(La Coruña 1919 – Barcelona 2010)
Desde que su firma empezó a ser conocida desde el primer número de la revista «El Camino» (1945), su bibliografía creció y se diversificó con relatos para niños como «Tita María y sus sobrinitos», «Vacaciones», «El niño Jesús», y para adultos. Otras grandes constantes en su obra fueron las referencias a la Biblia, a los Padres y Doctores de la Iglesia, a la Divina Comedia, El Quijote, Fray Luis de León… Libros como «El símbolo apostólico», «Adonibezec», «San Agustín», «Sancho Panza y el alma española», «El infierno dantesco», «La iglesia católica», «No hay otro nombre», «Conversiones»,han sido de obligada consulta, transcritos en diversos artículos de revistas destacadas, conservándose también los relatos radiofónicos de TWR (Trans World Radio).
Misionero en Tánger, casado con Milagros Heredia Sanchis, (conocida en el mundo de la radio como Tita María) tuvieron dos hijos, Miguel y Eva. Miembro activo en la iglesia evangélica en la avenida de Mistral de Barcelona. Fue básicamente locutor de radio desde Tánger y Montecarlo -junto con su esposa María que ponía la voz a los relatos para niños- y escritor durante toda su vida. Algunos de sus escritos podemos encontrarlos también en la revista «Edificación cristiana».
Transcribo una de sus cartas dirigida a mí:
«Amable sobrinita:
es con especial placer que junto con esta carta te mando un calendario para 1967, el cual, como en años anteriores, he editado para mis pequeños radioyentes. Espero que este obsequio será de tu agrado y que seguirás escuchando mis emisiones todos los domingos a las dos y cuarto de la tarde. En el calendario que te envío podrás ver una foto mía, junto con Evita, mi hijita y tu primita, la cual anuncia en muchas ocasiones los libros que envío a los niños. Quisiera recomendarte que cada mes te aprendas de memoria el versículo bíblico que aparece al pie de la hoja mensual del calendario. Es algo que puede ser de mucha bendición para tu alma, pues se trata de la Palabra de Dios, la cual, como dice el apóstol Pablo “te puede hacer sabia para la salvación que es en Cristo Jesús”.
Confío que estarás leyendo los libritos que te he enviado, y que por medio de la lectura cada día conocerás más y mejor al Señor Jesucristo que tanto te amó, que murió por ti en la cruz del Calvario. Aunque sé que tienes muchas ocupaciones, si tienes tiempo de escribirme unas líneas, no dejes de hacerlo. Entretanto, quisiera enviarte un fraternal saludo con los mejores deseos de bendición para ti y los tuyos.
Fraternalmente en Cristo, tu tío Miguel».
(La carta no tiene fecha pero el remitente es Tita María. Apartado 122 Matosinhos. Portugal).
En verano del 67, con 7 años, en mi primer campamento, en Vallorguina, acepté a Jesús como Salvador y Señor de mi vida.
La vida de mis tíos como misioneros en Tánger tuvo siempre un impacto positivo en mi vida. Doy gracias a Dios por sus vidas de entrega y servicio. Su trabajo incansable y su humildad fueron un gran ejemplo para la familia.
Una larga vida de ministerio, ayuda al prójimo y ocupación en la obra del Señor.
«¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian las buenas nuevas» (Romanos 10: 14-15).
LA MEJOR ANÉCDOTA DE MI VIDA
«Como tantos adolescentes, a mis dieciséis años estuve buscando algo que llenase mi alma y satisficiera mis anhelos espirituales más íntimos. Anduve de aquí para allá, deseando llenar el vacío que sentía mi corazón… pero nunca hallé lo que buscaba.
Hasta que, un día, por medio de un compañero de trabajo, en una importante casa comercial donde trabajábamos, pude escuchar por vez primera acerca de los evangélicos o, como mejor se les conocía antes, de los “protestantes”. La simple mención de este nombre me hizo ponerme a la defensiva creyendo, como muchos todavía creen, en algo anti-cristiano. Con todo, la paciencia de este buen amigo y compañero de trabajo, llevó sus frutos hasta conseguir que aceptase una invitación para asistir a una reunión en una “Sala Evangélica”, como la llamaban antes.
Difícil sería describir los sentimientos de mi corazón al primer contacto con el Evangelio y, al propio tiempo, con los evangélicos, ya que había una atmósfera tan sincera y genuina en el testimonio y conducta de aquellos creyentes, que hizo nacer en mí el deseo de poseer “aquello” que ellos tenían y que yo no había alcanzado, pero que había estado buscando durante tantos años.
Después de haber oído por vez primera el Evangelio, mi compañero me recomendó que leyese la Biblia, cosa que hice inmediatamente, pues quería conocer más profundamente lo que había oído y verificar si el testimonio de aquel hermano coincidía con lo que la Escritura decía.
Accedí a la invitación que mi compañero de trabajo me hizo para el domingo siguiente, y fue entonces cuando pude comprender más claramente el mensaje del Evangelio y sus exigencias.
Allí en aquella mismaSala Evangélica, aquella tarde di testimonio, junto con otros hermanos y hermanas, de que aceptaba a Cristo en mi corazón como mi Salvador y Señor.
Después de ser bautizado, los ancianos de aquella Asamblea consiguieron vencer mi timidez y hacer que diese mi testimonio personal desde el púlpito.
Fue un comienzo difícil, pero gozoso, ya que aquellas ocasiones de testimonio me obligaron, por así decir, a meditar en la Palabra de Dios y enriquecer mi alma con su enseñanza.
Gracias a la visión de algunos hermanos, fui encaminado a un servicio con más responsabilidad en la Asamblea, lo cual fue de importancia capital para un completo servicio cristiano, por medio de la radio, que Dios tenía preparado para mí.
Cuando miro hacia atrás es hermoso ver que todo empezó, hace casi medio siglo, por medio de un simple pero sincero testimonio personal. El mismo testimonio cristiano que tú y yo podemos ofrecer a los que nos rodean.
Miguel Valbuena (Junio de 1984)»
Abigail Rodés. Noviembre 2025.
