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Reflexiones

Onesíforo (2 Timoteo 1:16-18, 4:19)

julio 12, 2019 by Abigail Rodés

Su nombre significa «el que trae provecho». Fue un cristiano que prestó valiosos servicios al apóstol Pablo en Roma y en Éfeso mientras Pablo estaba en la cárcel. Un hombre que fue amable con su amigo. Leer los textos.

La Biblia no dice nada más de él. Pero por la descripción de Pablo podemos entresacar algunas lecciones para nuestras vidas.

1. Fue repetidamente de ayuda para Pablo. No solamente algo puntual, sino que confortó a Pablo muchas veces, se menciona su constancia.

2. Se asoció con el sufrimiento de Pablo. No se avergonzó de sus cadenas. No pasó así con otros amigos como Figelo y Hermógenes que lo abandonaron y otros que estaban en otros asuntos como Demas, Crescente, Tito, Tíquico… etc.

3. Trajo consuelo al prisionero esposado. Muchos siervos de Dios sufren penalidades por causa de Jesucristo. ¿Qué clase de consuelo les damos?

4. Un hombre bueno que buscó oportunidades para hacer el bien y no le importaron burlas, escarnio o peligros. Dice la Biblia:

«Y al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado» Stg.4:17

«¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre» Stg.3:13

«Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones… hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados… confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros…» Stg.5:8-16

5. «Él me buscó solícitamente y me halló» (2ª Tim.1:17) ¿Tienes a alguien a quien buscar y animar? Onesíforo dio su apoyo, ayuda y aliento a Pablo.

RESULTADO:

Él y su casa fueron bendecidos por su amabilidad mostrada. Pablo sabía que el Señor podía recompensar a Onesíforo de todo lo que había hecho por él. 

Nos quedamos con ganas de conocer mejor a Onesíforo, un amigo de Pablo que removió cielo y tierra para verle en prisión (Roma) y llevarle una palabra de aliento.

¿Cómo tomamos nosotros eso de animar a otros? ¿Hacemos un par de llamadas, una visita, quizás una oración…? Sin embargo Dios pone en nuestras manos el ministerio de animar a otros, apoyar al hermano, dar aliento en circunstancias diversas. ¿Tenemos una preocupación genuina y verdadera por nuestros hermanos? Ocupar el tiempo en animar a otras personas es poner en práctica el mandamiento divino de «amar al prójimo», «amarnos unos a otros».

Cuando dedico mi tiempo en animar a otras personas, en buscar cúal es la necesidad de la persona que tengo al lado y suplirla, me acerco en gran medida al corazón de Dios y a lo que Él desea para sus hijos.

COSAS PRÁCTICAS: ¿Cómo puedo animar a otros?

a) con mis palabras. Prov. 12:25

Una palabra a tiempo, un versículo, un abrazo o una sonrisa, escribir una nota, mandar un mensaje.

b) con mi presencia. Hch.15:36

Cuán importante es estar «al lado de».Tomar de la mano y orar ayuda más que un discurso o sermón.

c) con mis oraciones. Ro.15:30

¡Qué importante es orar unos por los otros, y unos con otros.

Intercedamos por nuestros hermanos, por sus necesidades o problemas. Es nuestra responsabilidad orar por todos ellos y además tiene doble beneficio: alguien está intercediendo por mi vida ante el trono de Dios y eso de por sí ya da ánimo al saber que alguien ora por ti.

Tender una mano amiga no debería ser tan difícil. Animar a otros con la Biblia tampoco. 

DESAFÍO: Ser un Onesíforo a partir de ahora. * Anima con tus palabras * Anima con tu presencia *Anima con tus oraciones.

¡Ro.12:15 Marca la diferencia! Pongamos en práctica ya todos los apartados.

ORAR: por la iglesia perseguida, hermanos torturados y muertos; por nuestros amigos y familiares inconversos; por nosotros mismos para que sepamos ejercer el ministerio de la misericordia.                                        

Abigail Rodes. Julio 2019.

Publicado en: Reflexiones

El valor de mi entrega

julio 12, 2019 by Abigail Rodés

Hoy os propongo hablar del tipo de amor que deja todo lo demás a un lado para centrarse en una cosa, lo sacrifica todo y desea tener más para dar más.

(Leer Juan 12: 1-8). 

Jesús es ungido en Betania. En este capítulo termina el ministerio de Jesús y anuncia ya su muerte. Vamos a ir leyendo el texto y viendo cómo respondieron diferentes personas  a este ministerio.

1. Marta respondió con un servicio sincero. Esta historia sucede seis días antes de la Pascua, era el prólogo de lo que iba a suceder en los siguientes días. Jesús llega a Betania y le hacen una cena. Dice el vers. 2  que Marta servía aun cuando Jesús le había llamado la atención anteriormente, como era un honor para ella servir a su Señor, equilibró su servicio, seguía teniendo un corazón para Dios. Se dejó moldear por Él, y eso se reflejó en su vida.

2. María respondió con una entrega total. María entregó lo mejor que tenía, un perfume raro y muy caro (en aquel tiempo era el equivalente al sueldo de un año) un aceite aromático importado y difícil de conseguir. Y el recipiente de alabastro también caro (algunos comentaristas dicen que era parte de lo que sobró de embalsamar a Lázaro). Parte de los gastos de muchos funerales de la época era el coste de los perfumes para embalsamar para disimular el hedor de la descomposición de los cuerpos. O quizás era su dote. Las mujeres en ese tiempo se ungían la cabeza en momentos especiales sobre todo en las bodas. Derramar el perfume fue poner su futuro  a los pies del Señor. El pelo de la mujer era su gloria, siempre tapado, sólo suelto para su esposo, que hiciese eso con Jesús, enjuagar sus pies con sus cabellos, indicaba entrega total. Lavar los pies era cosa de los esclavos, de los siervos más humildes de la casa, tarea que en la cena de la Pascua nadie estuvo dispuesto a hacer, salvo Jesús mismo. María ofreció el contenedor, el frasco, y el contenido, el perfume, no negó nada  a Jesús, más bien se negó a ofrecerle algo que no costara nada. Dice un dicho rabínico «El perfume de un buen aceite se extiende del dormitorio al comedor, mientras que el buen nombre se extiende de un extremo al otro del mundo.» Al decir que la casa se llenó del perfume, era no solamente el comedor sino toda la casa. Su unción se anticipó a la de José de Arimatea y Nicodemo (leer Juan 19:38-40). El gozo de María no estaba en lo que podía sacar u obtener con sus hechos sino en lo que podía dar.

3. Judas respondió con un interés personal hipócrita. Un hombre con una espiritualidad y una piedad aparente. No todos los que estaban esa noche en la cena tenían el mismo corazón. Judas tenía otras prioridades (Mateo12:34,35), estaba lleno de avaricia, salió lo peor de su corazón. Él vio lo que podía sacar, no lo que podía dar. La  ambición de Judas era una fuerte debilidad en su vida. Judas tuvo la oportunidad de cambiar pero no lo hizo. La codicia y la compasión rara vez van de la mano. Jesús lo puso a cargo del dinero aún conociendo su corazón. Pasó tres años junto a Jesús y no cambió, siguió siendo el mismo. Judas nunca dio nada. El descontento me lleva a estar insatisfecho con lo que tengo, me endurece el corazón. La codicia llevó a Judas a traicionar a Jesús, el dinero no pudo calmar su conciencia, no pudo vivir con ello y se ahorcó. Las mentes entenebrecidas (Romanos 1:21) hacen cosas tenebrosas. Judas sólo dio una cosa: un beso, el de la traición. Cuando mis intereses no son los mismos que los de Cristo, corro el riesgo de venderlo como esclavo al primer postor en vez de derramar lo que tiene valor para mí a sus pies.

4. Y yo, ¿cuál es mi respuesta? Jesús quiere sacar lo mejor de nosotros. ¿Le dejamos? ¿Le damos todo a él? ¿Estoy reteniendo algo de mi vida? Todos y cada uno tenemos un llamado, María no sólo amó a Jesús, hizo algo al respecto.

¿Vas a responder con un servicio sincero como Marta? ¿Vas a entregar tu vida por completo a Dios sin reservas como María? ¿O tienes miedo de entregarte de esta forma total? ¿Vas a quedarte con algo? ¡Nadie da todo de sí sin lucha!

El aroma del perfume todavía se huele hoy, todavía se habla de ello en todo el mundo… pero también de la traición de Judas y de su corazón. Caminar con Cristo tiene un precio. ¿Estamos dispuestos a una vida de entrega sin reservas? Dios nos ha adquirido a un precio de sangre ¿Vivimos una vida que le agrade en todo? El verdadero cristiano no escatima nada para Dios: dinero, pertenencias, estabilidad, reputación, familia, la propia vida, menosprecio de otros, etc. Dios no escatimó ni a su propio hijo ¿Qué le escatimo yo? ¿Y tú? Escatimar es dar lo menos posible de algo, regatear, ser escasos, cortos, agarrados, tacaños. Su antónimo es dar abundantemente, ser generosos en todo, espléndidos, desprendidos.

«De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas. Y la buena fama más que la plata y el oro»  Proverbios 22:1

«El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado» Proverbios 11:25

«Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado» Isaías 32:8

«Dios nos da las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos» 1ª Timoteo 6:17b,18

Abigail Rodés. Julio 2019.

Publicado en: Reflexiones

Vergonya?

junio 1, 2019 by Abigail Rodés

«Ens sentim culpables per allò que fem. Ens sentim avergonyits pel que som» (Lewis Smedes)

A quin home li agrada passar vergonya? La paraula de Déu diu:

«No sigui jo avergonyit» (Salm 25:2; Salm 31:17)

«Que no sigui mai avergonyit» (Salm 71:1)

«El que cregui en Déu no serà avergonyit mai» (Romans 9:33 b)

«Els que creuen en Ell no quedaran avergonyits» (1 Pere 2:6 b)

«No seran avergonyits els qui esperen en tu» (Salm 25:3 a)

«Seran avergonyits i es torbaran molt tots els meus enemics, tornaran confosos i avergonyits en un instant» (Salm 6:11)

«Seran avergonyits els que t’abandonen per no res» (Salm 25:3 b)

«Oh Senyor, no m’avergonyeixis» (Salm 119:31)

«Que els superbs s’avergonyeixin d’oprimir-me injustament» (Salm 119:78)

«Així t’avergonyiràs de tot el que has fet» (Ezequiel 16:54)

Si estàs ple de culpa i vergonya, has de saber que potser aquestes juguen un paper important en els propòsits de Déu. Potser has de passar vergonya per apropar-te al Senyor.

«Cobreix-los la cara de vergonya, fins que cerquin el teu nom, Senyor» (Salm 83:16)

Si l’afront, la torbació, la deshonra, la vergonya serveixen per buscar Déu, benvinguda sigui la humiliació!

«Déu ha escollit els qui el món té per ignorants; per confondre els forts, ha escollit els qui són febles als ulls del món; Déu ha escollit gent que no compta, els qui el món menysprea… « (1 Corintis 1:27-28)

La vergonya pot motivar un canvi a les nostres vides, o causar una trucada d’alerta, o ser una eina en les mans de l’Esperit Sant per portar-nos a una relació més profunda amb el Senyor. En la seva justa mesura porta salut espiritual.

Estàs avergonyit per alguna cosa? O no t’has avergonyit perquè ni tan sols tens vergonya?

«El seu comportament és detestable i han hagut d’avergonyir-se’n, ells que no s’avergonyeixen de res i desconeixen el rubor» (Jeremies 6:15)

El diable camina per la terra com lleó rugidor buscant a qui devorar. Et busca a tu. Em busca a mi.

Comença a omplir la teva ment amb la veritat de la Bíblia. Estudia-la, medita-la.

Estàs aclaparat per la culpa? Estàs torbat per alguna falta comesa? Tens l’ànim decaigut per causa de la vergonya? Recorda:

«Però la sang de Crist, que per l’Esperit etern s’ha ofert ell mateix a Déu com a víctima sense cap defecte, amb molta més raó purificarà la nostra consciència de les obres que porten la mort, i podrem donar culte al Déu viu» (Hebreus 9:14).

Accepta el perdó de Déu, les seves paraules canvien vides perquè són vives i veritables. També pot modificar la teva. Deixa que el Senyor transformi la teva ment i renovi la teva vida.

Tens el tipus de fe que sorprèn a Déu o ell està sorprès de la teva incredulitat?

Déu estima les persones trencades. Tens prou amb la seva gràcia!

Abigail Rodes. Maig 2019.

Publicado en: Reflexiones

Una dona de fe extraordinaria

junio 1, 2019 by Abigail Rodés

Julie Clinton és presidenta de l’associació EW (Extraordinary Women), realitza conferències pels Estats Units, ha escrit diversos llibres, està casada i té dos fills.

En aquest llibre, traduït al castellà, Julie C. ens insta a descobrir com Déu vol que siguem dones de fe extraordinària a través de les històries de la Bíblia. El llibre en anglès també inclou un DVD.

L’editorial «Portavoz» proporciona llibres de qualitat, amb perspectiva bíblica que anima les persones a conèixer i servir Jesucrist.

Els capítols d’aquest llibre són setmanals i es desglossen en cinc dies cadascun, veient el que la paraula de Déu diu per després aplicar-la a les nostres vides i al dia a dia.

Les vides d’Anna, la dona samaritana, Eva, Lídia, Raquel, Maria, Ester, Evòdia i Síntique, Marta, Rebeca, Sara, Rut, Elisabet, Dèbora, Abigail… ens descobreixen, a través de l’autora, la gran aventura de fe que Déu té preparada per a cadascuna de les seves filles, des de perspectives diferents: esperança, bellesa, sanitat, perdó, amor, relacions, passions, etc.

Llegint les cites proposades, pensant en com aplicar-les a les nostres vides, contestant les preguntes, orant… tot això ens ajudarà a fomentar una relació més íntima amb Déu, fent que cada dia sigui important, esperant que el Senyor obri en cada lectora de forma especial i inimaginable.

Acceptem cada dia com una nova oportunitat per veure el que Déu fa en nosaltres, per nosaltres, per a nosaltres, amb nosaltres.

Ell ens enforteix i ens dona la gràcia suficient per a cada pas i per a cada moment. Tant les benediccions com les adversitats són eines en les mans de Déu que ens recorden el seu amor i els seus propòsits. Centrar-nos en l’esperança d’un futur gloriós amb el Senyor canvia les nostres eleccions, motivacions, i relacions presents.

L’autora, també fa servir exemples bíblics d’homes: David, el marit de Càntic dels Càntics, o Pere, el fill pròdig entre altres.

Hem estat creats meravellosament. Hem caigut tràgicament, però som estimats profundament i perdonats completament.

Abigail Rodés. Maig 2019.

Publicado en: Reflexiones

Un juicio justo

junio 1, 2019 by Abigail Rodés

Mucho se habla de los jueces corruptos. De aquellos que tienen autoridad para juzgar y sentenciar, que son responsables de la aplicación de las leyes de nuestro país, que podrían hacer que se cumplan las reglas, pero son los primeros en incumplirlas. Y el pueblo se queja. Pocos son los que creen en la justícia española. Los ciudadanos la ven como una entidad conservadora, clasista y machista y se preguntan: ¿Exixte algún juez justo?

En la Biblia, los jueces eran gobernantes, jefes o caudillos de Israel porque en ese tiempo no había rey. Su autoridad era más bien militar que judicial. La dignidad de juez era vitalicia pero la sucesión no era constante.

Había tiempos entre juez y juez donde había represión y opresión, y el pueblo gemía sin tener quien los rescatara. Y Dios les dio jueces para librarlos de la servidumbre y atosigamiento porque «cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jueces 17:6 ; Jueces 21:25)

Otoniel, Débora y Barac, Gedeón, Jefté, Jair, Abdón, Sansón, fueron algunos de ellos. Jefes supremos en paz y guerra, intercedían con absoluta autoridad, defensores de la religión, castigadores de crímenes e idolatría. No tenían salario, ni pompa ni esplendor, ni guardias ni comitivas.

Desde siempre el hombre ha tenido y tiene un sentido de justicia, rectitud y equidad, y quiere ser gobernado con imparcialidad y derecho. La justícia forma parte del carácter de Dios. Es uno de sus atributos. Y un hombre justo no tiene más que «amar la misericordia y humillarse ante Dios» (Miqueas 6:8).

Por lo que toca a magistrados, jueces, abogados, alcaldes, ministros, gobernantes, reyes, todos ellos – al igual que todos nosotros- seremos juzgados ante el Gran Tribunal de Cristo. Todas las obras -buenas o malas- serán examinadas por Dios con total rectitud.

«Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar de Jehová, el cual está con vosotros cuando juzgáis. Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová vuestro Dios no hay injustícia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho» (2º Crónicas 19: 6,7). Está en la misma naturaleza de Dios ser recto, justo, incorruptible, infalible. «Justícia y juicio son el cimiento de su trono» (Salmo 89:14; Salmo 97:2).

Dios nos dice: «¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente? Defended al débil y al huérfano; haced justícia al afligido y al menesteroso; librad al necesitado» (Salmo 82).

Llegará un día en que el mismo Dios administrará su justícia y ¡ay de aquel que sea hallado injusto e ilegal!

La sentencia del juez justo será ejecutada en el momento. ¿Estamos preparados? Él juzgará la historia y a cada uno de los hombres y mujeres. «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27). ¿Estás listo para el día del juicio? ¿Estás dispuesto a ser juzgado por Dios? En ese día, todos los hombres, pasados, presentes y futuros, comparecerán delante de Dios y serán compensados o condenados «mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres» (Romanos 2: 15,16)

«Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados» (1ª Corintios 11:31,32)

«Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Y ve si hay en mí camino de perversidad. Y guíame por el camino eterno» (Salmo 139:23,24)

¡Reconcíliate con Dios!

Abigail Rodes. Mayo 2019.

Publicado en: Reflexiones

Vivir

noviembre 12, 2018 by Ferran Cots

Sea cual sea el sentido que se le dé, “vivir” es una palabra de actualidad. Vivir es la aspiración legítima de todos los seres humanos, sin distinción de sexo, raza o religión.

Si a veces la existencia es amarga y si algunos, en momentos de desánimo, suspiran por lo que ellos llaman el descanso eterno, no es menos cierto que el ser humano ama la vida y desea disfrutarla el mayor tiempo posible.

Algunos, durante mucho tiempo, han seguido de forma inconsciente las palabras del Eclesiastés “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos…” (Eclesiastés 11:9). Magnifica cita, pero ¡ay! incompleta. Muchos parecen olvidar la conjunción “pero”, que introduce el final de la misma: “pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.”

Estos mismos nos dirán que no es momento para hablar de muerte y juicio; dirán ¡queremos vivir!

Para ellos siempre será demasiado pronto para prepararnos para morir y estar listos para el juicio. Teoría peligrosa e ineficaz, ya que para vivir verdadera y plenamente, sería necesario no solamente no pensar en la muerte, si no vivir sin pensar en la vida ni en uno mismo.

Pero, ¿qué es vivir? Para unos es luchar, trabajar y sufrir. Para otros es comer, beber, divertirse, no negarse ninguno de los deseos de su corazón, ninguna mirada de sus ojos, ninguno de los apetitos materiales. Vivir es no tener amo, libre para hacer lo que uno quiera. Los que razonan de esta forma están cegados de tal manera que creen empezar a vivir cuando se arrojan de cabeza al pecado. Para ellos vivir es estar en el mundo y obtener el máximo posible antes de abandonarlo, porque habrá que abandonarlo algún día

Pero no hay solamente materialistas y grandes hedonistas en el mundo. Hay otros para los que vivir es seguir un ideal científico, filosófico, artístico, moral o religioso. Para ellos también la muerte será una pérdida, ya que ésta pone fin a nuestra búsqueda, nuestro talento y nuestros sentimientos.

Sin embargo para otros vivir es algo completamente diferente. Afirman no haber empezado a vivir realmente el día de su nacimiento, si no el día en el que encontraron personalmente a Jesucristo. Encuentro que les cambió la vida. Desde ese instante Jesucristo se convirtió en su vida y su objetivo, de tal manera que pueden decir, como el apóstol Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21), ya que como dijo el mismo Jesús “Yo soy la vida” (Juan 14:6).

Esta vida, que Jesús ofrece apenas se manifiesta en este mundo, porque el hombre tiene la pretensión de poder vivir sin Dios, fuera del plan de Dios y sin conocer el don de Dios.

¡Quiero vivir mi vida!, eso es lo que oímos decir a tanta gente a nuestro alrededor.

Frase que ilustra la voluntad decidida que tienen los hombres de ser los dueños absolutos de su destino. Se preocupan bien poco de Dios. Mientras que el Creador debería ser el centro de todo, es el hombre quien está en el centro. Y, sin embargo, el ser humano, que se cree tan importante y fuerte, manifiesta día a día, de mil maneras, que es totalmente incapaz de hacer otra cosa que sufrir el tiempo y las circunstancias, o seguir la corriente de sus pasiones y la locura de este tiempo.

Sí, el hombre ha abandonado a Dios y le ha dado la espalda. Los hombres no siguen a Dios ni le toman en serio. Y no hablamos de los ateos, de todos aquellos que niegan sin pruebas la existencia de un Creador, de un Ser personal, que se revela a la conciencia y al corazón. Pensamos más bien en los que afirman tener una creencia, pero no tienen fe, que dicen creer en Dios pero no se preocupan de sus leyes y viven como si Él no existiera. Pensamos en esa multitud de personas que incluso practican la religión y hasta conocen algo del mensaje de Cristo, pero que no viven de acuerdo a lo que dicen creer. En realidad han conservado una forma de piedad, pero han negado lo que realmente tiene importancia. Van de negación en negación y ya no distinguen el bien del mal. Se han adaptado a las costumbres de un mundo corrompido. Creen poder adaptar Jesús a nuestro tiempo.

Se dice que se cree en Dios, pero nadie se preocupa de Él, de sus Palabras. Jugamos con lo que Dios llama pecado y nos deleitamos en él, olvidando que nadie se burla impunemente de Dios, y que lo que cada uno siembra eso recogerá. Esta es la realidad, Dios ha hablado y el hombre viola sus leyes. El hombre quiere vivir independiente. Quiere ser libre y no acepta ningún yugo. Se cree libre y, sin embargo, si se detuviera a reflexionar, debería reconocer rápidamente que vive en una ilusión y que es esclavo de su codicia.

La vida que Dios quería para su criatura era una vida de libertad y de amor, bajo la mirada del Creador. La actitud actual del hombre hacia Dios prueba claramente que la relación se ha roto. Mientras que la cercanía de Dios debía llenar el corazón de los hombres de respeto, alegría y adoración, a muchos solamente les inspira miedo servil o burla. La confianza filial ha desaparecido, nada les atrae a Él, ya no quieren tratar con Él; huyen de su presencia; quieren estar lo más lejos posible de Él.

En este estado, el hombre se cree libre y capaz de elegir entre el bien y el mal. Pero la corrupción invade su corazón; una vez cometido el mal, el hombre ya no es su propio dueño, no puede eliminar las consecuencias de sus actos, su corazón se aleja más y más de Dios y experimenta la verdad de aquellas palabras de Jesús “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Desde la caída el hombre ya no es realmente libre y, sin una intervención de la gracia de Dios, sin la redención a través de Jesucristo sucede que, como dice el apóstol Pedro, “el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pedro 2:19).

¿Por qué entonces negarse por más tiempo a experimentar lo que Jesucristo dijo a los que creyeron en Él? “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

¿Por qué buscar siempre vanas excusas para justificarnos a nosotros mismos y tratar de ocultar nuestra culpa? ¿No sería más leal y, sobre todo, más saludable, confesar nuestro pecado e impotencia frente a Aquel que tan generosamente promete perdón y liberación? “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”, dijo Jesús (Juan 8:36), porque, añadió, “sin mí nada podéis hacer” (Juan 5:5). Ciertamente, lejos de Jesús uno puede tener la impresión de vivir y hacer muchas cosas. Pero cuando se acerca la hora de franquear el umbral de la muerte y la eternidad, uno se da cuenta de la vanidad de su vida y de las cosas de este mundo. Los que reciben a Cristo en su corazón son los únicos que viven una vida verdadera.

Si de repente entiendes que algo va mal entre tú y Dios, que no todo está en orden en tu vida y que es importante que cambie, ¡ve a Jesús!

Solamente llámalo, pídele que te revele quien es Él, y confiésale tus faltas y tu pecado. Lee, escucha y cree su Palabra, y no tardarás en conocer su gracia y su gran amor.

Frente al pecado, tendrás su liberación. Frente al sufrimiento tendrás su gozo. Frente a la muerte tendrás su paz.

Recibirlo y amarlo es verdaderamente vivir y prosperar.

“Y en ningún otro (Cristo) hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).

Ferran Cots, noviembre 2018.

(Basado en el libro “Vivir”, de Gaston Racine)

Publicado en: Reflexiones

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