¡Gracias Señor por darnos una nueva Navidad! Estamos muy agradecidos de poder celebrar, por tu misericordia, una nueva Natividad, esperada con alegría, haciendo memoria de tu primera venida en la humildad de la condición humana. El Adviento (Adventus = venida, llegada), ese tiempo tan especial para la vida de todo creyente, esperando tu segunda venida. ¡Estamos preparados! Ven, sí, ven Señor Jesús. Estos pasados 4 domingos previos a la Navidad nos han ayudado a reflexionar sobre el Mesías Salvador. Un tiempo propicio para leer y releer con los pequeños, jóvenes y mayores de la casa las profecías y el cumplimiento de las mismas. El Adviento es también una buena oportunidad para avivar en nosotros la esperanza, el gozo, la fe y la comunión. Acentuar la vivencia de la caridad y la solidaridad con los más necesitados.
¡Qué alegría cuando Tú vengas y te hagas presente en medio de tu pueblo! La Iglesia, todos nosotros, haremos fiesta y ¡se celebrará la Navidad como nunca!
• No hará falta la Corona de Adviento porque no necesitaremos prepararnos. ¡Tú, Señor, estarás presente!
• No hará falta el Calendario de Adviento porque no habrá cuenta atrás desde el 1 al 24 de diciembre. ¡Tú acudirás a la cita!
• No hará falta el árbol de Navidad porque no necesitaremos adornos ni estrellas ni ornamentos. ¡Tú, Señor, lo llenarás todo!
• No hará falta el Belén porque no necesitaremos ninguna representación de tu nacimiento. ¡Tú estás vivo!
¿Cómo prepararnos para tu venida? No podemos dejar que las luces de las calles nos impresionen, porque en unos días … se apagarán.
Cuando se anuncia la llegada de algo grande, uno no puede dormirse ni perder el tiempo en cosas vanas. Debemos mantenernos firmes en la espera. Aunque las lecturas bíblicas de Adviento están llenas de alegría y esperanza, nuestro gozo no puede ser robado por malas noticias de TV y prensa. ¡El que viene es el Salvador! Estemos velando y orando para fortalecer nuestra relación con Dios y con el prójimo.
La Navidad es como una reunión sagrada: «Y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por 7 días» (Levítico 23:40).Se puede comparar con el propósito de Dios cuando instruyó a su pueblo a reunirse cada año para la fiesta de los Tabernáculos. Debían reunirse juntos para alabarle… ¡una semana entera!
Esa reunión los ayudaba a identificarse como el pueblo de Dios, quien les mostraba su bondad a pesar de las dificultades personales o colectivas. Nuestra fe también debería fortalecerse cuando juntos recordamos la provisión del Señor y su presencia en nuestras vidas. El gozo durante las fiestas navideñas no es necesariamente la ausencia de sufrimiento, sino la presencia de Dios en cada uno de sus hijos. Entonces, ¿por qué no vivimos como si Cristo hubiera muerto ayer, hubiera resucitado hoy y vaya a volver mañana? ¡Jesús nació! Y su muerte fue necesaria para salvar a los hombres de sus pecados. ¡Resucitó!. Ahora está vivo, mi fe está fundada en el poder de Dios.
En la primera Navidad, el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser madre del Salvador, Juan el Bautista se removió en el vientre de su madre Elisabet cuando oyó a María, Herodes se sintió amenazado porque le dijeron que había nacido un Rey y mandó matar a los niños de dos años hacia abajo, unos pastores se dirigieron apresuradamente a ver los que había sucedido anunciado por el ángel, y unos magos de Oriente fueron a adorar al Rey siguiendo una estrella… Esto y mucho más aconteció cuando Jesús nació. Cuando Jesús nace en los corazones de las personas algo debería empezar a removernos, algo debería hacer palpitar todo nuestro ser, no podemos callar, no podemos parar… ¿El nacimiento de Jesús nos mueve a la adoración? ¿Nos mueve a contar a todos la verdad? ¿La salvación te mueve a ser consecuente y hablas a otros para que conozcan a Jesús para que sean salvos?
Ora. Actúa. Muévete. ¡Navidad es Jesús!
¡Feliz año nuevo 2024!
Abigail Rodés. Enero 2024.