Se acerca Navidad y como cada año a nuestro alrededor oímos comentarios de los más variado. El más generalizado es que la Navidad está totalmente mercantilizada y que ya no es lo que era. Pero, ¿los que piensan así saben realmente lo que es la Navidad?
En el mundo Navidad es una fiesta más, un pretexto para reunir a la familia en celebraciones que muchos ya no saben o no recuerdan el porqué de las mismas. Se da por hecho que es una fiesta de paz y concordia, las familias se reúnen en torno a la mesa de Navidad, intentando aparcar sus diferencias, lo que no siempre consiguen. Otros argumentan que la Navidad es una fiesta para niños, que para los adultos, sobre todo si ya no tienen niños a su alrededor, es una fiesta indiferente o, en el peor de los casos, triste por los recuerdos del pasado y de los familiares y amigos que fallecieron.
Nada más alejado de la realidad. Navidad es una fiesta para el alma, para compartir con los seres queridos, para disfrutarla. Navidad es Dios con nosotros. ¿Acaso esto es solo para los niños? Si pensamos que Navidad es solamente una fiesta más estamos totalmente errados.
Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo. Dios hecho hombre que vino a este mundo como uno de nosotros (tremendo misterio) para vivir entre nosotros y dar su vida en la cruz para nuestra salvación. ¿Nos parece poco? Relegando la Navidad a su aspecto meramente festivo estamos olvidando algo muy importante, Cristo no apareció en este mundo por arte de magia; lo hizo a través de su nacimiento para que entendiéramos que Él, el Dios todopoderoso, se identificaba con nuestra condición, y de esta forma traer salvación a la humanidad, a aquellos que desean aceptarla y seguir a Cristo como Señor y Salvador.
Cuando iluminamos nuestras casas, vemos las calles y tiendas llenas de luces, en vez de pensar en el consumismo al que nos quieren llevar, pensemos en que la Luz verdadera vino hasta nosotros para iluminar el camino que nos llevará hasta su presencia. ¿Es consumista la Navidad? No. El problema está en nosotros y en cómo entendamos por qué celebramos esta fiesta. Nadie nos obliga a lanzarnos a una vorágine de gastos que probablemente desequilibrará más de un presupuesto familiar. El mensaje de Navidad es mensaje de salvación y vida eterna. No desechemos estos dos grandes regalos que Dios nos quiere hacer. De nosotros depende aceptarlos o rechazarlos. Pero dependiendo de nuestra decisión, así será lo que nos espere en el más allá.
«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Éste era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.» (Juan 1:1-5)
Ferran Cots, diciembre 2018.