La palabra mictam no tiene un significado claro. Parece que esta palabra está relacionada con un verbo que significa cubrir. Sin embargo la Septuaginta lo traduce: por “escrito grabado” o “inscripción sobre una tableta”. Otras traducciones sugieren “himno” o “poema”, en cualquier caso el mictam es un cántico en el que el salmista expresa su confianza en Dios. En total hay 6 salmos en cuyo encabezado figura la palabra mictam (16, 56 a 60) y cuyo autor fue David.
El salmo 16 es uno de los salmos en los cuales encontramos casi exclusivamente frases de exaltación a Dios. A decir verdad, solamente el primer versículo contiene una petición concreta. En el resto del salmo, David deja salir de su corazón pensamientos sobre las cosas en las que él se deleitaba. Pero, ¿en qué se deleitaba David?
En primer lugar, se deleitaba en la persona de Dios
Versículo 1: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti”.
David levanta su mirada a Dios, y de su corazón brota una petición:
“Guárdame, oh Dios.” David tenía a su disposición muchas cosas materiales para sentirse seguro, pero sabía que en dichas cosas no hay seguridad total. Por eso pide a Dios, porque sólo en Él existe seguridad total. David había confiado en Dios y sabía que Él no le defraudaría.
Después David da una mirada hacia su interior, hacia su corazón. Allí encuentra su alma hablando con Jehová y diciéndole: “Tú eres mi Señor.” David era un hombre poderoso de su época; pero lejos de jactarse de ello nos muestra que sobre él estaba la soberana persona de Dios. Por eso dice a Jehová: “Tú eres mi Señor.” La palabra Señor denota el concepto de Amo, Dueño y Soberano. David se inclinaba con gusto ante el Señor. Luego el salmista nos muestra que su deleite está en la persona de Dios. Dice: “No hay para mí bien fuera de ti.” Nada de lo que David tenía, poder, riquezas… traía el mayor deleite a su vida. Lo que verdaderamente le deleitaba era saber que tenía a Dios en su vida. ¿Nos sucede a nosotros lo mismo?
En segundo lugar, el deleite de David estaba en el pueblo de Dios
Veamos lo que dicen los versículos 3 y 4: “Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, ni en mis labios tomaré sus nombres”.
Esto es muy interesante. Después de deleitarse en la persona de Dios pasa a deleitarse en el pueblo de Dios. Los santos y los íntegros son los que traían complacencia a su alma. En cambio los idólatras van a ser traspasados por el dolor. David no quería participar en nada de lo que ellos hicieran y ni siquiera estaba dispuesto a nombrarlos con su boca. Tal era el celo de David.
¿Cuál es nuestra situación? ¿Nos deleitamos en la compañía de otros creyentes?
Para tener buenas relaciones con otros creyentes es necesario tener primero una buena relación con Dios. Todo conflicto entre cristianos parte de una mala relación con Dios.
En tercer lugar, David se deleitó en la provisión de Dios
Los versículos 5 al 10 dicen: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra; no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”.
Ahora David se deleita en la provisión de Dios. Es Dios quien se manifiesta como el gran proveedor de David, quien describe la belleza de su herencia espiritual de manera similar a la distribución de la tierra de Israel. Cuando dice que las cuerdas le cayeron en lugares deleitosos se está refiriendo al hecho que le tocó la mejor parte de lo que Dios puede dar. Por eso, concluye diciendo que es hermosa la heredad que le ha tocado. Pero Dios no se limitó solo a esto, sino que también era su permanente consejero. Aun cuando David estaba sobre su lecho, podía experimentar el consejo de Dios. Jehová era el que iba delante de David en todo momento. De esa manera el camino estaba seguro. Dios se había colocado a la diestra de David y eso significaba que no iba a ser conmovido jamás. Todo esto traía un gozo indescriptible sobre David lo cual resultó en un descanso para su cuerpo. Es en estas circunstancias que David pronuncia palabras que fueron una profecía sobre Jesucristo. Estaba seguro que el sepulcro, o el Seol, no era el fin para su cuerpo, sino que algún día se iba a levantar del sepulcro. Esta profecía se cumplió cuando Jesús resucitó de los muertos y también tendrá un cumplimiento futuro cuando David también lo haga al final de los tiempos, al igual que todos los hijos de Dios.
Finalmente, David se deleitó en la promesa de Dios
Versículo 11: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”.
David se deleita en lo que espera a todo verdadero cristiano después de la muerte. Dios le mostrará el camino para que pase por el valle de sombra de muerte y pase a la vida eterna en el cielo junto a Él en donde hay plenitud de gozo. Entonces habrá encontrado las delicias al alcance de su mano para siempre.
Puede ser que estemos pasando por momentos difíciles, pero debemos saber que no siempre será así porque algún día nosotros, los que hemos creído en Jesucristo y hemos sido salvados por Él, también tendremos las delicias al alcance de nuestra mano para siempre. No nos desanimemos. Confiemos en Dios. Dejemos que Él nos guarde como a David y deleitémonos en la persona de Dios, en su pueblo, en su provisión y en su promesa.
Ferran Cots, octubre 2019.