Hoy os propongo hablar del tipo de amor que deja todo lo demás a un lado para centrarse en una cosa, lo sacrifica todo y desea tener más para dar más.
(Leer Juan 12: 1-8).
Jesús es ungido en Betania. En este capítulo termina el ministerio de Jesús y anuncia ya su muerte. Vamos a ir leyendo el texto y viendo cómo respondieron diferentes personas a este ministerio.
1. Marta respondió con un servicio sincero. Esta historia sucede seis días antes de la Pascua, era el prólogo de lo que iba a suceder en los siguientes días. Jesús llega a Betania y le hacen una cena. Dice el vers. 2 que Marta servía aun cuando Jesús le había llamado la atención anteriormente, como era un honor para ella servir a su Señor, equilibró su servicio, seguía teniendo un corazón para Dios. Se dejó moldear por Él, y eso se reflejó en su vida.
2. María respondió con una entrega total. María entregó lo mejor que tenía, un perfume raro y muy caro (en aquel tiempo era el equivalente al sueldo de un año) un aceite aromático importado y difícil de conseguir. Y el recipiente de alabastro también caro (algunos comentaristas dicen que era parte de lo que sobró de embalsamar a Lázaro). Parte de los gastos de muchos funerales de la época era el coste de los perfumes para embalsamar para disimular el hedor de la descomposición de los cuerpos. O quizás era su dote. Las mujeres en ese tiempo se ungían la cabeza en momentos especiales sobre todo en las bodas. Derramar el perfume fue poner su futuro a los pies del Señor. El pelo de la mujer era su gloria, siempre tapado, sólo suelto para su esposo, que hiciese eso con Jesús, enjuagar sus pies con sus cabellos, indicaba entrega total. Lavar los pies era cosa de los esclavos, de los siervos más humildes de la casa, tarea que en la cena de la Pascua nadie estuvo dispuesto a hacer, salvo Jesús mismo. María ofreció el contenedor, el frasco, y el contenido, el perfume, no negó nada a Jesús, más bien se negó a ofrecerle algo que no costara nada. Dice un dicho rabínico «El perfume de un buen aceite se extiende del dormitorio al comedor, mientras que el buen nombre se extiende de un extremo al otro del mundo.» Al decir que la casa se llenó del perfume, era no solamente el comedor sino toda la casa. Su unción se anticipó a la de José de Arimatea y Nicodemo (leer Juan 19:38-40). El gozo de María no estaba en lo que podía sacar u obtener con sus hechos sino en lo que podía dar.
3. Judas respondió con un interés personal hipócrita. Un hombre con una espiritualidad y una piedad aparente. No todos los que estaban esa noche en la cena tenían el mismo corazón. Judas tenía otras prioridades (Mateo12:34,35), estaba lleno de avaricia, salió lo peor de su corazón. Él vio lo que podía sacar, no lo que podía dar. La ambición de Judas era una fuerte debilidad en su vida. Judas tuvo la oportunidad de cambiar pero no lo hizo. La codicia y la compasión rara vez van de la mano. Jesús lo puso a cargo del dinero aún conociendo su corazón. Pasó tres años junto a Jesús y no cambió, siguió siendo el mismo. Judas nunca dio nada. El descontento me lleva a estar insatisfecho con lo que tengo, me endurece el corazón. La codicia llevó a Judas a traicionar a Jesús, el dinero no pudo calmar su conciencia, no pudo vivir con ello y se ahorcó. Las mentes entenebrecidas (Romanos 1:21) hacen cosas tenebrosas. Judas sólo dio una cosa: un beso, el de la traición. Cuando mis intereses no son los mismos que los de Cristo, corro el riesgo de venderlo como esclavo al primer postor en vez de derramar lo que tiene valor para mí a sus pies.
4. Y yo, ¿cuál es mi respuesta? Jesús quiere sacar lo mejor de nosotros. ¿Le dejamos? ¿Le damos todo a él? ¿Estoy reteniendo algo de mi vida? Todos y cada uno tenemos un llamado, María no sólo amó a Jesús, hizo algo al respecto.
¿Vas a responder con un servicio sincero como Marta? ¿Vas a entregar tu vida por completo a Dios sin reservas como María? ¿O tienes miedo de entregarte de esta forma total? ¿Vas a quedarte con algo? ¡Nadie da todo de sí sin lucha!
El aroma del perfume todavía se huele hoy, todavía se habla de ello en todo el mundo… pero también de la traición de Judas y de su corazón. Caminar con Cristo tiene un precio. ¿Estamos dispuestos a una vida de entrega sin reservas? Dios nos ha adquirido a un precio de sangre ¿Vivimos una vida que le agrade en todo? El verdadero cristiano no escatima nada para Dios: dinero, pertenencias, estabilidad, reputación, familia, la propia vida, menosprecio de otros, etc. Dios no escatimó ni a su propio hijo ¿Qué le escatimo yo? ¿Y tú? Escatimar es dar lo menos posible de algo, regatear, ser escasos, cortos, agarrados, tacaños. Su antónimo es dar abundantemente, ser generosos en todo, espléndidos, desprendidos.
«De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas. Y la buena fama más que la plata y el oro» Proverbios 22:1
«El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado» Proverbios 11:25
«Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado» Isaías 32:8
«Dios nos da las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos» 1ª Timoteo 6:17b,18
Abigail Rodés. Julio 2019.