Es tiempo de regalos y los niños lo saben bien. Esperan con gran alegría en estas fechas regalos de todos los tamaños y colores. Les encanta que estén bien envueltos con papeles bonitos, un gran lazo… ¡el asombro está garantizado, es enorme!
Si antes de dar un regalo al niño le pidiéramos que aunque fuera suyo lo regalara a otro sin saber lo que hay dentro, seguramente tendría sus dudas.
¿Te gustaría recibir este regalo? ¿A quién se lo regalarías? ¿Se lo darías a Jesús? ¿Por qué? ¿Tienes idea de lo que hay dentro?¿Crees que a Jesús le gustaría recibirlo?
Vamos a abrir la caja para ver si es adecuado para ti, para tu edad. Lo abrimos con cuidado y… ¡sorpresa!
Está lleno de basura orgánica, papeles viejos arrugados, otras cajas pequeñas sucias y chafadas. ¡Oh!
¿Sabes? Esta es la clase de regalos que mucha gente da a Jesús. Le obedecen si parece que a ellos les conviene. Gastan los billetes para sí mismos y dan los céntimos en la ofrenda. Van a la iglesia si no tienen otro plan. Van a orar si no hay un buen programa de TV, una buena peli o su serie favorita. Van al culto el domingo, siempre y cuando no les molesten el resto de la semana. ¿Es una manera justa de tratar a Jesús?NO. El merece lo mejor de nosotros, de nuestras vidas y no los restos. El Señor dice en su Palabra: “Dame hijo mío tu corazón” (Proverbios 23:26). ¿Qué regalo vas a dar a Jesús? ¿Uno con restos?
UN PAQUETE BONITO PERO ¿QUÉ HAY DENTRO?
Seguramente si en estos días recibes un gran regalo, bien envuelto, con un magnífico lazo, y una etiqueta preciosa, no vas a dejarlo a un lado para admirarlo siempre que quieras, sino que lo abrirás igualmente para ver el interior. ¿Lo dejarías para siempre a un lado sin mirar nunca lo que hay dentro? ¡Probablemente no! Así pasa a veces con la Palabra de Dios, tenemos hermosas Biblias cuyas tapas son realmente obras de arte. Pero lo más importante de las Sagradas Escrituras no son las tapas sino lo que hay escrito en el interior. ¡Abramos la Biblia, por muy bonitas que sean sus tapas, para leer lo que Dios nos dice y obedezcamosle. Dios dice: “Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).
UN REGALO SIN ABRIR
Había una vez una familia muy, muy pobre. El padre debía trabajar mucho y la madre estaba enferma. Vivían en una choza rota, con goteras, casi sin muebles, y los pocos que tenían estaban en mal estado. Llegó la Navidad y los niños estaban tristes, porque sabían que ese año tendrían muy pocos juguetes. Pero entre los regalos había uno tan minúsculo que pasó desapercibido y nadie le hizo caso porque era muy poca cosa.
Pasaron días hasta que por fin se decidieron a abrirlo. Al hacerlo descubrieron que contenía una llave. ¿Para qué servía? ¿De dónde era? Descubrieron que junto a la llave había también una nota: es la llave de vuestra casa nueva. ¡Qué alegría! Casi pierden esa bendición por no querer abrir el diminuto regalo.
Lamentablemente muchas personas viven así. Dios quiere bendecirlos, pero están tan ocupados quejándose que no se dan cuenta de lo que Dios les está regalando. O sólo tienen un pequeño evangelio y esperan tener su gran Biblia súper lujosa para empezar a leerla.
Dice la Biblia: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).
Conclusión: para que un regalo sea tuyo sólo tienes que cogerlo. Jesús te ha dado el mejor regalo de todos: la salvación y la vida eterna. ¿Lo quieres? ¡Puede ser tuyo si lo coges! Reconoce tu pecado y acepta el don de Dios.
¡Feliz año nuevo!
Abigail Rodés. Enero 2021.