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Reflexiones

Salmo 57. Mictam de David

noviembre 21, 2019 by Ferran Cots

Este Salmo muestra algunas semejanzas con el 56. Además los vv. 7 a 9 se repiten prácticamente en el Salmo 108 (que también repite los versículos 5 al 12 del salmo 60). El salmista, en un peligro grave, ejerce su fe en Dios y le alaba por su respuesta.

A. Clamor y confianza, vv. 1-3

“Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. El enviará desde los cielos, y me salvará de la infamia del que me acosa; Dios enviará su misericordia y su verdad.”

La repetición de la expresión “Ten misericordia de mí” nos habla de la urgencia con la que David elevaba la oración. E inmediatamente añade como base de su petición la expresión “Porque en ti ha confiado mi alma”. Es decir se dirige a Dios como digno de total confianza, en quien puede descansar. Sabe que puede clamar al Dios Altísimo y nos da a entender quien es ese Dios. Bastantes salmos dicen mucho acerca de la persona de Dios. El salmista sabe que Dios tiene poder sobre toda su creación, aun sobre las galaxias más lejanas. Pero a su vez, este mismo Dios se interesa en cada uno de sus hijos. La expresión “me favorece” nos dice que Dios tiene especial cuidado en la vida de David; quien acaba diciendo “Él enviará desde los cielos y me salvará”. Su cualidad de Altísimo no anula el cuidado que Dios brinda a cada persona. Misericordia y verdad (que a veces pueden traducirse como fidelidad) se usan juntas muchas veces para mostrar la relación que Dios tiene con su pueblo.

B. Los enemigos y el lamento, vv. 4-6

“Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas; sus dientes son lanzas y saetas, y su lengua espada aguda. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria. Red han armado a mis pasos; se ha abatido mi alma; hoyo han cavado delante de mí; en medio de él han caído ellos mismos.”

En el v. 4 vemos la terrible persecución que sufre David, De nuevo no solo se enfrenta a peligros físicos sino también a la calumnia, a la falsa interpretación de sus palabras, con el único propósito de destruirlo. Y es en medio del peor peligro cuando el salmista ejerce su fe en Dios y le alaba. “Exaltado seas” es un grito de victoria y a la vez un arma contra el enemigo. El v. 6 sigue explicando las acechanzas del enemigo. Pero, como a menudo sucede, los malos caen en sus propias trampas.

C. Alabanza por la victoria, vv. 7-11

“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré, y trovaré salmos. Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria.”

Esta última estrofa es un cántico de alabanza. En el v. 6, los enemigos quieren doblegar su alma, pero el salmista está firme en su fe. Dios pide a cada creyente que esté firme en la fe aun frente a peligros, amenazas y maldades. El resultado es alabanza (cf. v. 5). Despierta (v. 8) aquí es una especie de automandato. La fe va creciendo; el salmista piensa en quien es Dios; decide confiar en Él; también se auto-exhorta a ejercer más la fe cuando alaba a Dios. David está tan deseoso de alabar a Dios que con su canto despertará al alba: “me levantaré de mañana”. El que experimenta la victoria de Dios quiere que los pueblos y las naciones también conozcan y glorifiquen a Dios (v. 9). En el v. 10 se usa misericordia y verdad de nuevo, esta vez en líneas paralelas. El estribillo del v. 5 se repite (v. 11) destacando la confianza y la victoria. El salmista desea la gloria de Dios porque ama a Dios, para que otros le conozcan, y porque Dios usa la alabanza para destruir la oposición.

Las palabras de este salmo siguen siendo apropiadas para el día de hoy. En cualquier situación, podemos clamar por la misericordia de Dios, pues Dios es el Dios de amor; no en vano así lo revela a través de la Biblia.

La fe en Dios es la llave para todo lo que Él quiere darnos. El quiere que confiemos y promete que si creemos, hará lo que le pedimos. En medio de las circunstancias más adversas Dios enviará su misericordia y su verdad y responderá, al igual que respondió a David.

Notemos que la figura de “la sombra de tus alas” (v. 1) se usa a menudo para hablar del refugio seguro que es confiar en Dios.

Debemos estar dispuestos a exaltar y alabar a Dios en medio de cualquier situación adversa. David, antes de recibir la respuesta a su oración, ya estaba alabando a Dios por su misericordia. Es algo que debemos tener en cuenta antes de instalarnos en la queja perpetua. Solo la alabanza a Dios libera nuestro espíritu de la oscuridad, porque dejamos de mirarnos a nosotros mismos y a nuestros problemas y miserias y enfocamos nuestra mirada en nuestro Dios y Salvador, el único merecedor de toda nuestra adoración y a quien debemos tributar gloria y honra perpetuamente.

Ferran Cots, noviembre 2019.

Publicado en: Reflexiones

Salmo 56. Mictam de David

octubre 30, 2019 by Ferran Cots

Como el Salmo 16 y los siguientes cuatro Salmos (57 a 60), el Salmo 56 es uno de los 6 llamados Mictam de David.

El momento cuando los filisteos le prendieron en Gat está registrado en 1 Samuel 21:10-15. David estaba solo, desesperado, y con temor, y, probablemente, no pensaba con claridad.

A. Temor y fe, como respuesta al peligro (versículos 1-4)

“Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre; me oprime combatiéndome cada día. Todo el día mis enemigos me pisotean; porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia. En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?”

David se encuentra en una situación ciertamente comprometida. Perseguido por Saúl acaba en el reino de Gat, donde había llegado su fama como guerrero. Ante semejante situación y temiendo por su vida decide hacerse el loco.

Lejos de su tierra, apartado de su gente y familia, David se siente perseguido, blanco de una conspiración contra su vida.

Pero a pesar de la situación, David, que sabía perfectamente quien era Jehová Dios, declara en los versículos 3 y 4 su confianza en el Señor. Y es precisamente por esa confianza en Dios mismo que, en medio de persecuciones, traiciones y huidas, y a pesar de su angustia a causa de ello, exclama: “En Dios he confiado, no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?”

David clamaba a Dios, sabiendo que la ayuda divina le rescataría de cualquier amenaza hecha por el hombre. Apeló a la misericordia de Dios, no descansando en lo que él mismo pudiera o no merecer.

El muchacho que había matado a Goliat, y fue un victorioso capitán del ejército de Israel, no negó la presencia del temor. Había momentos en los que él temía. Pero sabía qué hacer con ese miedo: proclamar audazmente su confianza en Dios a pesar del temor y, en medio de su declaración de confianza en Dios, David llama la atención hacia la alabanza de la palabra de Dios. Su esperanza no era una esperanza ciega o un simple deseo; su esperanza estaba basada en el carácter revelado de Dios y en sus promesas.

B. El peligro continuo (versículos 5-7)

“Todos los días ellos pervierten mi causa; contra mí son todos sus pensamientos para mal. Se reúnen, se esconden, miran atentamente mis pasos, como quienes acechan a mi alma. Pésalos según su iniquidad, oh Dios, Y derriba en tu furor a los pueblos.”

Los ataques contra David no solamente eran violentos, también eran engañosos; incluso torciendo o distorsionando sus palabras e intenciones. Sus múltiples enemigos constantemente maquinaban en contra de él el mal, y le acechaban para matarle por medio de un ataque sorpresa. La presión incesante fue la peor parte de la prueba. Es la primera cosa que David enfatiza: “cada día…todo el día” (56:1,2); y ahora nos lo vuelve a mencionar (56:5).

Sin embargo David apela a la justicia divina, no pide venganza sino que pide a Dios que aplique su justicia. Los impíos no debían triunfar sobre él. Poco importaba que fueran filisteos o los siervos de Saúl; David pide a Dios que los derribe.

C. El compasivo cuidado de Dios hacia David (versículos 8-9)

“Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro? Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; esto sé, que Dios está por mí.”

En este periodo de la vida de David, antes de llegar a la Cueva de Adulam (1 Samuel 22), David estaba completamente solo. Esto le hizo apreciar aún más la misericordia y cuidado de Dios, y halló gran consuelo en el pensamiento de que Dios conocía su miseria.

Precisamente por este convencimiento David exclama: “Esto sé, que Dios está por mí.” Esta era la base de la seguridad de David. Sus huidas y lágrimas no significaban que Dios estaba en contra de él. En lugar de eso, sabía que Dios estaba con él, y que contestaría su oración a su debido tiempo.

D. La seguridad en Dios es declarada de nuevo (versículos 10-11)

“En Dios alabaré su palabra; en Jehová su palabra alabaré. En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?”

David declara dos veces en el versículo 10 (por tercera ocasión en este Salmo) la grandeza de la Palabra de Dios. A causa de esta grandeza es por lo que él sabía que Dios estaba con él. No era solamente un deseo, un sueño, una ilusión o simplemente una esperanza infundada. Su confianza estaba fundamentada en la misma Palabra de Dios.

Por segunda vez en el salmo David repite: “En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?” Ya que Dios estaba con él, David no necesitaba temer lo que el hombre pudiera hacerle.

Vemos aquí un paralelismo con el texto de Romanos 8:31 “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” 

E. La alabanza a Dios por su misericordia (versículos 12-13)

“Sobre mí, oh Dios, están tus votos; te tributaré alabanzas. Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven.”

David probablemente se refería al sacrificio que ofrecería por la liberación que sabía que Dios le otorgaría. Como no estaba en lugar adecuado el sacrificio no se podía realizar aún; pero en el corazón de David ya se había realizado, así como el rescate anticipado.

Tanta seguridad tiene de la liberación que a menudo en salmos similares sus pensamientos están ocupados en preparar sacrificios de acción de gracias antes del advenimiento de la misericordia, por la cual serían ofrecidos.

De camino a Gat, en Gat, y de regreso de Gat, la vida de David estaba en constante peligro. Dios, y solo Dios, libró su vida de sus enemigos y cuidó sus pies de caída. Con un propósito: “Para que ande delante de Dios en la luz de los que viven”. David sabía que esta era la razón por la cual Dios le salvó la vida. No era para que pudiera hacer lo suyo o para vivir la vida como quisiera. Era sencillamente para que pudiera vivir rectamente delante de Dios.

Ahora bien, ¿cómo podemos hacer nuestro el mensaje de este salmo?

Cuando nos encontramos en situaciones comprometidas, más o menos peligrosas, provocadas por los enemigos de la fe hemos de mantener nuestra confianza en el Señor. El hombre no puede hacernos nada que no sea permitido por Dios mismo y Él es quien nos protege. Recordemos la historia de los tres amigos de Daniel en el capítulo 3 de dicho libro. La respuesta que ellos dan al rey ante su negativa a adorar la estatua de oro es excepcional: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” 

Podemos sentir angustia, ansiedad, no en vano somos frágiles, pero si depositamos nuestra entera confianza en Dios, Él nos ayudará a superar todas las situaciones.

Cuando somos atacados por nuestra fe o incluso a veces por aquellos que dicen compartirla recordemos que es Dios el que finalmente aplicará su justicia: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” Romanos 12:19

Recordemos que en momentos de dificultad Dios no nos deja ni nos abandona. Al contrario tiene muy en cuenta nuestro sufrimiento y por eso derrama su misericordia sobre nosotros. Solo que nosotros debemos confiar plenamente en Él y ser pacientes en las pruebas o situaciones difíciles.

Ferran Cots, octubre 2019.

Publicado en: Reflexiones

Salmo 16. Mictam de David

octubre 5, 2019 by Ferran Cots

La palabra mictam no tiene un significado claro. Parece que esta palabra está relacionada con un verbo que significa cubrir. Sin embargo la Septuaginta lo traduce: por “escrito grabado” o “inscripción sobre una tableta”. Otras traducciones sugieren “himno” o “poema”, en cualquier caso el mictam es un cántico en el que el salmista expresa su confianza en Dios. En total hay 6 salmos en cuyo encabezado figura la palabra mictam (16, 56 a 60) y cuyo autor fue David.

El salmo 16 es uno de los salmos en los cuales encontramos casi exclusivamente frases de exaltación a Dios. A decir verdad, solamente el primer versículo contiene una petición concreta. En el resto del salmo, David deja salir de su corazón pensamientos sobre las cosas en las que él se deleitaba. Pero, ¿en qué se deleitaba David?

En primer lugar, se deleitaba en la persona de Dios

Versículo 1: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti”.
David levanta su mirada a Dios, y de su corazón brota una petición:

“Guárdame, oh Dios.” David tenía a su disposición muchas cosas materiales para sentirse seguro, pero sabía que en dichas cosas no hay seguridad total. Por eso pide a Dios, porque sólo en Él existe seguridad total. David había confiado en Dios y sabía que Él no le defraudaría.

Después David da una mirada hacia su interior, hacia su corazón. Allí encuentra su alma hablando con Jehová y diciéndole: “Tú eres mi Señor.” David era un hombre poderoso de su época; pero lejos de jactarse de ello nos muestra que sobre él estaba la soberana persona de Dios. Por eso dice a Jehová: “Tú eres mi Señor.” La palabra Señor denota el concepto de Amo, Dueño y Soberano. David se inclinaba con gusto ante el Señor. Luego el salmista nos muestra que su deleite está en la persona de Dios. Dice: “No hay para mí bien fuera de ti.” Nada de lo que David tenía, poder, riquezas… traía el mayor deleite a su vida. Lo que verdaderamente le deleitaba era saber que tenía a Dios en su vida. ¿Nos sucede a nosotros lo mismo?

En segundo lugar, el deleite de David estaba en el pueblo de Dios

Veamos lo que dicen los versículos 3 y 4: “Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, ni en mis labios tomaré sus nombres”.
Esto es muy interesante. Después de deleitarse en la persona de Dios pasa a deleitarse en el pueblo de Dios. Los santos y los íntegros son los que traían complacencia a su alma. En cambio los idólatras van a ser traspasados por el dolor. David no quería participar en nada de lo que ellos hicieran y ni siquiera estaba dispuesto a nombrarlos con su boca. Tal era el celo de David.

¿Cuál es nuestra situación? ¿Nos deleitamos en la compañía de otros creyentes?

Para tener buenas relaciones con otros creyentes es necesario tener primero una buena relación con Dios. Todo conflicto entre cristianos parte de una mala relación con Dios.

En tercer lugar, David se deleitó en la provisión de Dios

Los versículos 5 al 10 dicen: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra; no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”.

Ahora David se deleita en la provisión de Dios. Es Dios quien se manifiesta como el gran proveedor de David, quien describe la belleza de su herencia espiritual de manera similar a la distribución de la tierra de Israel. Cuando dice que las cuerdas le cayeron en lugares deleitosos se está refiriendo al hecho que le tocó la mejor parte de lo que Dios puede dar. Por eso, concluye diciendo que es hermosa la heredad que le ha tocado. Pero Dios no se limitó solo a esto, sino que también era su permanente consejero. Aun cuando David estaba sobre su lecho, podía experimentar el consejo de Dios. Jehová era el que iba delante de David en todo momento. De esa manera el camino estaba seguro. Dios se había colocado a la diestra de David y eso significaba que no iba a ser conmovido jamás. Todo esto traía un gozo indescriptible sobre David lo cual resultó en un descanso para su cuerpo. Es en estas circunstancias que David pronuncia palabras que fueron una profecía sobre Jesucristo. Estaba seguro que el sepulcro, o el Seol, no era el fin para su cuerpo, sino que algún día se iba a levantar del sepulcro. Esta profecía se cumplió cuando Jesús resucitó de los muertos y también tendrá un cumplimiento futuro cuando David también lo haga al final de los tiempos, al igual que todos los hijos de Dios.

Finalmente, David se deleitó en la promesa de Dios

Versículo 11: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”.

David se deleita en lo que espera a todo verdadero cristiano después de la muerte. Dios le mostrará el camino para que pase por el valle de sombra de muerte y pase a la vida eterna en el cielo junto a Él en donde hay plenitud de gozo. Entonces habrá encontrado las delicias al alcance de su mano para siempre.

Puede ser que estemos pasando por momentos difíciles, pero debemos saber que no siempre será así porque algún día nosotros, los que hemos creído en Jesucristo y hemos sido salvados por Él, también tendremos las delicias al alcance de nuestra mano para siempre. No nos desanimemos. Confiemos en Dios. Dejemos que Él nos guarde como a David y deleitémonos en la persona de Dios, en su pueblo, en su provisión y en su promesa.

Ferran Cots, octubre 2019.

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Sabio aprovechamiento de la juventud

julio 12, 2019 by Abigail Rodés

«Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: no tengo en ellos contentamiento» (Eclesiastés 12:1)

La Palabra de Dios no debe quedarse bloqueada en la cabeza, sino que debe alcanzar el corazón. Dios no se complace con un simple conocimiento intelectual. La meta es siempre nuestro corazón.

Una anciana muy enferma los últimos años de su vida, -había sido una talentosa profesora de idiomas y de música-, halló refugio en casa de unos parientes. Había quedado casi sorda y apenas podía ver. Pero quienes pensaban que iban a consolarla, se equivocaban. Por el contrario, los visitantes salían ganando. No dejaba de elogiar a todos los que la rodeaban, pero ante todo alababa la bondad de Jesús su Señor, se interesaba cordialmente por la salud de otros creyentes, y por el de las familias de los que la visitaban. Ella decía que necesitaba «temas de intercesión» para orar y ocupar sus largas noches de insomnio.

En su juventud había acumulado un capital espiritual cuyos ricos intereses eran una bendición no solo para ella, sino también para los demás.

La exhortación del texto del encabezamiento no se dirige sólo a los que aun no conocen al Señor Jesús como su Salvador, sino también a todos los hijos de Dios, a fín de que aprovechen su juventud para apropiarse de la Escritura, y así poder gozar de ella en su vejez.

«Sabiduría ante todo, adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia… Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida.» (Proverbios 4:7-13)

Abigail Rodés. Julio 2019.

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Tres lecciones para el pueblo + tres lecciones para los líderes

julio 12, 2019 by Abigail Rodés

Tres lecciones para el pueblo de Israel:

a) Dios condujo al pueblo a vivir situaciones límite. Deut. 8:1-10

Dios no quiere «matarte» de sed, sino que vayas a la Fuente. Israel no da las gracias por el agua. (Por tres veces está en la misma situación: Mara, aguas amargas -Núm.33:8-; Meriba – Núm. 20:1-13- ; y ahora). Cuando Dios te da una bendición, ¡dale las gracias! ¿dónde está tu corazón? ¿sigues pidiendo? Salmo 103:2 «Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios».

b) Dios te lleva a estas situaciones, ¡ojo! no le lleves tú a él. La rebelión de Coré: Núm.16

«¡Basta ya de vosotros!» (vers.3) Queremos un nuevo liderazgo. Coré se levantó contra Moisés y Aarón con 250 varones más. Resultado: la tierra se tragó a todos ellos, sus bienes, sus casas; la tierra los cubrió y descendieron vivos al Seol; además de los muertos por Coré, los que murieron fueron 14.700 (v.49)

c) El pueblo debe aprender y saber que es Dios quien pone y quita a los líderes de su pueblo.

Núm.20:14-21 Edom. Arropar en lugar de criticar. 1ª Tes.5:12,13 «…que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra»

Tres lecciones en relación a Moisés y Aarón:

a) Frente a cualquier prueba ve a Dios humillado y espera que Él te hable.Ve a su presencia y ve su gloria, no tus ideas propias.

b) No te extralimites en tus funciones de lo que Dios te ha ordenado. No vayas más lejos. Cuidado en sobrecargarte. Antes de tomar cualquier decisión acude a la Palabra, nunca a tu experiencia personal. La autoridad de la Palabra es lo único que vale. En el Antiguo Testamento era la vara porque no había nada escrito, sólo las Tablas de la Ley. Dios dice: reúne a la congregación y habla a la roca. Antes debía golpear la roca, pero ahora no, hay otro método: hablarle. Pero ellos hablaron duras palabras en tono desafiante, traspasando el límite de lo que Dios les dijo que hicieran. Y golpearon la peña dos veces. La roca es Cristo, y fue golpeada una vez por nosotros, sólo una, no dos. Los líderes no glorificaron a Dios ante el pueblo y fueron castigados. Dios no tolera el pecado. Debemos entrar en su gloria en perfecta santidad. 

c) Las decisiones de Dios son irrevocables: No entraréis. Dios no se lo permitió. Moisés tenía 120 años. Le manda subir al Mte. Nebo y ve la Tierra prometida, pero nunca la pisará. En la transfiguración estaba Moisés. ¿Nos arrastramos por esta vida como alma en pena? Dios puede privarte de bendiciones importantes si te equivocas en realizar lo que Él te manda, al igual que con Moisés. ¿Quieres perderte bendiciones especiales por tomar decisiones equivocadas? 

2ª Pedro 1:11 «Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo»

Mt. 25:21 «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…»

Sal.141:5 a «Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo»

Abigail Rodés. Julio 2019.

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¿Qué haces todo el día?

julio 12, 2019 by Abigail Rodés

Un hombre llegó del trabajo a su casa y encontró a sus tres hijos en el patio con pijama, jugando en el barro, con cajas de comida vacías y envoltorios rotos y desperdigados por todas partes. El cubo de la basura tirado y los desperdicios esparcidos.

La puerta del coche de su esposa estaba abierta, al igual que la puerta de la casa y no había señales del perro. Después de entrar, encontró aún un desorden mayor. Lámparas por el suelo, la T.V sonando muy fuerte, juguetes y ropa por toda la sala… En la cocina, los platos cubrían el fregadero, había restos del desayuno por todo el mostrador de la cocina, la nevera estaba abierta, la comida del perro desparramada por el suelo, un vaso de cristal roto debajo de la mesa, y un gran charco de leche. Rápidamente subió las escaleras, pasó por encima de más juguetes y más ropa sucia, en busca de su esposa. Le preocupaba que pudiera estar enferma o algo malo hubiera sucedido. Antes de llegar a su habitación vio que salía agua del baño, al entrar vio que había montones de toallas en el suelo mojadas, y mucha espuma. Más juguetes. Metros y metros de papel higiénico por todo el baño y en el espejo y las paredes dibujos hechos con pasta de dientes.

Cuando corrió a la habitación vio a su esposa acurrucada en la cama, en pijama, leyendo una novela. Ella lo miró, sonrió y le preguntó cómo le había ido el día. Él la miró desconcertado y le preguntó: ¿Qué pasó aquí?

Ella sonrió de nuevo y respondió: ¿Sabes cuando me preguntas qué rayos he estado haciendo en casa todo el día? Sí, fue la respuesta del marido cargado de incredulidad. Pues bueno, hoy no lo hice.

Ya sea que estés en el trabajo o trabajes fuera, si tu esposo no respeta la magnitud de todo lo que haces durante todo el día, causa dolor. Las madres hacen mucho más de lo que cualquier esposo nota. Lo importante es recordar que Dios te ha llamado a esta tarea y debes hacerla bien. Tú trabajas para Él. Dios si lo nota y se siente complacido siempre que lo hagas bien. Dios reconocerá tu labor, siempre que no quede sin hacer.

FRASES PARA LA REFLEXIÓN:

– La preocupación nunca cambia nada; la oración con acción de gracias, sí.

– Contemplar lo poco que comprendemos de Dios disipa las dudas, refuerza la fe y restaura el gozo. 

– Leer la Biblia y orar juntos da sabiduría al matrimonio.

– Las conversaciones con nuestro Dios nos revelarán la sabiduría que necesitamos para las situaciones que enfrentamos como esposas.

– Es fundamental entender tu rol dentro del matrimonio diseñado por Dios.

– Una esposa debe ser compañera, amiga, ayudante, y guerrera de oración.

– Cualquier acción que nace de una motivación egoísta es destructiva para la relación matrimonial.

– Una mujer que ayuda a su marido pensando en el bien del matrimonio y no en sí misma, es de gran influencia.

– Cuando leas la Biblia, busca verdades que quieres que se desarrollen en la vida de tu esposo y ora por ellas.

– Pregunta a tu esposo si tiene alguna necesidad por la cual orar, ora, y luego verifica cómo van las cosas. La oración es más eficaz que suplicarle, fastidiarlo, o discutir.

– La oración es la que genera el cambio.

– Para que una comunidad de mujeres experimente lo mejor de Dios, deben estar presentes tres elementos: humildad, transparencia y rendición de cuentas.

– Un matrimonio crecerá si mantiene a Dios en su centro.

– ¡No chismorrees sobre tu esposo! Nunca. ¡Hónralo! Protégelo.

– Si deseas experimentar intimidad dentro de una comunidad de mujeres, debes superar el temor de mostrarte vulnerable.

– Ser auténtica es la clave para desarrollar relaciones profundas con otras mujeres.

– El grado de vulnerabilidad que muestres es el grado de intimidad que lograrás.

– Si estás cansada y agotada y no puedes con todo, será difícil ser paciente, amable con tu esposo, o sentirte feliz.

– Una mujer triste es una mujer derrotada.

– ¿Qué escogió Dios para ti que no estás haciendo?

– Si preparas tu espíritu, mente y cuerpo podrás ser mejor mujer y esposa.

– Si no tienes cuidado de lo que piensas, tus pensamientos pueden meterte en problemas y acciones equivocadas.

– Las palabras de Dios silencian las emociones rebeldes y cambian nuestras acciones.

– Ocultar el pecado, en vez de exponerlo a la luz de Dios y a la seguridad de su amor, impide que se produzca la sanidad que se necesita.

– Si no prestamos atención al pecado, éste crece, se propaga e infecta otra áreas de la vida.

– Dios no nos prospera para elevar nuestro estándar de vida, sino nuestra capacidad de dar.

– Si tú obedeces, Él actúa. Si Dios actúa, tú cambias.

– Mujer, fuiste creada para ser un reflejo único de Dios. Nadie más muestra su imagen como tú. Eres su obra maestra.

– No recurras a la queja o a la pelea con tu esposo. Si quieres encontrar paz en medio de un conflicto, oye la voz de Dios. No hagas de la queja un hábito.

– Aparta de tí el mal genio, la ira, el enojo, los gritos…

– Tu actitud tiene el poder de levantar – o no – el ánimo a la familia. No hagas de tu matrimonio una relación estéril e infructuosa.

– La falta de atención del uno al otro es perjudicial para la relación matrimonial.

– Tema recurrente en tu mente: lo que te atrae de tu esposo.

– Enfócate en las necesidades espirituales, emocionales y físicas de tu esposo. Crea hermosos recuerdos para todos.

– Dudar de tu esposo y de sus capacidades lo destruye como hombre; confiar en él, lo edifica.

– Ayudar a tu esposo a sentirse amado, deseado y seguro no sólo puede ayudarte sino también bendecirte.

– La buena comunicación en el matrimonio comienza con ser directa y amable y saber escoger el momento y lugar adecuados.

– Escuchar y atender a tu esposo es una habilidad digna de alabanza en una esposa. Discierne y entiende qué motiva sus palabras.

– Busca oportunidades para tener un diálogo intencional y practicar tus habilidades para escuchar.

– Piensa en la conducta de tu esposo y en la tuya ¿Es molesta o es pecado?

– Cuando tu esposo te hiera, no le retires tu amor, ni le pagues mal por mal, ni con represalias, ni dediques tu energía a corregirlo o sermonearlo.

– Analiza profundamente tu conducta para que no obstaculice el camino hacia el progreso, el crecimiento y la sanidad de tu matrimonio.

– Busca en la Biblia la verdad de Dios para vuestro matrimonio. Compara tus acciones con los caminos de Dios.

– Según vayas aprendiendo a recibir el amor de Dios en tu vida, derrámalo sobre tu esposo.

– No lleves nunca un registro de los errores de tu esposo. Perdona.

– Haz una lista de sus cualidades y de cosas que hace por tí.

– Una mujer firme usa la sinceridad, el respeto y la paciencia cuando habla con su esposo para beneficio de él. 

– Cuidado con vuestras finanzas. La forma en que las administras revela mucho sobre tus prioridades, devoción y apego.

– Aprende a poner en práctica la gratitud. Promueve la paz en vez de pelear.

– Un esposo sexualmente satisfecho mueve montañas a favor de su esposa que lo satisface. Tu falta de deseo puede sumirlo en la depresión.

– Los recuerdos familiares valiosos a menudo se forman alrededor de la mesa. Establece relaciones hermosas. Abre vuestro hogar, que sea un lugar de refugio para personas perdidas y solas. 

– Sed hospitalarios.

– Acércate a tu esposo con humildad y respeto. Bendícele.

– Busca la unidad con tu cóyuge. La salud de tu matrimonio tiene gran incidencia sobre la vida de tus hijos.

– Procura no tener una agenda llena de trabajos, actividades y compromisos para poder tener una vida de pareja saludable.

MEDITA EN ESTO:

1. ¿Estoy manteniendo mi vida espiritual saludable y haciendo de ella mi principal prioridad? (Mateo 6:33).

2. ¿He aceptado con gusto mi función dada por Dios de ser una compañera para mi esposo, y no su jefe?

(1 Corintios 11:3).

3. ¿Busco diariamente humillarme a mí misma y servir como lo hizo Jesús, en lugar de tratar de ser servida? (Marcos 10:44–45).

4. ¿He despojado mi corazón de ídolos, tales como ir de compras, coqueteos, acumular cosas, o adicciones? (Éxodo 20:3).

5. ¿Mi tiempo libre indica que valoro a mi esposo, mi familia y a mi Salvador? (Gálatas 5:13).

6. ¿Estoy cuidando el espíritu de mi casa, por lo que permito que entre a través de los medios de comunicación, revistas y música? (Filipenses 4:8).

7. ¿Me mantengo física y emocionalmente agradable a mi esposo? (Proverbios 27:15; 31:30).

8. ¿Mi vestido y aspecto indican que yo respeto mi cuerpo, mi esposo y mi Salvador?(1 Pedro 3:3–5).

9. ¿He quitado de mi vocabulario palabras groseras (palabrotas, conversaciones desagradables, chistes groseros), de modo que mis palabras sean amables? (Colosenses 4:6).

10. ¿Soy una administradora sabia y cuidadosa de las finanzas del hogar? (Proverbios 31:16).

11. ¿Respeto a mi esposo por causa de su posición, o sólo cuando creo que se lo merece? (Efesios 5:33).

12. ¿Cuido bien el hogar de mi esposo y los niños? (Proverbios 31:27–28).

13. ¿Guardo el corazón de mi esposo al no revelar conversaciones privadas públicamente o utilizar sus debilidades en contra de él? (Proverbios 31:11).

14. ¿Continúo desarrollando los dones y las pasiones que Dios me ha confiado? (2 Timoteo 1:6).

15. ¿Voy a confiar en mis propias fuerzas o el poder del Espíritu Santo, para ser una esposa, madre y discípula piadosa? (Gálatas 5:25).

Abigail Rodés. Julio 2019.

Publicado en: Reflexiones

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