«Lo que quiero es misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos» (Oseas 6:6).
En la vida a veces tenemos tendencia a pensar que el no estar involucrados en ninguna actividad no es bueno. Es entonces cuando nos dejamos llevar por un activismo exagerado y nos comprometemos en multitud de asuntos, a los que muchas veces no podemos atender con un mínimo de rigor.
En el caso del cristiano esto puede convertirse en algo preocupante. Absorbidos por innumerables actividades y tareas creemos estar en el buen camino y que eso es lo que realmente le agrada a Dios.
En la época de Oseas los israelitas, los habitantes del reino del norte, tenían una gran prosperidad material. No obstante su situación espiritual, a la par que moral, era un verdadero desastre. Pareciera como si confundieran la prosperidad material con la verdadera bendición de Dios.
Debemos tener mucho cuidado y no dar por sentado que las muchas actividades, o la ocupación persistente en algún objetivo en concreto, cuando parecen dar buenos resultados son sinónimo de bendición de Dios. Podemos llenar iglesias y tener una gran afluencia de supuestos cristianos y, sin embargo, estar ausente la bendición divina.
¿Significa esto que no debemos involucrarnos en ninguna actividad? ¿Qué no debemos programar actos o acontecimientos dirigidos a proclamar el mensaje de la salvación? ¿Qué debemos dedicarnos a la contemplación mística, o simplemente a la falta de iniciativa en la proclamación de dicho mensaje?
Nada más lejos de la realidad. Dios, a través del profeta Oseas, lo que le está diciendo a aquellos israelitas rebeldes es que por muchos sacrificios (actividades) que hicieran no conseguirían jamás el beneplácito divino. Por el contrario les exhorta a practicar la misericordia y a profundizar en el verdadero conocimiento de Dios (a través de su Palabra). Los sacrificios entonces serían hechos de forma correcta y con corazones sinceros y entregados a Dios, que es el principio y origen de todas las cosas.
Siglos más tarde el Señor Jesús dijo: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia…» (Mateo 6:33a). Estaba hablando en un contexto diferente, de la preocupación por las cosas de la vida, por lo material, llevado a extremos de una angustia por el futuro nada saludable. Pero el consejo también es válido para aquellos que llevados por su activismo han perdido de vista la verdadera meta, la gloria de Dios, algo que solamente con un buen conocimiento del mismo Dios se puede llevar a cabo correctamente. Nuestra obligación (y privilegio) es buscar la voluntad de Dios para cualquier cosa que hagamos o emprendamos y siempre, en palabras de Pablo: «Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor…» (Colosenses 3:23), «…sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1 Corintios 15:58b).
Ferran Cots, mayo 2024.