Ahicam,“hermano del que se alza” o “un hermano ha aparecido”. Principe de Judá que protegió a Jeremías (2 Reyes 22:12; Jeremías 26:24) y que el rey Josías envió a Hulda la profetisa cuando se encontró en el Templo el libro de la Ley (2 Crónicas 34:20, 21): “Y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a Asaías siervo del rey, diciendo: Andad, consultad a Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros…”.
Fue premiado cuando Nabucodonosor nombró a su hijo Gedalías gobernador de Judá (2 Reyes 25:22):
“Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán”.
Dios le dice a Jeremías que no retenga las palabras, que se pare en el patio del templo y predique un mensaje a todas las naciones de Judá. Era importante que Jeremías dijera absolutamente todo lo que Dios le dijo para que se arrepintieran y no sufrieran el juicio prometido. Pero se encuentra con la oposición de los sacerdotes, los profetas y el pueblo. Todos se juntaron contra Jeremías. Este se defiende y explica su mensaje.
“Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros” (Jeremías 26:13).
Jeremías dejó claro que no era cosa suya, que era el mensaje de Dios. Dios le envió y él obedeció. Su única esperanza era que Dios se arrepintiera del juicio en respuesta al arrepentimiento del pueblo.
(“Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios, porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. Pedro y Juan ante el concilio tienen una actitud similar, Hechos 4:19, 20).
Jeremías se mostró firme: “He aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca. Mas sabed que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros…” (Jeremías 26:14,15).
“Pero la mano de Ahicam hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, para que no le entregasen en las manos del pueblo para matarlo” (Jeremías 26:24). “Enviaron entonces y tomaron a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo sacase a casa; y vivió entre el pueblo” (Jeremías 39:14).
Jeremías solo encontró un amigo: Ahicam. Necesitaba protección y solamente la encontró en Ahicam. Era una reunión oficial, se estaba llevando a cabo un juicio. Jeremías fue impugnado por el pueblo y por las autoridades religiosas de la nación. Pero Dios veló por él.
APLICACIÓN:
¿Estamos más preocupados de lo que piensen otros que de obedecer a los mandatos de Dios?
¿Le pedimos al Señor fuerza y fe para mantenernos en obediencia o estamos ocupados en defendernos a nosotros mismos?
Si nadie está dispuesto a escuchar, ¿somos ambiguos en declarar Su verdad?
Cuando vemos la posibilidad que nos rechacen o persigan, ¿confiamos en Dios como Jeremías a pesar de tener a todo el mundo en la oposición?
¿Nos atrevemos a ser como Ahicam y ponernos al lado de la verdad y del Señor o de la mayoría?
¿Te has sentido alguna vez defendido por un Ahicam? Jesús es nuestro “Ahicam”, que nos defiende de toda acusación del maligno y nos libra de toda condenación.
Abigail Rodés. Mayo 2023.