Este es el cuarto Mictam que encontramos en el libro de los Salmos. Como los anteriores (números 56 y 57) fue compuesto por David en momentos de dificultad y persecución, cuando era un fugitivo acosado por sus enemigos.
A. Clamor contra los gobernantes inicuos, vv. 1-2
Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres? Antes en el corazón maquináis iniquidades; hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.
David clama en este salmo contra aquellos que siendo gobernantes o jueces no actuaban con justicia. Tal vez eran personas que se habían puesto de parte de Saúl e intentaban acabar con David mediante decisiones o juicios injustos, considerándole un traidor, merecedor tal vez de una sentencia de muerte.
Así que después de cuestionar la justicia de estos personajes, David examina sus intenciones así como su forma de actuar y llega a la conclusión que su única intención era maquinar maldades y permitir que la violencia se extendiera por la tierra.
B. Una descripción de los gobernantes injustos y malvados, vv. 3-5
Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron. Veneno tienen como veneno de serpiente; son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el encantador sea.
El diagnóstico sobre los jueces era claro. Eran impíos desde su origen, en su naturaleza, desde su nacimiento. Pero David también entendió esto de toda la humanidad, incluido él mismo (He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmo 51:5)
La naturaleza de estos jueces era corrupta desde su nacimiento, especialmente en sus palabras. No decían nada cierto, todo su discurso era mentira. Esa mentira no pasa sin hacer daño, es como veneno. La situación de jueces y gobernantes les da un poder especial para oprimir a otros. Sus mentiras y actos de injusticia son más letales que el simple veneno de serpiente, sus palabras eran tan peligrosas como mortales.
C. David clama a Dios para que provoque la ruina de los impíos, vv. 6-8
Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos. Sean disipados como aguas que corren; cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos. Pasen ellos como el caracol que se deslíe; como el que nace muerto, no vean el sol.
David ora a Dios para que sea Él el que se vengue de estos jueces tan peligrosos como letales. Estos actuaban con soberbia, destruían a los demás con sus injusticias, tal como los leones trituran su presa con sus muelas. Por eso David pide a Dios que les quite ese poder corrupto que ejercían. Y no solo eso sino que también pide que sean dispersados, que desparecieran ellos y su poder. Y añade, de forma sorprendente y dura, que ojalá jamás hubieran nacido. De esta forma es seguro que nunca hubieran podido ejercer ningún poder maldito.
D. La confianza en el juicio de Dios vv. 9-11
Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos, así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad. Se alegrará el justo cuando viere la venganza; sus pies lavará en la sangre del impío. Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo; ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.
La idea que David quiere dar parece ser que tiene que ver con la velocidad que arden los espinos. El salmista pide a Dios que envíe su juicio sobre ellos como fuego violento y rápido.
Consecuencia de este juicio de Dios es que el justo se alegraría viendo como el juicio divino caía sobre aquellos gobernantes injustos y opresores, sería como si caminase en el campo de batalla de Dios una vez obtenida la victoria.
Y, como no, David desea que haya un orden moral bajo la mano de Dios, en el que la justicia se vea recompensada y la iniquidad juzgada con dureza. Su deseo era la justicia que esos gobernantes inicuos negaban e impedían.
Hoy día vemos que gobernantes y jueces no están actuando con justicia. En todos los niveles se miente con tal de obtener poder, ya sea para enriquecerse o para ejercer ese poder sobre los gobernados, sin que haya una acción de gobierno justa y equitativa.
Y que decir de la justicia. Juicios injustos, sentencias sin sentido, dependiendo de la interpretación y voluntad de algunos jueces. Leyes injustas que solo hacen más difícil la vida de los ciudadanos.
¿Cómo debemos encarar esta situación? Debemos aprender de David que siempre pone en manos de Dios el castigo, la venganza y la justicia contra todo tipo de corrupción.
Pero hemos de recordar siempre que este estado de cosas no durará permanentemente. Llegará el día en que Cristo volverá a la tierra a poner orden y justicia, y nosotros estaremos con Él tal como nos ha prometido. No olvidemos que su promesa de un próximo retorno es fiel y verdadera y debemos estar atentos.
¡Cristo viene!
Ferran Cots, diciembre 2019.