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Reflexiones

¿Un regalo de restos?

enero 2, 2021 by Abigail Rodés

Es tiempo de regalos y los niños lo saben bien. Esperan con gran alegría en estas fechas regalos de todos los tamaños y colores. Les encanta que estén bien envueltos con papeles bonitos, un gran lazo… ¡el asombro está garantizado, es enorme!

Si antes de dar un regalo al niño le pidiéramos que aunque fuera suyo lo regalara a otro sin saber lo que hay dentro, seguramente tendría sus dudas.

¿Te gustaría recibir este regalo? ¿A quién se lo regalarías? ¿Se lo darías a Jesús? ¿Por qué? ¿Tienes idea de lo que hay dentro?¿Crees que a Jesús le gustaría recibirlo? 

Vamos a abrir la caja para ver si es adecuado para ti, para tu edad. Lo abrimos con cuidado y… ¡sorpresa!

Está lleno de basura orgánica, papeles viejos arrugados, otras cajas pequeñas sucias y chafadas. ¡Oh!

¿Sabes? Esta es la clase de regalos que mucha gente da a Jesús. Le obedecen si parece que a ellos les conviene. Gastan los billetes para sí mismos y dan los céntimos en la ofrenda. Van a la iglesia si no tienen otro plan. Van a orar si no hay un buen programa de TV, una buena peli o su serie favorita. Van al culto el domingo, siempre y cuando no les molesten el resto de la semana. ¿Es una manera justa de tratar a Jesús?NO. El merece lo mejor de nosotros, de nuestras vidas y no los restos. El Señor dice en su Palabra: “Dame hijo mío tu corazón” (Proverbios 23:26). ¿Qué regalo vas a dar a Jesús? ¿Uno con restos?

UN PAQUETE BONITO PERO ¿QUÉ HAY DENTRO?

Seguramente si en estos días recibes un gran regalo, bien envuelto, con un magnífico lazo, y una etiqueta preciosa, no vas a dejarlo a un lado para admirarlo siempre que quieras, sino que lo abrirás igualmente para ver el interior. ¿Lo dejarías para siempre a un lado sin mirar nunca lo que hay dentro? ¡Probablemente no! Así pasa a veces con la Palabra de Dios, tenemos hermosas Biblias cuyas tapas son realmente obras de arte. Pero lo más importante de las Sagradas Escrituras no son las tapas sino lo que hay escrito en el interior. ¡Abramos la Biblia, por muy bonitas que sean sus tapas, para leer lo que Dios nos dice y obedezcamosle. Dios dice: “Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).

UN REGALO SIN ABRIR 

Había una vez una familia muy, muy pobre. El padre debía trabajar mucho y la madre estaba enferma. Vivían en una choza rota, con goteras, casi sin muebles, y los pocos que tenían estaban en mal estado. Llegó la Navidad y los niños estaban tristes, porque sabían que ese año tendrían muy pocos juguetes. Pero entre los regalos había uno tan minúsculo que pasó desapercibido y nadie le hizo caso porque era muy poca cosa.

Pasaron días hasta que por fin se decidieron a abrirlo. Al hacerlo descubrieron que contenía una llave. ¿Para qué servía? ¿De dónde era? Descubrieron que junto a la llave había también una nota: es la llave de vuestra casa nueva. ¡Qué alegría! Casi pierden esa bendición por no querer abrir el diminuto regalo. 

Lamentablemente muchas personas viven así. Dios quiere bendecirlos, pero están tan ocupados quejándose que no se dan cuenta de lo que Dios les está regalando. O sólo tienen un pequeño evangelio y esperan tener su gran Biblia súper lujosa para empezar a leerla.

Dice la Biblia: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).

Conclusión: para que un regalo sea tuyo sólo tienes que cogerlo. Jesús te ha dado el mejor regalo de todos: la salvación y la vida eterna. ¿Lo quieres? ¡Puede ser tuyo si lo coges! Reconoce tu pecado y acepta el don de Dios. 

 ¡Feliz año nuevo!

Abigail Rodés. Enero 2021.

Publicado en: Reflexiones

El nombre de Jesús, ¿nos empuja a la oración?

enero 2, 2021 by Abigail Rodés

El pensar solo en el nombre de Jesús, ¿te empuja a orar?

Así fue para Ana (Lucas 2:36-38), para Simeón (Lucas 2:25-32) y para María (Lucas 1:46-55).

Ana, profetisa, “no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones”  (Lucas 2:37).

A pesar de ser muy anciana formaba parte del plan de Dios para la Navidad, porque ella amaba a Dios y creía en su promesa de que enviaría a un Salvador.

Dios usa nuestras oraciones para cumplir su voluntad. Las oraciones de Ana para ver el cumplimiento de las promesas de Dios, se convirtieron en acciones de gracias y alabanzas.

Las oraciones del justo y piadoso Simeón de esperanza y consolación para Israel se convirtieron en gozo, paz y bendición al tener a Jesús en sus brazos. No tiene temor, puede dar la bienvenida a la muerte porque ya ha visto la salvación, la tiene ante sus ojos (Lucas 2:29,30).

¡Qué bueno es que aquellas en cuyas almas comienza la obra de gracia se comuniquen entre sí!

María y Elisabet serían altamente bendecidas, felices y muy honradas. María llena del Espíritu Santo ora con gozo, admiración y gratitud. El Magnificat es un cántico de acción de gracias porque Dios la elige a ella, reconoce la providencia de Dios en el mundo y sabe que Dios cumple sus promesas dadas a nuestros padres. 

Acerquémonos a Dios, a través de Jesús, y Él nos oirá.

¡Que el Padre abra nuestros ojos para ver lo que Él está haciendo!

¡Que el Señor Jesucristo abra nuestros corazones en alabanza y gratitud por su gran salvación!

¡Que el Espíritu Santo abra nuestras bocas para gloria y honra de Aquel que ha sido, es y será por los siglos de los siglos!

ORACIÓN: Gracias Jesús porque tu eres el centro de la Navidad y sin ti nada podemos celebrar. Gracias porque sin Navidad, sin tu nacimiento, no hubiera habido muerte en la cruz.

Ayúdanos a ser obedientes como José y María, a velar como los pastores hasta tu venida, y a regocijarnos como los magos de Oriente y adorarte como solo tu te mereces.

¡A ti toda la gloria ahora y por todos los siglos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Magnificat de María (canción) 

Abigail Rodés. Enero 2021.

Publicado en: Reflexiones

¿Salvemos la Navidad?

diciembre 16, 2020 by Ferran Cots

Hace unos días vi un título en un periódico que decía: Salvemos la Navidad. Por un momento me quedé atónito. ¿Cómo puede que de forma tan clara se reconozca que la Navidad debe ser salvada. ¿Acaso se quiere volver a los orígenes de esta fiesta en la que celebramos la venida del Salvador al mundo? ¿Es realmente eso lo que se quiere decir?

Lamentablemente, al seguir leyendo, la realidad era otra completamente distinta. Al parecer lo que se quiere salvar es todo lo que el mundo ha ido acumulando alrededor de esta fiesta y no el significado de la fiesta en sí. Hay que salvar el consumismo desenfrenado, las tiendas y centros comerciales han de estar abiertos para que la gente pueda gastar su dinero en regalos, más o menos útiles o apreciados. Hay que salvar las grandes comidas, poder reunirse las familias solamente para comer sin moderación alguna, a pesar de que muchas veces los problemas entre familiares amargan totalmente la comida. Hay que salvar todo lo que realmente no es la Navidad. Sino lo que el mundo ha convertido en esta pantomima de celebración, puramente materialista.

Así que, vaya decepción. ¿Acaso nadie tiene interés en que la Navidad (la Natividad de Cristo) se celebre de una forma realmente correcta?

Partamos de una base fundamental, la Navidad no necesita ser salvada. Ese acontecimiento, que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, sucedió hace muchos años y nada, ni nadie, podrá hacer que desparezca. Ahora bien, si algo o alguien necesita ser salvado es la raza humana. Separada de Dios a causa del pecado, no hay forma humana de restablecer aquel vínculo roto con el Creador. Es por eso que hubo una Navidad. Dios hecho hombre para traer salvación y vida eterna. No hay otro sentido en la Navidad. Y de esta forma debemos celebrarla, con alegría al saber que Dios nos amó tanto, que se hizo hombre para cargar con nuestros pecados y reconciliarnos con Él. No es una leyenda, no es un cuento de hadas, es algo real que tiene trascendencia eterna.

Muchos años antes del nacimiento de Cristo el profeta Isaías escribía: “He aquí que la virgen

concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). Esta profecía se cumplió debidamente en el nacimiento de Cristo, el cual fue anunciado a María por el ángel Gabriel: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (Lucas 1:30-31).

¿Celebraremos la Navidad cómo debemos? ¿Será una gran fiesta del alma en la que recordaremos con agradecimiento aquel nacimiento que nos trajo salvación? Por supuesto semejante celebración no puede ser hecha en soledad, hay que compartirla, compartir con los demás el verdadero significado de la Navidad. Como decía una antigua canción de Jordi Roig: “Navidad para mí, es decirle a Dios que sí, y gozar la vida eterna desde aquí”.

Ferran Cots, diciembre 2020.

Publicado en: Reflexiones

El regalo de Dios

diciembre 16, 2020 by Ferran Cots

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva (el regalo) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23.

El regalo de Dios al mundo es el de un Salvador que nos libra de la condenación y nos da la vida eterna. El ángel anunció a los pastores: «…he aquí os doy nuevas de gran gozo, …que os ha nacido hoy, …un Salvador, que es Cristo el Señor.» (Lucas 2:10-11). No se trataba de un hecho cualquiera que no tenía nada que ver con los que escuchaban el mensaje. Las palabras del ángel eran muy claras, no  dijo «ha nacido» sino «os ha nacido…». Aquel Salvador era un salvador personal, de cada uno de aquellos que lo recibieran. Además aquella salvación anunciada era gratuita, solo por la misericordia de Dios. El apóstol Pablo diría unos años más tarde, en su epístola a los efesios: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8-9). 

La salvación es un don (regalo) de Dios. Es, sin duda, el mayor regalo que jamás podíamos imaginar. Aquella noche, la del nacimiento de Cristo, se iniciaba, en el plano físico, la consumación del plan de la salvación. Consumación que vendría unos años más tarde con el sacrificio de Cristo en la cruz. No es pues una celebración cualquiera.

Pero la venida de Dios al mundo es también un regalo de amor, del inmenso amor de Dios hacia nosotros, sus criaturas. Amor tan grande que no escatimó el que su propio Hijo se humanase, naciera como uno de nosotros y muriese en una cruz cargando con todos nuestros pecados. Gran misterio es este, e incomprensible para nuestra mente limitada. Tal vez por esto el mundo no puede creer, porque no puede encontrar una explicación humana a este regalo de amor de parte de Dios. ¿Quién, cuando recibe un regalo hecho con verdadero amor se entristece y lo rechaza? ¿No sería eso ser desagradecidos? Pues este es el mismo caso. Dios nos da un regalo y nosotros tenemos que aceptarlo o rechazarlo. 

Los cristianos, los que hemos recibido ya ese regalo, y hemos sido hechos hijos de Dios, debemos tener gozo y alegría en nuestros corazones, recordando el amor de Dios manifestado en nuestro Salvador, que vino al mundo a salvar a los perdidos pecadores como nosotros. A pesar de los motivos de tristeza que podamos tener, el gozo de la salvación llena nuestros corazones y podemos cantar unidos junto al gran coro celestial: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lucas 2:14).

Pero ¿y los que aún no habéis aceptado este regalo? Es momento de reflexionar. Está en juego nada menos que la vida o la muerte eternas. Pero aún hay esperanza, aún es tiempo de aceptar el regalo de Dios. Dios os ofrece la vida. Es un regalo que no puede ser rechazado. 

A los que aun no tenéis este regalo os decimos, al igual que Pablo dijera hace tiempo a otra persona: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo». Nuestro mayor deseo es que también vosotros conozcáis al Señor y seáis salvos, que recibáis el regalo de la vida eterna. El mayor regalo que jamás podíais imaginar ni esperar.

Ferran Cots, diciembre 2020.

Publicado en: Reflexiones

Rey de los judíos

diciembre 15, 2020 by Abigail Rodés

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?… Venimos a adorarle” (Mateo 2:2).

El Nuevo Testamento empieza en su capítulo 2 de Mateo con esta pregunta. Y casi al finalizar dicho libro en Mateo 27:37, sobre la cabeza de Jesús en la cruz, una inscripción: “Este es Jesús, el Rey de los judíos” (vamos a crucificarle). También puedes leer en Marcos 15:26; Lucas 23:38 y Juan 19:19.

Mateo empieza y termina con el mismo título: “Rey de los judíos”. Y en el evangelio de Juan gana solemnidad al estar escrito en tres lenguas: hebreo, griego y latín (Juan 19:20).

Cuando los magos de oriente se presentaron ante el rey Herodes buscando al Rey de los judíos, se sobresaltó y se enojó mucho. Herodes empezó a turbarse con el temor de un rival fuerte. No comprendió la naturaleza espiritual del Reino. Pero los magos, aun cuando encontraron un establo en lugar de un palacio y solo a una madre cuidando del Rey, sin servidumbre ninguna, le ofrecieron sus presentes: oro, incienso y mirra. Fueron grandes mayordomos que suplieron las necesidades de José, María y Jesús, servidores de un gran Rey. Sin embargo Herodes terminó ordenando la matanza de los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores (Mateo 2:16).

Sigue el relato y en el proceso ante Poncio Pilato, éste le pregunta a Jesús: “¿Eres tú el Rey de los judíos?”.

Una pregunta unánime en los 4 evangelios: Mateo 27:11; Marcos 15:2; Lucas 23:3; Juan 18:33.

La respuesta de Jesús igual, la misma en los 4 libros: “Tú lo dices”. Él no renegó de su título.

Los evangelios terminan por manifestar la realeza de Jesús incluso a través de los aspectos que lo denigraban.

a) Después de azotar y desnudar a Jesús, pusieron sobre su cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados hincaron sus rodillas delante de él y le escarnecían diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!”.

b) Los soldados siguen escupiéndole, golpeándole la cabeza, le quitaron el manto pero pusieron sobre su cabeza su causa escrita: “Este es Jesús, el Rey de los judíos”. Era costumbre poner un letrero que notificara el delito por el cual eran juzgados los malhechores para avergonzarlos públicamente. No así para Jesús, que su título era verdadero. Aun esa acusación, sin quererlo, fue para honra de Jesús. Sin la cruz no hay Cristo ni corona.

c) Los presentes en la crucifixión se mofaron de la realeza de Jesús:

“Si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz” (Mateo 27:42)

“Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo” (Lucas 23:37)

d) Pero uno de los ladrones reconoce en Jesús su carácter y le dice: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:42). En su muerte, el ladrón fue contado con los santos.

En el Nuevo Testamento este título “Rey de los judíos” aparece solo en boca de gentiles como Poncio Pilato o los soldados romanos. Mientras que los líderes judíos, escribas, fariseos, preferían llamarle “Rey de Israel” (Mateo 27:41,42; Marcos 15:31,32).

Jesús fue crucificado en medio de dos ladrones. En ellos se muestran los diferentes efectos que la cruz de Cristo obra sobre los hombres. Uno se endureció aún más; otro, por la misericordia de Dios, se arrepintió.

¿Qué efecto produce en ti la cruz de Cristo?¿El Rey de los judíos es también tu Rey y Señor? ¿Vas a adorarle o a crucificarle?

Abigail Rodés. Diciembre 2020.

Publicado en: Reflexiones

A què fa olor el Nadal?

diciembre 11, 2020 by Abigail Rodés

El Nadal fa olor de canyella, clau, fruites seques, pomes rustides, taronja, gingebre, polvorons, torrons, panetons, galetes de mantega amb xocolata calenta…

Aquestes festes fan olor de vi i sidra calenta, a molsa, avet, eucaliptus, llenya, pinyes cremades en la xemeneia…

Aromes màgics que evoquen records, emocions i sensacions que només es donen en aquesta època de l’any. Tots aquests tocs olorosos ens porten a fer memòria de moments familiars, celebracions, vitalitat, sentiments, sorpreses i molta música i llum.

La publicitat ens insta a que nosaltres mateixos fem molt bona olor i per això anuncien tota classe de colònies i perfums, fins i tot podem adquirir espelmes perfumades amb gran assortit d’aromes per a la nostra llar. Però no va anar així en el primer Nadal.

Jesús va néixer en un pessebre, un lloc on posaven el bestiar i el seu menjar. Res a veure amb aromes florals o fragàncies dolces.

La vida no és sempre plaent, ni és un camí de roses. Potser estàs passant un mal moment a nivell familiar, laboral, personal o de relacions…

Però recorda:

  • Josep va sortir del pou.
  • Daniel va sortir de la fossa del lleons.
  • Ananies, Misael, i Azaries van sortir del forn de foc.
  • Jonàs va sortir del ventre del gran peix.
  • Elies va sortir de la cova, i el rei David també.
  • Llàtzer va sortir de la sepultura.
  • Pau i Siles van sortir de la presó.

Cap escollit de Déu va entrar en una prova i va morir en ella. Déu els va guardar, els va cuidar, els va portar de la seva mà. 

Perquè per a Déu no hi ha res impossible, com va dir l’àngel a la verge Maria quan li va anunciar que tindria un fill al qual posaria el nom de Jesús. (Lluc 1:26-38)

«L’Esperit Sant vindrà sobre teu i el poder de l’Altíssim et cobrirà amb la seva ombra; per això el fruit que naixerà serà sant i l’anomenaran Fill de Déu».

Quina olor tindrà el teu Nadal enguany? Desitjo que Déu percebi en tu perfum suau, no pels teus ungüents o espècies, sinó perquè has cregut en ell com el teu Salvador, que per això Jesús va néixer, va viure i va morir en aquesta terra: per a donar-te salvació i vida eterna.

I per als que ja sou de Crist, «viviu estimant, tal com Crist ens va estimar i s’entregà a si mateix per nosaltres, oferint-se a Déu com a víctima d’olor agradable». (Efesis 5:2)

Feliç Nadal! Bones Festes!

Abigail Rodés. Desembre 2020.

Publicado en: Reflexiones

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