La autoridad», el predicador Yohel Arce aborda el tema de la autoridad en la iglesia a partir de tres fuentes principales: la Escritura, la persona de Cristo y el Espíritu Santo. A través de estos puntos, se plantea la relevancia de la autoridad divina en contraposición a las distorsiones humanas que pueden surgir en el contexto eclesiástico. La finalidad es reconocer y afianzar la verdadera autoridad que debe regir en la vida de la iglesia y en la experiencia de los creyentes.
- La autoridad de la Escritura: Se explica que la Biblia posee una autoridad intrínseca basada en su inspiración divina y su carácter inmutable, siendo un manual de vida diseñado por Dios que es fidedigno a través de los siglos.
- La autoridad de Cristo: Se establece que Jesucristo es la cabeza de la iglesia por derecho de creación, redención y el fundamento del matrimonio, enfatizando que la iglesia le pertenece a Él como su cuerpo.
- La autoridad del Espíritu Santo: Se subraya que el Espíritu Santo, como la tercera persona de la Trinidad, actúa como consolador y guía, otorgando dones y dirigiendo a la iglesia en su propósito divino, además de ser el templo de Dios en los creyentes.
- La problemática de la teología del abuso: Se aborda el concepto de abuso de autoridad en la iglesia, donde algunas figuras autodenominadas como líderes han distorsionado el rol divino para ejercer control sobre las congregaciones.
- El papel de la memorización: Se anima a los creyentes a memorizar versículos clave como una manera de internalizar y vivir la autoridad de la Escritura en su vida diaria.
En conclusión, la autoridad en la iglesia debe ser entendida como una realidad fundamentada en la Escritura, la persona de Cristo y el Espíritu Santo, donde los roles humanos deben someterse a esta guía divina. El predicador hace un llamado a los miembros de la iglesia para reconocer y actuar bajo esta autoridad, evitando caer en abusos o distorsiones que pueden surgir de la ambición humana. Así, la iglesia podrá cumplir su misión en el mundo con integridad y poder, siendo un reflejo del orden divino establecido por Dios.