• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
Església les Corts

Església les Corts

Iglesia evangélica en Barcelona

  • sobre nosotros
  • servicios
  • mensajes
  • biblioteca
    • Gaston Racine
    • Libros propios
  • blog
  • contacto

Reflexiones

Yendo a hacer la compra

septiembre 2, 2025 by Abigail Rodés

«Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir» (Mateo 25:1-13).

En esta parábola se describe el regreso de Cristo. Ya en el Antiguo Testamento, Dios se muestra como el esposo (Oseas 2: 16- 23); y en el Nuevo Testamento se presenta como el novio de la Iglesia (Juan 3:29).

Una boda judía en los tiempos bíblicos era todo un evento social y religioso muy importante. Habían muchos días de fiesta, acuerdos y pactos entre la familias, rituales, promesas y bendiciones, intercambio de regalos, la ceremonia con la jupá (dosel nupcial), etc.

La novia se preparaba en su casa junto con su familia y amigas. El novio, acompañado de sus amigos, se preparaba para recibir a la novia en su casa. Una procesión festiva con música, cantos, muchos invitados… Eran días de mucha alegría. La ceremonia debía celebrarse en la jupá —símbolo que representaba el hogar que juntos iban a construir—.

El matrimonio era, y sigue siendo, una institución sagrada creada por Dios, un pacto de por vida entre un hombre y una mujer, para formar una familia, esencial para la continuidad del pueblo judío. Por ello, toda la comunidad se reunía para celebrar con los novios y sus familias. El futuro matrimonio solía ser muy joven. La edad del novio solía ser de 18 años y la de la novia, 14 años. En la mayoría de los casos, la unión era arreglada por los padres de los jóvenes. Durante el período de compromiso, la pareja vivía separada mientras los padres deliberaban y negociaban la dote. Una vez se ponían de acuerdo, ya se podían casar. La boda duraba una semana. Los amigos del novio estaban siempre con él ejerciendo de maestro de ceremonias. La novia estaba siempre con sus amigas que ejercían de damas de honor. En esta procesión se cantaban canciones de boda extraídas del Cantar de los Cantares: «¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, sahumada de mirra y de incienso y de todo polvo aromático?» (Cantares 3:6).

Es en esta «peregrinación» de casa de la novia a casa del novio que nos vamos a detener. Es el punto de la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13). «El Reino de los cielos es semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo». Se esperaba que todos los invitados llevaran su propia antorcha para cuando anocheciera. La antorcha podía ser una lámpara con un tanque de aceite o un palo con un trapo empapado en aceite que debía mojarse de vez en cuando para mantener la llama. Esta parábola está centrada en la segunda venida del Señor a la tierra y expone dos formas de acogerle con el ejemplo de las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes imprudentes. Jesús cuenta a los apóstoles que deben esperar la segunda venida de forma atenta, vigilante, preparados para recibirle. Jesús les advirtió que habrán personas incautas, que tendrán sus lámparas pero no su aceite, y otras personas precavidas que tendrán sus lámparas preparadas con aceite suficiente por si el novio se tarda. En la parábola se describe que todas las vírgenes cabecearon y se durmieron (v. 5). Y cuando llegó el esposo… ¡Ay! Todas se levantaron, arreglaron sus lámparas pero algunas no tuvieron aceite para llegar.

—¡Dadnos de vuestro aceite!

—¡No! Id a comprar para vosotras.

Dice la Escritura que mientras ellas iban a comprar, vino el esposo, se llevó a las cinco vírgenes preparadas y cerró la puerta tras ellas. Nosotras no sabemos ni el día ni la hora en que volverá el Señor, pero me gustaría pensar que estáis en el grupo de las mujeres prudentes y sensatas, preparadas para la segunda venida del Señor.

No quiero pensar en que estáis en el grupo de las mujeres despreocupadas, indiferentes a la segunda venida. ¡El esposo viene! ¡Pronto! Y debemos estar listas para verle. ¿Tienes suficiente aceite? ¿Estás preparada? ¿O estás yendo a hacer la compra? Una gran historia con una gran lección espiritual. El novio no llegó en el momento esperado, se retrasó, y eso marcó la diferencia entre los dos grupos de vírgenes. «Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir» (Mateo 25:13). «Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor» (Mateo 24:42).

¿Estamos preparadas? ¿Cuándo vendrá el novio? No sabemos, sólo sabemos que va a volver. Las vírgenes se durmieron porque la espera fue larga. El sueño no determinó si eran sabias o no. La única diferencia, el único detalle, es la cantidad de aceite que llevaron. Cinco no tenían suficientes reservas para la espera. Cinco tomaron su tiempo para prepararse bien. Las sabias podían esperar el tiempo necesario, las necias, no. ¡Velad! El aceite en la Biblia es símbolo del Espíritu Santo y esto no es algo que pueda ser transferido de una persona a otra. Marca la diferencia. ¿Cuál es tu medida de aceite? Es un recurso que no podemos compartir. ¿Tienes aceite de sobras? ¿O estás yendo a hacer la compra?.

Seguimos esperando… pero como Juan decimos: «Sí, ven, Señor Jesús» (Apocalipsis 22:20).

¡Ciertamente vengo en breve!…

Abigail Rodés. Septiembre 2025.

Publicado en: Reflexiones

Qui va veure? Qui sóc? Qui va dir?

septiembre 2, 2025 by Abigail Rodés

A. Qui va veure…?

• Una escala de la terra al cel?

• Quatre homes en el forn de foc?

• Un carner travat en un esbarzerar?

• Una barqueta de joncs en l’aigua?

• Un núvol com el palmell de la mà?

• Una arca una vegada a l’any?

• La terra de Canaan des del cim del Pisga?

• A Llàtzer al si d’Abraham?

• Un velló de llana mullada amb la rosada?

• El fill de l’home a la dreta de Déu?

B. Qui sóc?

• Moisès em va canviar el nom.

• Jo batejava al Jordà.

• Profeta i doctor a Antioquia.

• El servent de Caifàs. Pere em va tallar l’orella.

• El company de viatge de Pau i Bernabé.

• Germana de Moisès i Aaron.

• Els meus fills eren Joan i Jacobo.

• Vaig tenir dos marits i un fill.

• Vaig ser deshonrada i venjada.

• La nodrissa de Rebeca.

C. Qui va dir…?

• Déu me’n guard! Déu me’n guard de devastar o de destruir.

• Lleva’t, que em vull acomiadar de tu.

• Acosteu-vos i escolteu què diu el Senyor, el vostre Déu.

• Se m’han presentat a casa dos homes, però no sabia d’on eren.

• Hi aniré si tu vens amb mi; però, si no vens, no hi aniré.

• El Senyor, que és just, estima la justícia.

• Beneït sigui el Senyor, Déu d’Israel.

• Doncs jo tampoc us dic amb quina autoritat faig tot això.

• Omple de béns els pobres, i els rics se’n tornen sense res.

• Qui va amb un savi es torna savi, qui va amb un neci es torna neci.

SOLUCIONS:

A. Jacob. Nabucodonosor. Abraham. La filla de Faraó. El servent d’Elies. El summe sacerdot. Moisès. El ric. Gedeó. Esteve.

B. Josué. Joan. Lluci. Malcus. Marc. Maria. Salomé. Rut. Dina. Débora.

C. Joab. Samuel. Josué. Rahab. Barac. David. Zacaries. Jesús. Maria. Salomó.

Abigail Rodés. Setembre 2025.

Publicado en: Reflexiones

Falsos maestros

julio 1, 2025 by Ferran Cots

Uno de los mayores peligros que podemos enfrentar es el de los falsos maestros. Aquellos que con un aparente barniz de conocimiento y sabiduría transmiten ideas y conocimientos falsos en nuestras mentes. Y tal es la importancia que Dios da a este peligro, que nos ha dejado diferentes advertencias en su Palabra, la Biblia.

Ya el apóstol Pablo, en su carta a los corintios, decía: «Porque estos falsos apóstoles son obreros fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Así que, no es extraño si sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras» (2 Corintios 11:13-15). Como vemos, ya desde el principio de la iglesia existió este grave problema, que perturbaba la fe de los creyentes. No es nada nuevo. Pero hoy, igual que entonces, parte del problema reside en nosotros, si no conocemos bien la Palabra de Dios para detectar a esos falsos maestros y no caer en su lazo.

Corren entre las iglesias personajes que proclaman doctrinas falsas que pueden llevar al error a los creyentes más inmaduros, ya sea porque son recién convertidos o porque voluntariamente no han querido conocer la Palabra de Dios. Algunas de estas desviaciones, que no tienen ningún fundamento bíblico son:

• La teología de la prosperidad.

• Los pactos con Dios para obtener sanidad y ser prosperados.

• Los falsos argumentos de la guerra espiritual, según los cuales podemos dar órdenes a Dios y a los ángeles.

• La creciente corriente de «obreritis», «apostolitis» y «profetitis». Les preocupan más los títulos que ser hombres y mujeres al servicio de Dios y su Iglesia.

• Utilizar las congregaciones para hacer política o exaltación personal ministerial.

• Exaltar a pastores, ancianos y obreros por encima de Cristo (esto es claramente idolatría).

• Los falsos maestros o profetas que anuncian cosas de su invención, pero dicen que son Palabra de Dios.

• Decirle a quien no ofrenda (o diezma), que perderá las bendiciones y no será prosperado.

Y así podríamos encontrar algunas más.

Baste algunas citas bíblicas para darnos cuenta de a qué nos estamos enfrentando:

«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7:15).

«… también habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras y hasta negarán al Señor que los salvó. Al hacer esto, atraerán sobre sí mismos destrucción repentina» (2 Pedro 2:1b).

«Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos renegarán de la fe y harán caso a espíritus engañadores y a doctrinas demoníacas, que actúan con hipocresía y mienten, pues tienen cauterizada la conciencia. Estos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que, con acción de gracias, participaran de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad» (1 Timoteo 4:1-3).

«Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas» (Hebreos 13:8-9a).

Los engañadores en nombre de la religión y el legalismo, aprovechan la sed que nuestra sociedad tiene de Dios. El anhelo de un mensaje que llene el vacío interior.

Pablo, en su segunda carta a Timoteo, advirtió: «Pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, por su ansia de oír, se buscarán maestros conforme a sus propias pasiones, cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a las fábulas» (2 Timoteo 4:3-4).

Los líderes sectarios, los falsos maestros, los malos obreros y otros tantos personajes, aprovechan el «ansia de oír» de infinidad de hombres y mujeres, para enseñarles pautas mentirosas que satisfagan sus necesidades: vivir como quieren y llamarse cristianos.

Si estás congregándote en una iglesia donde no importan las almas sino el dinero u otras cosas; donde el pastor, obrero o líder es el más importante y no la obra redentora del Señor Jesús; si te dicen que la Biblia está mal traducida o las fábulas (falsas enseñanzas) son más importantes que la Biblia… sal huyendo de ahí. Busca una iglesia local donde se comparta el evangelio verdadero. Y este es el núcleo del verdadero evangelio de Cristo: «Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Corintios 15:3b-4).

Es hora de acogerse a la gracia de Dios. Por ella Dios perdona todos —sí, todos— nuestros pecados, del pasado, del presente y del futuro. Así responde Dios el Padre a un sincero arrepentimiento. Jesús ya pagó por toda nuestra maldad, al morir en la cruz. Ese sacrificio redentor nos ha abierto las puertas a una nueva existencia y a la vida eterna. Apropiémonos de la gracia divina.

Ferran Cots, julio 2025.

Publicado en: Reflexiones

La soberbia humana

julio 1, 2025 by Ferran Cots

15 de abril de 1912, 2:20 horas de la mañana. Se hunde definitivamente el Titanic, aquel prodigio de la construcción naval que debía marcar el inicio de una nueva generación de buques, más grandes y más rápidos. Por lo menos esa era la idea. Corría en boca de todos que el Titanic era insumergible. Se cuenta que la esposa de uno de los tantos pasajeros del viaje inaugural, que contemplaba cómo el personal de cubierta cargaba el equipaje en el buque, preguntó a uno de los mozos: «¿Es verdad que este barco no se puede hundir?». El chico le contestó: «Así es, señora, ¡ni Dios mismo podría hundir este barco!». En realidad no se sabe que quería significar aquella declaración, probablemente lo que quería decir era que el barco, recién construido con la última tecnología al alcance de la época, no sucumbiría ante el Océano Atlántico. Pero también se dijo que los constructores, los astilleros Harland & Wolff de Belfast, y el propietario del Titanic, la compañía naviera White Star Line, afirmaron que era insumergible. Sin embargo parece que lo que realmente dijeron fue que la nave era prácticamente insumergible, es decir casi. En cualquier caso fue una declaración poco afortunada que perseguiría tanto al constructor como al propietario durante años.

A lo largo de la historia hay acontecimientos similares. El ser humano, haciendo gala de una soberbia total, ha sido capaz de magnificar sus obras o hazañas a niveles muy altos, y sin embargo muchos de esos sucesos acabaron en verdaderas catástrofes por falta de humildad y conocimiento. Desde los grandes imperios del mundo antiguo, hasta los más recientes (España, Inglaterra…), todos ellos han sucumbido a pesar de los esfuerzos del hombre para evitar su caída. Parecía que eran indestructibles, que nada ni nadie podría acabar con ellos. Como otros «Titanic» de la historia también apareció su correspondiente iceberg que provocó su hundimiento.

Basta recordar el imperio caldeo (babilónico), que dominaba prácticamente todo oriente medio. En una noche cayó ante Darío de Media (ver Daniel 5:30-31). La soberbia del rey en funciones, Belsasar, le llevó a la ruina en unos instantes.

La prepotencia y la soberbia van cogidas de la mano. Recordemos el gran imperio romano. Dominó prácticamente toda Europa, el norte de África y oriente medio. Se creían invencibles. Sus legiones eran una máquina de guerra imparable. Pero esa misma soberbia hizo que se creyeran invencibles, cuando a su alrededor ya había muchas señales de decadencia. Sin embargo no hicieron caso de ellas. Roma se dividió en dos imperios y, a partir de ahí, empezó el declive de ambos hasta su desaparición. El imperio de occidente a manos de los bárbaros del norte de Europa en el año 476 y el de oriente (imperio bizantino) a manos del imperio otomano en 1453. ¿Dónde quedó la prepotencia de aquellos imperios? ¿Dónde quedó su poder?

Las obras del hombre son siempre limitadas porque se basan en algo que parece que no queramos reconocer, nuestra finitud. Nada de lo que hagamos permanecerá eternamente. Ya el salmista (David) decía: «El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella y pereció, y su lugar ya no la conocerá más» (Salmo 103:15-16). Abundando en esta idea el profeta Isaías dijo: «Que toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento del Señor sopla en ella. ¡Ciertamente, como hierba es el pueblo!» (Isaías 40:6b-7). Como vemos ninguna de nuestras empresas prosperará eternamente. Todas tienen fecha de caducidad, como nosotros mismos. No hay cabida para la soberbia. Santiago advertía en su epístola: «Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala» (Santiago 4:16 RVR60).

¿Cómo afrontar esta situación? Lo primero es comprender por qué hemos llegado a ella. Hemos de entender que el fracaso de la humanidad se gestó desde el momento en que le dio la espalda a Dios. Hasta entonces todo era perfecto, eterno. Pero cuando el ser humano quiso ser igual a Dios, a causa de una media verdad que, en realidad, era una gran mentira de Satanás empezó la decadencia imparable de la creación. Sólo si reconocemos que somos responsables de esto podremos empezar a buscar la solución. Hemos de dejar de lado nuestra soberbia y reconocer con humildad que somos lo que somos por culpa nuestra. A esta separación de Dios se le llama Pecado, y a su vez genera multitud de malas acciones que Dios llama pecados. Las grandes obras y hazañas de la raza humana están condenadas al fracaso porque están hechas a espaldas de Dios. Si no podemos rehacer nuestra relación con él, entonces en vano es que nos esforcemos.

Nosotros rompimos nuestra relación con Dios, pero no podemos recuperarla. Por mucho que nos esforcemos no lo conseguiremos jamás. ¿Significa esto que no hay esperanza? No, en absoluto. Sí hay esperanza. Dios mismo se ha encargado de ofrecernos la solución. La recompensa que merecíamos por el pecado es la muerte eterna. Sin embargo, Dios mismo toma cartas en el asunto e interviene directamente en la historia de este mundo. No fue una solución de emergencia. Fue algo que ya tenía planeado desde antes de la creación del mundo porque, no lo olvidemos, Dios es eterno y existe al margen del tiempo.

Cuando llegó el momento oportuno, Dios se hizo hombre y vino a este mundo, como uno de nosotros, pero sin pecado. Sólo él podía pagar lo que nosotros debíamos, sólo él nos podía reconciliar consigo mismo. ¡Y a qué precio lo hizo! Se dejó ajusticiar en una cruz, símbolo de maldición, para cargar con nuestra culpa y abrir un camino directo a su Reino. Si intentamos razonar esto estaremos perdidos, es un acto de pura gracia y justicia de Dios, y él quiso que así fuera. Aceptemos las palabras de Cristo cuando dijo: «Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree no es condenado…» (Juan 3:16-18a).

Podemos creer o no creer, pero ambas cosas tienen su consecuencia. Creer significa tener vida eterna, sin fin. No creer tiene consecuencias desastrosas: «… pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios» (Juan 3:18b). Esto es totalmente cierto, y no cambiará jamás, porque Dios es inmutable (no cambia, ver Santiago 1:17). Leemos en el libro del profeta Isaías: «La hierba se seca y se marchita la flor, mas la palabra de nuestro Dios permanece para siempre» (Isaías 40:8).

De ti depende formar parte de la eternidad con Dios, o sufrir el tormento de una eternidad alejado de él, sabiendo que podías haber puesto remedio confiando y creyendo en Cristo.

Ferran Cots, julio 2025.

Publicado en: Reflexiones

¿Qué estorba mi oración?

julio 1, 2025 by Abigail Rodés

Lectura: Santiago 4:1-3

¿Qué cosas estorban seriamente mi oración a Dios? El pecado. Vale, pero vamos a ser algo más explícitas. La vida de toda mujer cristiana es una vida de respuesta diaria y regular a la oración. Y como Jesús vivió, en comunión con el Padre sin estorbos. Nuestra relación con Él debe ser pidiendo y recibiendo, buscando y hallando, llamando y abriendo. Toda creyente debe poder vivir día tras día con el gozo de ver sus oraciones contestadas. Muchos pasajes en la Biblia indican que hay pecados que estorban las oraciones, pecados que esconden el rostro de Dios de manera que Él no escucha, y no atiende. «Para que vuestras oraciones no tengan estorbo» (1 Pedro 3:7b). ¿Hay algo en mi vida que me aleje de su gracia? ¿Has oído la expresión: «las oraciones no pasan del techo»? ¿Has pensado alguna vez «este ora como un fariseo»?

Veamos algunas cosas que estorban mi oración (podéis pensar en muchas otras):

1. Mi corazón

2. Pecados escondidos, ocultos

3. Falta de fe

4. La discordia en el hogar o maltrato conyugal

1. ¿Cuáles son los orígenes de los conflictos? ¿De dónde vienen los pleitos? ¿Acaso no vienen de nuestras pasiones? Santiago 4:1 dice: «¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?». Santiago se dirige aquí a la iglesia de Jesucristo, es decir, a nosotras.

La respuesta es otra pregunta que nos obliga a ser sinceras con nosotras mismas y nos apremia a pensar en ello. Cuando se desatan las pasiones, llegan los problemas, los conflictos, los pleitos, las guerras. Todo tiene que ver con nuestro corazón. «Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias» (Mateo 15:19). Santiago se dirige aquí a la iglesia de Jesucristo, es decir, a nosotras.

No debemos estar dominadas por nuestras bajas pasiones carnales, concupiscencia (apetitos desordenados de placeres deshonestos), sensualidad, pasiones desenfrenadas, etc.

«Teme a Jehová y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos» (Proverbios 3:7b-8).

2. Pecados escondidos, ocultos. Santiago 4:2 dice:«Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís». El salmista se preguntaba: ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Salmo 19:12-14: «¿Quién podrá entender sus propios errores?». David quería ser íntegro y estar limpio de cualquier rebelión contra Dios. ¿Es nuestro caso? (Leer 1 Timoteo 6:8-9, 1 Juan 3:15-16). Dios quiere que reconozcamos nuestro pecado y pidamos perdón. Desea un arrepentimiento sincero por nuestra parte.

3. Falta de fe. Santiago 4:3 dice: «Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites». ¿Qué nos impulsa a orar? ¿Le creemos? ¿Dudamos? ¿Sabemos que Él suplirá todo? ¿O lo que pedimos en oración está fuera de la voluntad de Dios? ¿Qué me motiva a orar? ¿Mis necesidades? ¿Lo que tu necesitas es lo que vas a pedir? En 1 Juan 5:14 leemos: «Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye». ¿Qué le sueles pedir a Dios?

4. La discordia en el hogar ofende a Dios. Malos tratos, hijos rebeldes, una mala administración de los bienes, ofensas y mentiras entre esposos, faltar a mis deberes como esposa o madre… El Señor no oirá mis oraciones ni las recibirá. Primero debo corregir mi pecado, pedir perdón y orar a Dios. Ninguna oración será bien acogida si no nos arrepentimos de nuestros pecados, si no nos reconciliamos primero con el hermano/a. Ya podemos esforzarnos en ofrendar, pagar deudas, ayudar en la iglesia, eso es hipocresía. Quizás mi oración no es atendida porque Dios ha escuchado el clamor de otros a quienes hemos ofendido.

Querida hermana, ¿crees que Dios oirá tus oraciones cuando tus maldades contra los propios de casa siguen en pie? ¡Cuán celosas deberíamos ser para corregir la maldad!

El no perdonar, levantar falso testimonio, rencores, avaricia, rebeldía, desobediencia a Dios, la terquedad, la amargura, rehusar escuchar la Palabra (Zacarías 7:11-13): « Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos»; la indiferencia hacia la Biblia: «El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable» (Proverbios 28:9); cualquier pecado no confesado, y no abandonado impide la relación con Dios. Para una hija de Dios no orar es apartarse de Él y podemos caer en la incredulidad. Revela cómo está nuestro corazón.

Así que:

– «Orad sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17)

– “Orad siempre y no desmayar» (Lucas 18:1)

– «Pedid con toda oración y ruego, con acción de gracias» (Filipenses 4:6)

– «Pedid conforme a su voluntad» (1 Juan 5:14)

– «Perseverad en la oración» (Colosenses 4:2)

– «Oraréis a mí y yo os oiré» (Jeremías 29:12)

– «Constantes en la oración» (Romanos 12:12b)

– «Velad en oración» (1 Pedro 4:7)

Si quieres que tu oración pase del techo, sigue el consejo de Cristo: Ve primero a ponerte en paz con tu hermano/a (Lee Mateo 5:23-24).

CONCLUSIÓN:

Versículos como Isaías 59:2 «Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír» o el Salmo 66:18 «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado», nos hacen ver que nuestro pecado es un obstáculo para la oración efectiva. A menos que «hagamos morir las obras de la carne”» Romanos 8:13, y seamos guiadas por el Espíritu Santo, no tendremos una correcta comunión con el Padre. Como siempre, Jesús debe ser nuestro ejemplo en la oración: «no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42b). Considerando también las necesidades de los demás antes que las nuestras (Filipenses 2:3-4), orando con el entendimiento (Santiago 1:6-7).

Afortunadamente, todos estos estorbos pueden ser solucionados si vamos a Dios en arrepentimiento y confesión. Una vez hecho esto, ¡nuestras oraciones serán escuchadas y contestadas! ¿Practicamos algún pecado y no estamos dispuestas a confesarlo? Dios ocultará su rostro de nosotras. «Dios resiste al soberbio…» (Santiago 4:6 (versión BLP): «Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes»). Si Dios resiste, tu oración y mi oración no será acepta delante de Él. Cuando nos endurecemos (por amargura, celos, orgullo y un largo etc.), el cielo está cerrado a la oración. Si en verdad queremos que Dios nos oiga, examinemos nuestras vidas y hagamos los cambios necesarios. 2 Crónicas 7:14-15: «si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar».

TEMAS ORACIÓN:

1. Tener unos minutos de oración personal para pedir perdón y preparar nuestros corazones

2. De gratitud: por todas las mujeres y nuestro crecimiento espiritual, por la fidelidad del Señor

3. De petición: Que el Señor nos guarde en este tiempo de vacaciones

– Filipenses 4:6 Que la paz de Dios llene nuestros corazones

– Romanos 2:5-6 Que la justicia de Dios se manifieste

– Apocalipsis 22:10, 20 La venida del Señor

– 1 Pedro 2:10 Nuestra identidad en Dios

– Salmos 25:4, 5 Que el Señor sea quien nos guie y dirija en cada decisión y situación que enfrentemos

– Efesios 4:14-16 Crecimiento espiritual y avivamiento

– 1 Timoteo 4:12 Que seamos de ejemplo en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza

– 1 Timoteo 4:14 No descuidemos ni escondamos nuestros dones

– Mateo 26: 41 Mantenerse firme y no caer en la tentación

– Efesios 4:32 Aprendamos a perdonar

4. (otros personales)

Abigail Rodés. Julio 2025.

Publicado en: Reflexiones

Esas colaboradoras…

julio 1, 2025 by Abigail Rodés

Me encanta el final de la epístola de Romanos, esa sobreabundante expresión de gratitud del apóstol hacia las mujeres colaboradoras en la obra, diaconisas, a todas aquellas que trabajan mucho, compañeras y hermanas amadas, a las que reconoce toda su labor. En el cristianismo primitivo, las mujeres eran una parte importante y vital, al igual que en el ministerio de Jesús. En una posición inadvertida, porque la mujer no podía participar en la vida pública, la mujer ocupaba en la sociedad judía y romana de la época un papel casi nulo.

Pero tanto Jesús como Pablo, valoran su papel dentro de sus comunidades cristianas, haciéndose eco de que «ya no hay varón ni mujer… todos sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28b) o «Todos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres» (Hechos 1:14). Quedaba claro que no había distinción de sexos y quedaba abolida las divisiones sociales o de raza. En un tiempo donde la mujer podía ser repudiada y no tenía derechos, alejada del templo a causa de las leyes de pureza, sin derecho a la enseñanza, la mujer judía era completamente marginada.

¿Os suena «la mujer y la sardina en la cocina»? Algunos responsables de iglesia actuales todavía piensan así. Todavía creen que la mujer es poca cosa, quizá es hora de leer en la Palabra lo que Pablo decía de ellas.

1. Evodia y Síntique

2. Febe

3. Junias

4. Priscila

5. María

6. Trifenia y Trifosa

7. Pérsida

8. Julia

9. La hermana de Nereo y otras muchas…

Jesús puso a las mujeres en su justo lugar. Pablo sabía reconocer el trabajo de las mujeres para el Señor.

Por supuesto también reconoce el trabajo de algunos hombres: Aquila, Epeneto, Andrónico, Amplias, Urbano, Apeles, Rufo, Olimpas…

• Cuán importante es que que se valore a esas mujeres —y hombres— que trabajan en silencio, «entre bambalinas», de forma reservada, discretamente, sin que se enteren los demás. Exactamente como lo que significa esta expresión: «fuera de la representación que el público ve en el escenario». Por fortuna, ¡Dios sí lo ve!

• Cuán importante saber reconocer a aquellas mujeres que sólo «trabajan» —si lo hacen—, porque la mayoría de las veces solamente lo hacen ver, para que las vean ¡Ya tienen aquí su recompensa! (Mateo 6:1-18). Menos mal que Dios conoce los corazones y la actitud en que se hacen las cosas.

• Cuán importante es que los responsables de iglesias no se dejen engatusar por palabras bonitas. Muchas mujeres saben ganar la voluntad de los ancianos, por ejemplo, con halagos para conseguir de ellos algo. Los adulan, les muestran una falsa o exagerada admiración con el fin de obtener un favor, su apoyo o cualquier cosa que le interesa a ella, como por ejemplo un ministerio.

Pablo sabía reconocer un servicio por amor al Señor. Mujeres que ayudaban de verdad, implicadas en la obra, que apoyaban a Pablo, que sostenían a la Iglesia, compañeras de gran estima…

• Cuán importante el consejo de Pablo: (Romanos 16:17-19, 24) «Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal… La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén».

EXHORTACIÓN:

1. ¿Estoy siendo un puente de unidad en mi equipo o una barrera?

«Solícitos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz» (Efesios 4:3).

2. ¿Cómo puedo ser una afiladora positiva(o) para mi equipo, sin herir?

«Hierro con hierro se aguza…» (Proverbios 28:17).

«Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece» (Proverbios 27:6).

3. ¿Estoy dispuesta(o) a dejar que Dios use a mis compañeras(os) para trabajar en mi carácter?

«Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan» (1 Tesalonicenses 5:12).

4. ¿Qué compromiso puedo asumir hoy para aportar la unidad y la madurez en mi equipo?

«Sin embargo hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo…» (1 Corintios 2:6).

ORACIÓN DE GRATITUD por todas esas colaboradoras anónimas que trabajan con fe, amor y humildad. Que Dios las bendiga mucho para que sigan siendo de bendición a muchas otras mujeres en cualquier ámbito de la vida.

PALABRAS DE ÁNIMO, si eres una colaboradora trabajadora, solícita, diligente, discreta, sencilla… ¡Sigue adelante brillando con la luz de Cristo! ¡Ánimo! Sonríe, ama, bendice, alegra el corazón de todos los que te rodean, porque el fiel amor del Señor nunca se acaba.

Abigail Rodés. Julio 2025.

Publicado en: Reflexiones

  • « Ir a la página anterior
  • Go to page 1
  • Go to page 2
  • Go to page 3
  • Go to page 4
  • Páginas intermedias omitidas …
  • Go to page 44
  • Ir a la página siguiente »

© 2025 · Diseño web