“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán” Mateo 28:1-10.
(Para más detalles lee también Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12; Juan 20:1-18).
Ningún hombre puede poner fin a la historia, solo Dios. El hecho es que aun continúa hasta que Él quiera y nosotros formamos parte de ella, al igual que las dos Marías y otras mujeres del texto bíblico formaron parte de la resurrección de Jesús. Y esta historia continúa en ti y en mí y en cada vida que el Espíritu Santo está tocando al oír su Palabra y conociendo las Buenas Nuevas de Salvación.
Las dos Marías se acercan al sepulcro y, ¿qué pasa?
1. Sienten el mensaje: un gran terremoto (versículo 2).
2. Ven un mensajero: un ángel del Señor (versículo 2).
3. Oyen el mensaje: ¡No temáis! (versículo 5).
Dice la Palabra de Dios que hubo un gran terremoto (de índole tectónico no volcánico). Nos cuentan las Escrituras varios terremotos tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Un terremoto acompañará la aparición de Jehová para el juicio (Apocalipsis 6:12). Es uno de los terrores escatológicos (Marcos 13:8).
A continuación ven un mensajero divino, un ángel del Señor, que desciende del cielo y remueve la piedra del sepulcro.
Finalmente oyen el mensaje: “¡No temáis! No está aquí pues ha resucitado, venid y ved” (versículos 5 y 6).
Este primer mensaje es el primero de una cadena de mensajes. El ángel les manda diciendo: “… id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos” (versículo 7). Y las mujeres cumplen el mandamiento: “fueron corriendo a dar las nuevas…” (versículo 8). Mientras lo hacían, el mismo Jesús les salió al encuentro. Y más adelante vemos como los once discípulos fueron a Galilea donde estaba Jesús y le adoraron (Mateo 28:16,17).
Simplemente… Jesús había resucitado tal como lo anunció. La muerte no tiene poder sobre Él. El futuro está preparado. Un día le veremos cara a cara, no en Galilea sino en el cielo. Y le adoraremos. Caminamos por fe no por vista. El Evangelio anuncia, no explica. El mandato ha sido dado: “Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19)
Y la historia continúa… en ti y en mi. ¡Pásalo!
Tanto si eres niño, joven, hombre o mujer estás en esa cadena de mensaje. Dile al mundo: Dios no está muerto. Ha resucitado. Está en su Gloria. Pero pronto volverá. Una promesa: lo veréis.
Amén; si, ven, Señor Jesús.
ORACIÓN: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino, porque tuyo es, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Te damos las gracias porque resucitaste al tercer día como habías anunciado. Gracias porque el primer día de la semana de las tinieblas brilló la luz. Reconocemos que tu resurrección es gozo para tus hijos pero terror para tus enemigos.
Gracias por el ejemplo de las mujeres. Que tu Espíritu nos estimule a hacer lo mismo: dar a conocer a los demás tu vida, tu muerte y tu resurrección. Gracias Dios por ese sepulcro vacío.
Abigail Rodés. Noviembre 2020.