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Reflexiones

Hermanos míos amados

mayo 2, 2025 by Abigail Rodés

Santiago, llamado «el justo», es uno de los que Pablo menciona (junto con Cefas y Juan) como columna de la Iglesia en Jerusalén: «Y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas…» (Gálatas 2:9).

Su carta nos habla de las doctrinas de la gracia, de su responsabilidad como pastor de esas ovejas dispersadas por diferentes lugares. Su tema como amante de la iglesia de Cristo es la expresión y prueba de fe que todos los creyentes debemos tener. Nos exhorta, nos anima, nos censura, nos amonesta a llevar una vida de fe y de obras, porque la fe debe poner de manifiesto la constante y continua acción de amor con los demás. La fe sin obras, ¿de qué aprovecha? Y todo ello con mucho cariño.

Santiago 1:2 «Hermanos míos…»

1:16: Amados hermanos míos…

1:19: Mis amados hermanos…

2:1: Hermanos míos…

2:5: Hermanos míos amados…

2:14: Hermanos míos…

3:1: Hermanos míos…

3:10: Hermanos míos…

3:12: Hermanos míos…

4:11: Hermanos…

5:7: Por tanto, hermanos…

5:9: Hermanos…

5:10: Hermanos míos…

5:12: Hermanos míos…

5:19: Hermanos…

La sociedad de su tiempo estaba llena de corrupción, maldad y opresión. Los cristianos eran perseguidos, marginados, incomprendidos… Santiago los anima (y también a nosotros) a tomar decisiones basadas en la verdad y no en nuestros impulsos carnales. Toda la epístola es relevante para hoy día porque tenemos muchos desafíos en esta vida. Dios es fuente de toda bendición y mientras el mundo cambia y falla, Dios nunca falla y se mantiene fiel. Aunque la vida puede ser caótica a veces, siempre hay un camino de luz y verdad por el cual andar. Solo en la sabiduría de lo Alto hallaremos paz y dirección verdaderas.

Santiago también nos enseña a tener una lengua gobernable; muy difícil pero no imposible. Nadie puede domar la lengua sin la gracia y ayuda divina. Un lenguaje y un hablar piadoso, edificante, de bendición es el verdadero fruto de un corazón santificado. Ningún creyente en Cristo espera oír de otro creyente maldiciones, mentiras, jactancias, vituperios, menosprecios, perjurios, falsos testimonios, prevaricación, etc, pero los hechos demuestran que sí lo hay.

Al final de la carta, Santiago nos da 4 ejemplos de paciencia:

1. La paciencia de plantar (5:7).

2. La paciencia de la profecía (5:8).

3. La paciencia de los profetas (5:10).

4. La paciencia de los patriarcas (5:11).

Somos desafiados a ser pacientes y a perseverar en la fe frente a las pruebas. Todos los creyentes en algún momento hemos tenido que aprender paciencia -y seguimos aprendiendo- para poder ir creciendo espiritualmente.

Y termino con las palabras del apóstol Pablo, muy parecidas a las de Santiago:

«Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor».

«Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano».

Con el mismo cariño que escribía nuestro querido Santiago os animo hermanos míos amados a que Dios nos ayude a entender las cosas elementales y fundamentales del Evangelio. Que las advertencias vertidas en la carta de Santiago nos despierten y nos den esa señal de alarma que necesitamos para ser no solamente oidores sino también hacedores, no meros profesantes porque tenemos la gran responsabilidad de practicar todo aquello que Dios nos pide. Apartémonos de algo externo religioso y seamos expresión y prueba de fe. Amén.

Abigail Rodés. Mayo 2025.

Publicado en: Reflexiones

Enoc

mayo 2, 2025 by Abigail Rodés

Enoc, un hombre que tuvo testimonio de haber agradado a Dios, por lo que Dios lo llevó a su presencia sin que gustase la muerte (Hebreos 11:5).

Seguidamente el autor de Hebreos nos dice: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (Hebreos 11:6).

¡Grandes palabras sobre la fe de Enoc! El libro de la vida, ese en el que Dios escribe todo desde el inicio del mundo y el que contiene los nombres de las personas que serán salvas del juicio venidero y heredarán el reino de los cielos, ¿va a decir algo semejante de mí y de ti?

¿He agradado a Dios en todo? ¿O sigo siendo una persona que no está inscrita en el libro de la vida? Pues, ¡ojo! porque serás lanzado al lago de fuego.

¿Debes pedir que Dios te inscriba en el libro de la vida?

a) No vemos en la Palabra de Dios que los discípulos o apóstoles de Jesucristo enseñaran a orar de esta manera. Lo que debemos hacer es arrepentirnos de nuestros pecados y poner nuestra fe en Jesucristo (Hechos 2:38).

b) Si crees el Evangelio, tu nombre ya está escrito en el libro de la vida. Si tienes fe en la obra de Cristo, ya estás escrito entre los justificados por la obra de la cruz. «… Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos», palabras de Jesús en Lucas 10:20. Este libro registra al pueblo de Dios.

Pablo exhortaba a estar firmes en la fe y se gozaba de que su nombre y el de sus colaboradores estaban en el libro de la vida (Filipenses 4:3).

Pero volvamos a Enoc. Una vida de fe, poderosa, tanto que su nombre aparece en la lista de honor, en el salón de la fama de los héroes de la fe. Un ejemplo del caminar con Dios, se mantuvo íntegro, no solo unos pocos años, sino ¡durante 300! En un mundo lleno de maldad, Enoc destacó, luchó contra la corrupción del mundo y caminó con Dios durante ¡3 siglos! Quizás a nosotros nos parezca difícil imitar su fe, pero no es así. Enoc, al igual que tu y yo, era pecador, lidió con tentaciones, temores y debilidades, pero aun así, se mantuvo firme porque confió en Dios. Fue salvo por gracia y capacitado por el Espíritu Santo para vivir una vida de fe obedeciendo a Dios en todo. Su ejemplo, ¿nos motiva?, ¿nos intimida?, ¿nos lleva a imitar su fe?

1. Enoc buscó agradar a Dios, vivió santamente.

2. Enoc fue amigo de Dios.

3. Enoc se mantuvo en el camino correcto, evitando todo aquello que le alejara de Dios y procurando todo aquello que le acercara a Dios, durante sus ¡365 años! (Génesis 5:23).

La historia de Enoc se reduce a que creyó a Dios, caminó con Él y predicó de Él (Judas 14). ¿Se parece en algo a nuestra vida? Repito, ¿nuestra vida agrada a Dios? (pensemos y seamos sinceros).

No deberíamos destacar de Enoc que no murió, sino su fe. Junto con el profeta Elías fueron las dos únicas personas que se libraron de la muerte.

Sabemos de Enoc que fue esposo, padre de familia, que engendró hijos e hijas, que su hijo Matusalem fue el personaje bíblico que más tiempo vivió (969 años, Génesis 5:27); pronunció una profecía, el primer profeta cuyo mensaje aparece escrito en la Biblia (Judas 14). Enoc dejó un gran legado. ¡Qué diferencia con Adán! Adán fue creado perfecto, pero pecó contra Jehová; Enoc, imperfecto, anduvo con Dios y fue un ejemplo para sus descendientes: «Con Dios caminó Noé…» (Génesis 6:9). Es importante cuidar de la familia y atender sus necesidades, pero mucho más importante es ocuparse de las necesidades espirituales. Así que ¡tenemos poderosas razones para imitar a Enoc! Un hombre justo, cuya fe fue reconocida como ejemplo a seguir. Vivió en integridad y obediencia en medio de un mundo lleno de maldad. Y sobretodo, su relación y comunión con Dios.

Enoc, su nombre ya indica muchas cosas:«dedicado, instruido, seguidor, maestro». Un hombre de valentía, de fe, un hombre de Dios. ¿Dónde están hoy estos hombres y mujeres de fe? ¿Eres uno de ellos?

Abigail Rodés. Abril 2025.

Publicado en: Reflexiones

Confesiones lectoras

abril 2, 2025 by Abigail Rodés

¿Cuál ha sido el último libro de la Biblia que has leído? Del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Si te volvieras el personaje principal de este último libro leído, ¿quién serías? ¿Te gustaría serlo? ¿Por qué?

Reflexiona sobre el protagonista, ¡piensa! ¿Qué cambiarías y por qué?

Escribe tus reflexiones personales sobre el protagonista o si hubieras preferido ser el personaje secundario.

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¿Qué hacer al terminar un buen libro?

1. Meditar en él.

2. Guardarlo o prestarlo.

3. Recomendarlo.

4. Comparar o relacionar con otros del mismo tema que hayas leído, o del mismo autor.

5. Escoger un nuevo libro.

6. Disfrutar del nuevo libro ¡Buena lectura!

Se acerca Sant Jordi, el día del libro y tenemos algunas propuestas para hacer, novedades editoriales.

Recomendamos:

• «Cambios profundos» de Nicolás Emilio Tranchini.

• «Temps d’Advent» de Daniel Banegas.

• «Fantàstica incertesa» de Daniel Banegas.

• «Aullidos en Barcelona» de Daniel Banegas.

• «Valentía en el Nilo. La vida de Lilian Trasher» de Janet y Geof Benge.

• «Alegría para el mundo» de Greg Foster.

• «La construcción de la feminidad bíblica» de Beth Allison Barr.

• «El Evangelio de los andrajosos» de Brennan Manning.

• «Jóvenes por su causa» de Jairo Namnún y Josué Barrios.

No te olvides de seguir tu lectura bíblica devocional o de estudio. Lee la Palabra para:

1. Ser sabio y saber el carácter de Dios.

2. Conocer más a Jesús, al Padre, al Espíritu Santo.

3. Aprender y tener más conocimiento bíblico.

4. Resistir la tentación y fortalecerte en la fe.

5. Comprender la revelación de Dios y el plan para tu vida.

6. Apunta más cosas que crees por qué es bueno leer la Biblia: guía, paz, consuelo, gozo, sabiduría…

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Lectura a ciegas:

¿Te arriesgas a leer un libro sin saber de cuál se trata? ¿Te atreves a una lectura a ciegas?

Pídelo a: fcots.r@outlook.com o visítanos un domingo por la mañana en la iglesia de Les Corts, en Passatge Jaume Roig 14 de Barcelona. Pregunta por Ferran o Abigail.

Ven a escoger tu libro a ciegas.

Ábrelo en casa. Léelo.

Después de leerlo, comparte tu experiencia también aquí. Puedes venir a por otro.

Puedes recomendar libros para futuras lecturas a ciegas.

Ya sabes cuáles son los beneficios de la lectura en general:

1. Alimenta la imaginación.

2. Fortalece la concentración.

3. Desarrolla la memoria.

4. Amplia el vocabulario.

5. Ejercita el cerebro.

6. Facilita la comunicación.

7. Mejora la ortografía y el lenguaje, entre muchas otras cosas…

Así que ¡anímate a participar! Y anima también a otros amigos, compañeros, pareja, vecinos, familia…

¡Feliz Sant Jordi y Feliz lectura!

Abigail Rodés. Abril 2025.

Publicado en: Reflexiones

Semana Santa 2025

abril 2, 2025 by Abigail Rodés

La Semana Santa conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, su muerte en la cruz y su resurrección. Una tradición importante y muy arraigada en nuestro país. Procesiones, misas, vía crucis, actividades religiosas, desfiles, manifestaciones religiosas populares, etc. La gente sale a la calle para los diferentes actos y peregrinaciones. Curiosamente lo más grande para los cristianos evangélicos y lo que menos se celebra. Pocas de nuestras iglesias tienen actos y celebraciones para la ocasión. No salimos a la calle a manifestar nuestra fe, no festejamos que Jesús murió y resucitó por amor a nosotros. Es una pena que gente equivocada en su fe no tenga timidez y ningún reparo en expresar sus convicciones y credo, y nosotros nos encerremos quizás celebrando otros acontecimientos menos importantes.

Toda España tiene normativas para estos días festivos, la santa sede emite el mensaje con toda su liturgia, pero ¿qué hay de nosotros? ¿cómo lo vivimos?

¿Rememoramos el arresto de Jesús, su agonía, su sacrificio en la cruz por nuestros pecados, sus palabras en la cruz, la ascensión al Cielo… como deberíamos?

Celebraciones:

A) Viernes de Dolores, conmemora el sufrimiento. Día de ayuno y abstinencia. Día de gran solemnidad.

B) Sábado de Pasión, conmemora la espera de los fieles por la llegada de Jesús, quien llegará a Jerusalén al día siguiente. Se reviven todos los acontecimientos que condujeron a Jesús a la cruz.

C) Domingo de Ramos, recuerda la entrada triunfal de Jesús montado en un pollino. Se celebra los últimos momentos de la vida de Jesús. Como ceremonias principales están la bendición de las palmas y la narración de la Pasión de Cristo.

D) Lunes Santo, nos recuerda la traición de Judas. Reflexión y preparación para los días que siguen.

E) Jueves Santo, evoca la última cena de Jesús con sus discípulos antes de ser apresado.

F) Viernes Santo, evoca la muerte de Jesús, la Pasión de Cristo. Todos los sufrimientos que soportó en el camino a la cruz del Calvario hasta ser crucificado en medio de dos ladrones, bajo el cartel de INRI y donde pronunció las 7 palabras.

G) Sábado Santo o Velatorio Pascual, recuerda los tres días que estuvo en el sepulcro. Es tiempo para la reflexión sobre la muerte del Hijo de Dios.

H) Domingo de Resurrección o de Gloria, recuerda la resurrección de Jesús después de tres días en la tumba. Se celebra el regreso a la vida de Jesús, probando así que era el Salvador del mundo y volviendo al Padre.

La resurrección de Jesús es importante a todos los niveles: histórico, doctrinal, de salvación, cumplimiento de las profecías y lo que el mismo Jesús predijo que iba a suceder. Aunque los enemigos de Jesús tuvieron cuidado de guardar el sepulcro para que no se llevaran el cuerpo, Él se levantó de los muertos, apareció ante muchos testigos resucitado y finalmente ascendió al Cielo. Cristo, es el objeto de la esperanza del creyente.

«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas» (Filipenses 3:20-21).

Revisemos nuestra fe y nuestras obras para que no sea una fe muerta y digamos al mundo: ¡Jesús vive!

¡Buena Semana Santa a todos!

Abigail Rodés. Abril 2025.

Publicado en: Reflexiones

Perseverad

abril 2, 2025 by Ferran Cots

Para llevar a cabo cualquier tarea son necesarias varias cosas, entre ellas el entusiasmo por lo que se quiere hacer. Sin embargo, ¿cuántas veces iniciamos algo con verdadero y genuino entusiasmo y, pasado el tiempo, nos desanimamos y perdemos aquel entusiasmo inicial que nos movía? Más de las que nos gustaría admitir. Pero esto no es algo extraño. Muchas veces emprendemos algo con grandes expectativas y cuando vemos que dichas expectativas no se cumplen de forma rápida, nos desinflamos y perdemos hasta las ganas de seguir adelante. En parte estamos siendo influidos por la sociedad actual, una sociedad que apunta a la inmediatez. Hoy en día todo aquello que no tiene un cumplimiento inmediato parece no ser válido. Lo queremos todo ya, no podemos esperar.

Esta actitud no es buena, puesto que nos hace perder de vista la perspectiva real de las cosas. Hacer algo, para obtener un resultado, requiere esfuerzo y dedicación. Y aquí entra en juego una virtud muy importante, la perseverancia. Un conocido predicador (Spurgeon) dijo que «la perseverancia fue lo que permitió al caracol entrar en el Arca».

Perseverancia es la acción de perseverar, es decir, mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión. Esto es muy importante en la vida cristiana. El mismo Señor Jesús, hablando de las persecuciones que habían de sobrevenir a los discípulos les dijo: «pero el que persevere hasta el fin, este será salvo» (Mateo 10:22). Así que, vemos que la perseverancia es una actitud necesaria en la vida del creyente. La perseverancia tiene que ver con la forma de hacer las cosas. Si emprendemos algo y al cabo de poco lo abandonamos, desanimados porque no vemos resultados, entonces lo más probable es que esos resultados no lleguen nunca.

Veamos qué dice la Biblia respecto a en qué hemos de perseverar (además del texto ya leído de Mateo que nos exhorta a perseverar hasta el fin).

Debemos perseverar

• En la oración: «perseveraban unánimes en oración y ruego» (Hechos 1:14). «Perseveraban… en las oraciones» (Hechos 2:42). «Perseverad en la oración…» (Colosenses 4:2).

• En la doctrina apostólica (la doctrina contenida en los escritos del Nuevo Testamento): «Perseveraban en la doctrina de los apóstoles...» (Hechos 2:42).

• En la comunión entre nosotros, el pueblo de Dios: «Perseveraban… en la comunión unos con otros…» (Hechos 2:42).

• En el partimiento del pan, instituido por el propio Señor Jesús para recordar su muerte a favor nuestro: «Perseveraban… en el partimiento del pan» (Hechos 2:42).

• En la gracia de Dios: «Muchos… siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles los persuadían a que perseveraran en la gracia de Dios» (Hechos 13:43).

• En dar testimonio de nuestra fe: «Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy dando testimonio a pequeños y a grandes…: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles» (Hechos 26:22).

• En hacer el bien: «El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad» (Romanos 2:6-7).

• En hacer la obra: «Pero el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1:25).

Por el contrario la Palabra de Dios nos exhorta a no perseverar en el pecado, en cualquiera de sus manifestaciones: «¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Romanos 6:1-2).

Vemos la importancia de perseverar en todo aquello que tiene que ver con la vida cristiana real. Y esto es algo meramente práctico. ¿Cuántas veces hemos organizado reuniones especiales, conciertos, conferencias…, y no hemos visto jamás los resultados que, a nuestro juicio, serían deseables? Sin duda más de las que nos gustaría reconocer; pero si abandonamos y no perseveramos en ello, porque nos desanimamos, estaremos impidiendo que el mensaje del Evangelio sea proclamado. Así que mantengámonos firmes, perseveremos hasta el fin y no dejemos que el desánimo invada nuestras almas. A nuestro lado está aquél para el que nada es imposible, el Todopoderoso, al que debemos elevar nuestras oraciones con perseverancia y fe. Y él obrará grandes cosas entre nosotros.

Ferran Cots, abril 2025.

Publicado en: Reflexiones

El vino en la Biblia

abril 2, 2025 by Ferran Cots

El vino es una de las bebidas más antiguas de las que se tiene noticia. En la Biblia se le menciona como mosto, fruto de la vid o, simplemente, vino. Junto a la sidra son las dos bebidas alcohólicas que aparecen en los textos bíblicos, aunque la sidra sólo se menciona una vez en el Nuevo Testamento, en relación a Juan el Bautista (Lucas 1:15).

Es necesario hacer una aclaración del término mosto que aparece en la Biblia. El mosto es en realidad el zumo de la vid y generalmente se le llama así cuando no ha fermentado. Sin embargo hemos de pensar que el mosto tal como lo conocemos hoy en día pasa por una serie de procesos industriales para evitar su fermentación. Pero, aun así, si dejamos una botella de mosto ya empezada durante unos días, veremos cómo empieza a fermentar y adquiere un sabor y olor desagradable. A la vista de lo anterior parece claro que a lo largo de la historia el mosto, como bebida natural, debía ser vino, de mayor o menor graduación alcohólica.

Aunque en las Escrituras también se menciona el vino en sentido figurado (en Apocalipsis 19:15 se habla del vino del furor y de la ira de Dios), aquí nos limitaremos al vino como bebida de uso cotidiano.

La primera mención del vino en la Biblia la leemos en Génesis 9:21. Allí se nos dice que Noé se embriaga con el vino que había hecho con las uvas de la viña que había plantado. Más adelante en Génesis 14:18 se menciona a Melquisedec, el cual ofreció pan y vino y lo bendijo. A lo largo del Antiguo Testamento vemos que el vino se menciona centenares de veces como una bebida habitual para acompañar las comidas. También está presente en la Pascua judía; a lo largo de la cena pascual se beben un total de 4 copas de vino, cada una de ellas con un significado específico.

El libro de Proverbios menciona una serie de advertencias sobre el consumo excesivo de vino, y el libro de Eclesiastés lo menciona como algo que se puede disfrutar: «Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios» (Eclesiastés 9:7). Beber vino con mesura es algo aceptable.

En el Nuevo Testamento el vino adquiere una dimensión especial. El primer milagro de Cristo fue convertir el agua en vino, un vino de excelente calidad. Recordemos que las bodas judías duraban 7 días y no podía faltar el vino. Si eso sucedía entonces era una deshonra para el esposo no haber previsto la cantidad suficiente para todos los días. Jesús, para evitar que sucediera eso, acude en su ayuda y le ofrece el mejor vino que jamás habían probado. En total unos 700 litros aproximadamente.

Jesús, como buen judío, debía celebrar la Pascua cada año. Eso suponía beber las 4 copas de vino cada vez. La última Pascua, la que celebró con sus apóstoles antes de ser arrestado, no fue una excepción. Tal como relatan los evangelistas, cuando iban a beber la última copa ceremonial, Jesús instituye el memorial en su nombre (que llamamos Santa Cena o Partimiento del Pan) comparando el pan con su cuerpo y el vino con su sangre, que iba a ser derramada para el perdón de los pecados de aquellos que creyeran en él: «De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama» (Lucas 22:20). Algo realmente interesante sobre el vino es lo que el Señor les dijo a sus discípulos: «De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios» (Marcos 14:25). ¿Qué significa eso? ¿Beberemos vino en el reino de los cielos? Dado que tendremos un cuerpo físico, aunque glorificado, no parece descabellado que así fuera. Cómo dijo un teólogo español. «La esperanza cristiana no es sólo espiritual, también material. No debemos espiritualizar los banquetes del Cordero» (José de Segovia).

Cuando Pedro hizo su primer discurso después de Pentecostés, algunos de los oyentes se burlaron de él pretendiendo que estaban borrachos. Pablo en su carta a los efesios les advierte que no se embriaguen y a Timoteo le da instrucciones sobre cómo debían ser los guías espirituales de las iglesias: no dados al vino; es decir que no fueran amantes del vino hasta el extremo de llegar a emborracharse. Curiosamente al mismo Timoteo le aconseja beber vino a causa de sus problemas estomacales. La explicación de esto podría ser que como el agua para beber no debía tener unas condiciones sanitarias aceptables, esto provocaría a Timoteo problemas de salud. En conclusión vemos que beber vino con moderación, no es algo contrario al espíritu de la Palabra de Dios, sobre todo si tenemos en cuenta que el propio Señor Jesús probablemente bebía vino, no sólo durante la celebración de la Pascua, si no en la multitud de invitaciones que le fueron hechas para comer.

Es cierto que algunos cristianos creen que beber vino está mal, pero bíblicamente no hay fundamento para apoyar esta postura. No obstante, aquellos que son verdaderamente maduros en la fe deben tener en cuenta las palabras de Pablo en la epístola a los romanos: «No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite» (Romanos 14:20-21).

Ferran Cots, abril 2025

Publicado en: Reflexiones

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