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Interpretación alegórica

Escrito por Ferran Cots

Entre los diversos recursos empleados en el lenguaje encontramos las metáforas, las parábolas y las alegorías. Las metáforas son imágenes del lenguaje figurado, por ejemplo podemos hablar de la primavera de la vida. Las parábolas, recurso utilizado ampliamente por el Señor Jesús tal como narran los evangelios, son narraciones ficticias que representan o significan, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral. Sin embargo las alegorías son una interpretación de un relato, de forma que represente o signifique otra cosa diferente.

En realidad la línea divisoria entre las alegorías y las parábolas es bastante fina y pueden confundirse. Ejemplos de parábolas las tenemos principalmente en los evangelios ya que Jesús solía usarlas a menudo para ilustrar una enseñanza espiritual. Un buen ejemplo de alegoría lo encontramos en el libro «El progreso del peregrino» de John Bunyan y el más actual «El regreso del peregrino» de C.S. Lewis. Podemos concluir que tanto las parábolas como las alegorías son útiles para enseñar verdades espirituales.

Sin embargo el problema aparece cuando se intenta alegorizar todo un texto. Entonces es posible hacer decir a un relato algo totalmente distinto a lo que realmente pretende decir. Alegorizar se convierte entonces en una desviación de la verdad, falseando el sentido real del texto, siempre que el mismo texto no sea ya una alegoría.

El peligro de la interpretación alegórica de la Biblia es precisamente lo anteriormente expuesto: se puede hacer decir al texto bíblico cualquier cosa, menos lo que realmente dice. En el tema de la interpretación de las Escrituras hay que ser sumamente cuidadoso y recordar lo que el apóstol Pedro dejó bien claro: «Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía ha tenido su origen en voluntad humana, sino que los santos hombres hablaron de parte de Dios inspirados por el Espíritu Santo» (1 Pedro 1:20-21).

No podemos alegorizar un texto en base a lo que creemos que significa espiritualmente, si la propia Palabra no da indicaciones de ello. Ejemplos de interpretación alegórica serían:

Cantares. Suele interpretarse alegóricamente como una referencia al amor que Cristo siente por la Iglesia.

Génesis 1:16. («E hizo Dios las dos grandes luminarias: la mayor, para que señoreara en el día, y la menor, para que señoreara en la noche; e hizo también las estrellas»). En la Biblia de Referencia Scofield, C. I. Scofield lo interpreta de forma alegórica. Aunque no niega el significado llano del versículo relativo a la creación, encuentra un significado espiritual más profundo (él lo llama tipológico). La luz/sol mayor es Cristo, y la luz/luna menor es la Iglesia, que refleja la luz de Cristo, y las estrellas son creyentes individuales.

Parábola del buen samaritano. Quizá el ejemplo más famoso de interpretación alegórica sea la explicación de Orígenes de la parábola del buen samaritano de Lucas 10. En la visión alegórica, el hombre al que roban es Adán, Jerusalén es el paraíso y Jericó es el mundo. El sacerdote es la Ley, y los levitas son los Profetas. El samaritano es Cristo. El asno es el cuerpo físico de Cristo, que lleva la carga del hombre herido (las heridas son sus pecados), y la posada es la Iglesia. La promesa del samaritano de volver es una promesa de la segunda venida de Cristo. Desde luego sobran los comentarios. El propósito original de esta parábola no era otro que dar respuesta a la pregunta de un doctor de la ley (pregunta bastante malintencionada) tal como aparece en Lucas 10:29. En vez de responder directamente Jesús le explica esta parábola, con la intención de hacerle reflexionar y que él mismo hallase la respuesta, además de servir de lección espiritual a todos los que la oyeron y los que la han leído y leerán a lo largo de la historia.

En estos tres casos, se atribuye al texto un significado espiritual que no aparece a simple vista. Entonces la pregunta que nos viene a la mente es: ¿quién puede atribuirse la autoridad o conocimiento para decir lo que realmente significa o no? Evidentemente, y como regla casi general, las interpretaciones alegóricas responden a la comprensión e ideas de una persona, y esto no es Palabra de Dios, son sólo opiniones personales. No podemos querer explicarlo todo, sin duda hay lagunas en la Palabra, pero son lagunas intencionales porque Dios ha querido limitar su revelación. No tenemos ninguna autoridad para querer rellenar esas lagunas a base de historias inventadas o alegorizando el texto según nuestro propio criterio, por muy válido que nos parezca. Reconozcamos que a lo largo de la historia de la Iglesia se han creado multitud de problemas precisamente a causa de alegorizar la Palabra de Dios y no querer entender que los pensamientos de Dios no son los nuestros, ni sus caminos los nuestros tal como lo revela el libro del profeta Isaías: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Isaías 55:8-9).

El problema del método alegórico de interpretación es que trata de encontrar una interpretación alegórica para cada pasaje de las Escrituras, independientemente de si se pretende o no que se entienda de ese modo. Los intérpretes que alegorizan pueden ser muy creativos, sin ningún control basado en el propio texto. Resulta fácil leer las propias creencias en la alegoría y pensar que tienen apoyo bíblico.

Siempre habrá algún desacuerdo sobre si ciertos textos deben tomarse literal o figuradamente y en qué grado, como demuestran los desacuerdos sobre el libro del Apocalipsis, incluso entre quienes tienen en alta estima las Escrituras. Para que un texto se interprete alegórica o figurativamente, tiene que haber una justificación en el propio texto o algo en el trasfondo cultural de los lectores originales que les hubiera llevado a entender el texto simbólicamente. El objetivo de todo intérprete que tenga una visión elevada de las Escrituras es descubrir el significado que se pretende dar al texto. Si el significado deseado es simplemente la comunicación literal de un hecho histórico o la explicación directa de una verdad teológica, entonces ese es el significado inspirado. Si el significado que se pretende es alegórico, entonces el intérprete debe encontrar alguna justificación para ello en el texto y en la cultura de los oyentes/lectores originales.

Ferran Cots, octubre 2025.

Publicado en: Reflexiones

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