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Reflexiones

¿Es Dios responsable del pecado?

abril 20, 2020 by Ferran Cots

Es esta una pregunta un tanto incómoda. Sin embargo tiene su razón de ser, a la vista de la situación de la humanidad a lo largo de los tiempos. Antes de responderla veamos las diferentes actitudes que el hombre puede tomar respecto al pecado.

1. Negar el pecado

Hay muchas personas que niegan la existencia del pecado. Para ellos no es una realidad; no es más que una invención de los religiosos. Sería la explotación del trastorno de una conciencia demasiado sensible, o de un sentimiento de culpabilidad, provocado por el conocimiento de una ley de la cual no se puede probar su origen divino o trascendente.

2. Olvidar el pecado

Otros, ante la imposibilidad de negarlo, buscan olvidarlo. Aunque para ellos es una realidad, se esfuerzan en ignorarlo.

3. Esconder el pecado

Hay quienes tratan de esconder su pecado. Desde Adán el hombre cree poder esconder sus transgresiones, maquillar sus faltas.

Algo totalmente inútil, ya que Dios descubre el pecado, sea de quien sea: “Dios no hace acepción de personas”(Gálatas 2:6).

4. Detener sus consecuencias

Otro tipo de personas tratan de detener las consecuencias del pecado. No pudiendo olvidar, negar, o esconder su falta, el hombre busca, como Judas, prevenir las trágicas consecuencias del pecado (Mateo 27:3-5). Su esfuerzo es estéril porque el pecado, ya consumado, produce su fruto de muerte. Tarde o temprano, cada pecado produce la muerte: “Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23).

5. Reparar el pecado

El ser humano intenta entonces reparar el pecado. La falta cometida ha perjudicado a nuestros semejantes. La gloria de Dios ha sido pisoteada. ¿Podrán nuestras obras modificar algo la situación? ¿Qué penitencia tendrá el poder de hacer blanco lo negro? Por desgracia la reparación ofrecida por los hombres no suprime el pecado ni sus consecuencias.

6. Jactarse del pecado

Un último estado es cuando el hombre puede tener la tentación de tomar partido por el pecado. No solamente lo excusa sino que además se jacta de ello. Lo presenta en vivos colores. No son pecado las pasiones del cuerpo. Ese es el carácter que toma el pecado al final de cierto tiempo y que apela al súbito juicio de Dios.

Pero, incluso si reconocemos la gravedad del pecado, ¿no es acaso el hombre una criatura de Dios? Y, en definitiva, ¿no es Dios, por lo tanto, el responsable del pecado? Esta es la cuestión principal, y es lo suficientemente grave para merecer una respuesta.

¿A quién no le ha preocupado este problema, aunque haya sido una sola vez en la vida? Muchos son, por desgracia, los que, en su ceguera y locura, han respondido afirmativamente a esta pregunta. Trágicamente desde que el hombre se separó de Dios, en rebelión contra Él, jamás ha cesado de acusar a su creador. No hay crimen, ignominia, injusticia, guerra, accidente, cataclismo del que no se haya acusado a Dios de ser su autor.

En tiempos de prosperidad no se cree en Él. No importa a nadie. Los que todavía dicen creer en un Ser Supremo no piensan en buscarlo. La fe de muchos está en un segundo plano y, si aún no se han deshecho de ella, Dios ha sido eliminado de la circulación (Romanos 3:10-12).

Dios ha sido prácticamente olvidado y no tiene cabida en el único templo que quiere habitar, donde quiere reinar para siempre: en el corazón del hombre(Proverbios 23:26).

Pero, si viene la enfermedad, el luto o la desgracia, catástrofes naturales, guerras…, entonces aquellos que nunca se han preocupado de agradecer a Dios los beneficios recibidos de Él, murmurarán amargamente contra este Dios que no vio oportuno librarlos de las consecuencias de su pecado.

Mezclando la duda con sus acusaciones dicen: Si Dios existe, ¿cómo puede permitir estas cosas? Demasiado orgullosos y cobardes para reconocer las consecuencias de su actitud y sus propias faltas, los hombres prefieren, como Pilato, lavarse las manos y hacer responsable de todo al autor de la vida.

Dios, que no debe nada a nadie, pero a quien todos debemos todo, aceptó, en su amor, tomar sobre sí la responsabilidad del pecado. Él, el ser sin pecado, quiso salvar a la humanidad culpable. Lejos de dejar que sus criaturas llevasen, separadas de Él, el peso de su pecado, en un acto de amor mayor que el de la creación, cumple para el hombre su redención y le ofrece su gracia (Romanos 5:12-21).

Aunque no lo entendamos, sabemos que es verdad y que aceptando el don de Dios en Cristo Jesús, podemos tener su perdón, tener paz con Él por la fe: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:1-2).

No es del pecado que Dios hace hoy responsable al hombre, si no del rechazo de su gracia y de su amor, revelados en la salvación que Él nos ofrece; no solamente la liberación de la pena del pecado, sino también la posibilidad de escapar al dominio del mismo, esperando ser liberados de la presencia del pecado cuando Cristo vuelva.

Por la obra de Cristo en la cruz, Dios ha justificado, ha hecho justicia, a todos los que estaban en su contra y se atrevieron a acusarle (Romanos 3:21-26). Es el insondable misterio del amor divino. Es el Evangelio en su más absoluta pureza. Encarnándose en Jesucristo (Juan 1:14) Dios descendió en medio de los hombres, haciéndose cargo de todos sus sufrimientos. Asumió todos los crímenes de los que se le acusa, todas las iniquidades que cometen los hombres, y los expió, ante los ojos de los verdaderos culpables, en la cruz del Gólgota. Locura, dirán algunos. Sabiduría y poder de Dios, proclaman otros(1 Corintios 1:18-25).

Liberación y salvación. Vida eterna. Todo mediante la sangre de Cristo.

Porque: “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Ferran Cots, abril 2020.

Publicado en: Reflexiones

El hundimiento del Titanic… 108 años después

abril 20, 2020 by Abigail Rodés

Hace más de un siglo del hundimiento del Titanic. Mucho se ha escrito sobre lo que pasó esa noche del 14 al 15 de abril de 1912:

“La última noche del Titanic”

“El hundimiento del Titanic”

“El hombre que pudo salvar el Titanic”

“El fantasma del Titanic”

“Titanic: el final de unas vidas doradas”

“El caballero del Titanic”

“La camarera del Titanic”

“Los diez del Titanic”

“Cartas de un naufragio” … etc…

Muchos documentales, exposiciones y unas 15 películas.

Sin duda, una de las características que nadie pasa por alto es el himno cristiano “Mas cerca, mi Dios, de ti” (en inglés original “Nearer, my God, to Thee”) última interpretación de la orquesta del Titanic mientras éste se hundía.

Este himno fue escrito por Sarah Flower Adams, basado en el pasaje de Génesis 28:11-22, la historia de la escalera de Jacob:

“Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi 21 padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”.

Sarah Flower fue una poetisa cristiana inglesa (1805-1848). El himno fue escrito en su casa en Essex, Inglaterra, en 1841. Hasta la fecha, y por ser uno de los himnos más conocidos y bonitos, ha tenido varios arreglos, tanto en letra como en música. Está incluido en todos los himnarios del mundo y se canta en muchos idiomas.

Algunos de los supervivientes del Titanic declararon que la orquesta del barco tocaba este himno en quel momento, y realmente es usada en las diferentes películas sobre el Titanic.

La orquesta, que en momentos de la travesía tocaba música de baile, alegre, brillante, hasta cómica, pasó a tocar himnos cristianos que iban siendo cantados por la tripulación y los pasajeros.

Esta es la traducción del original en inglés:

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Aunque sea una cruz la que me levante,

Aún mi canto será, más cerca, Dios mío, de ti.

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Aunque como el errante, se ha ocultado el sol,

La oscuridad está sobre mi, mi descaso una piedra;

Aún en mis sueños estaré más cerca, Dios mío, de ti.

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Aparece un camino, escalera hacia el cielo;

Todo lo que me envías, dado por gracia;

Los ángeles me llaman más cerca, Dios mío, de ti.

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Entonces, mi mente al despertar alumbrada por tu alabanza,

De mis lamentos pedregosos elevaré un templo;

Pare en mis aflicciones estar más cerca, Dios mío, de ti.

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Oh, si en alas de gozo, partiendo hacia el cielo,

Sol, Luna y estrellas olvidadas, volaré hacia arriba,

Aún mi canto será, más cerca, Dios mío, de ti.

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Allí en el hogar de mi Padre, salvo y en reposo,

Allí en el amor de mi Salvador, perfectamente bendecido;

Por las edades estaré más cerca, Dios mío, de ti.

¡Más cerca, Dios mío, de ti, más cerca de ti!

Himno preferido de muchos, se canta en las iglesias pero también en los funerales y cortejos fúnebres, en los minutos de silencio de las muertes por catástrofes, en los entierros de los fallecidos en las batallas, en algunas procesiones de Semana Santa, incluso una variación del tema es interpretada en la película de ciencia ficción Regreso al futuro III.

Os animo a escucharla con atención, pensando en lo que dice la letra. Que Dios os bendiga.

En nuestro himnario es el número 505 (página 395). Os añado un link del director André Rieu y su orquesta. No tiene desperdicio:

Abigail Rodés. Abril 2020.

Publicado en: Reflexiones

Fábulas

abril 9, 2020 by Ferran Cots

Los acontecimientos de las últimas semanas nos hacen reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. Estamos viendo como, aquellos que deberían ser más sabios y cautos, los científicos y médicos, no hacen más que dar mensajes contradictorios, que luego han de rectificar, y aún así siguen en la actitud soberbia de aquel que cree saberlo todo. Elaboran modelos matemáticos para hacer predicciones, que luego no se cumplen porque la vida es impredecible. El único que sabe qué va a suceder y cómo es, precisamente el creador de la vida, el mismo Dios.

Pero no solamente en el ámbito científico se emiten mensajes contradictorios, algunos hasta catastrofistas, que dan la impresión de que su objetivo es solamente que los que los emiten tengan una cierta notoriedad en medio de las circunstancias, lo cual sería lamentable. También en el terreno espiritual oímos y recibimos mensajes de todo tipo, la mayoría desde el ámbito cristiano, que manifiestan un desconocimiento de la revelación divina bastante preocupante.

Se nos habla que el fin del mundo está cerca, que estos son los últimos tiempos, sin pensar que los últimos tiempos ya se iniciaron desde la ascensión de Cristo al cielo y que acabarán cuando Él quiera.

Se olvida algo fundamental, que antes del final tendrá lugar la segunda venida de Cristo, con toda su gloria y poder, a recoger a su Iglesia y poner fin a la locura del pecado de una vez por todas. Y hemos de recordar que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, sin previo aviso, así que los agoreros que creen saber fechas y tiempos deberían leer más la Biblia que hacer caso a sus propios pensamientos o sentimientos.

No obstante no es nada extraño la cantidad de falsos profetas de todo tipo que se están manifestando a la luz de esta pandemia. En la Escritura se nos advierte seriamente sobre esos personajes que, creyéndose imbuidos de una revelación divina, lo único que hacen es decir falsedades, la mayoría de las veces para beneficio propio. En la segunda epístola a Timoteo, Pablo le avisaba “que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos… que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella…” (1 Timoteo 3:1-5). Estos personajes intentarán apartar al pueblo de Dios de la verdadera fe, utilizando cualquier pretexto. Lo lamentable es que algunos les escuchen con tanta atención y hagan suyo el mensaje que transmiten, en vez de acudir a la Palabra para analizar dicho mensaje.

En definitiva, debemos ser cautos y prudentes. Tenemos la posibilidad de contrastar en las Escrituras todo aquello que se nos dice, para no dejarnos engañar o asustar. No se trata de sentimientos solamente, si no de inteligencia espiritual, de acogernos a la sabiduría divina y no hacer caso de “… fábulas ni genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe…”, tal como Pablo exhorta a Timoteo (1 Timoteo 1:4). No seamos como aquellos de los que se dice: “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4).

Ferran Cots, abril 2020.

Publicado en: Reflexiones

¡Quédate en casa!

abril 8, 2020 by Abigail Rodés

¡Hogar, dulce hogar! A estas alturas ya os conocéis palmo a palmo, baldosa a baldosa vuestra casa. Sí, claro, ya os la conocíais, pero ahora que estáis en casa las 24 horas del día por la pandemia, encontráis nuevas grietas en el techo, una nueva raya en el pasillo, un azulejo que se mueve…

Ya no os quedan cajones ni armarios por organizar, ni papeles que archivar. Y ¿qué de vuestros balcones?

Os conocéis no solamente los que tenéis enfrente sino todos los de la calle: aquel que tiene una bandera del Barça, la ikurriña, el vecino que ha tendido los calcetines de toda la semana, o aquel balcón que llegada la primavera ha florecido y parece un vergel. Y pronto con la llegada del día del libro y la rosa se llenarán aún más de banderas autonómicas.

Nunca habéis tenido la casa tan limpia y desinfectada. Bueno, si tenéis niños, quizás algo más revuelta de lo acostumbrado porque no hay cole.

Pero en la intimidad de tu habitación, hay algo distinto. Cada día cuando te levantas, te preguntas ¿qué voy a hacer hoy? (entramos ya en la cuarta semana de confinamiento). Y ahí mismo, en tu aposento, puedes encontrar la respuesta.

• El techo te recuerda Mateo 8:8 “Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo…”.

• La pared te recuerda Isaías 38:2 “Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová”.

• La ventana te recuerda Proverbios 7:6 “Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi…consideré…”.

• El espejo te recuerda 1 Corintios 13:12 “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara”.

• La puerta te recuerda las palabras de Jesús en Juan 10:7 “De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas”.

• La mesa te recuerda al mobiliario del templo. 2 Crónicas 4:8 “Además hizo diez mesas y las puso en el templo, cinco a la derecha y cinco a la izquierda…”.

• La luz te recuerda el Salmo 119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.

• La cama te recuerda el Salmo 149:5 “Regocíjense los santos por su gloria, y canten aún sobre sus camas”.

• El calendario te recuerda Eclesiastés 3:1 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

• El reloj te recuerda al profeta Isaías. 2 Reyes 20:11 “… e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás”.

• El suelo te recuerda al apóstol en Hechos 22:7 “y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo,Saulo, ¿por qué me persigues?”.

• La silla te recuerda Mateo 23:6 “y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas”.

Y tu Biblia sobre la mesita de noche te avisa que es tu tiempo devocional, tu encuentro personal a solas con Dios, de forma privada, sin interrupciones ni distracciones. Ora a Dios, pídele que hable a tu corazón por medio de su Palabra. Ora por tu crecimiento y sabiduría espiritual. Pide ayuda para vivir en santidad. Reconoce tus pecados y clama a Él. Adora a Dios. Aprovecha bien el tiempo porque los días son malos (Efesios 5:16). “ Ciertamente Él viene en breve… La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todas nosotras. Amén” (Apocalipsis 22:20,21).

Abigail Rodes. Abril 2020.

Publicado en: Reflexiones

En las alas del viento

abril 1, 2020 by María Cots

Amigo, mi amigo el viento. ¿Qué noticias me traes hoy?

Tú, que recorres la tierra, me traes noticias de guerra, de desaliento y dolor.

Desde que el hombre ha tiempo en el Edén cayó,

el germen del mal y el odio anidó en su corazón,

y se conmovió la tierra y comprendió su dolor

cuando vio alzar la mano de Caín contra su hermano Abel.

Allí la guerra empezó.

Amigo, mi amigo el viento. ¿Qué noticias me traes hoy?

Son las mismas que de antaño.

Se hicieron siglos los años pero el hombre no cambió.

Cambian las formas, los tiempos, pasa la generación,

y en todo tiempo las generaciones decimos: somos diferentes,

pero Dios dice: NO, no hay cosa más parecida corazón y corazón,

igual que dos gotas de agua, iguales, iguales son.

Solo el hombre redimido deja de ser pecador,

y sin tocarle la ciencia, el hombre tiene conciencia que es nuevo su corazón.

Quedó prendido en el aire, y así transcurrido el tiempo lleva su mensaje el viento

para aquel que quiera oírlo: Amor… amor … Dios te ama.

Cristo luchaba y venció. Fue una batalla de muerte,

pero fue su amor fue tan fuerte que la batalla ganó.

Amigo, mi amigo el viento. ¿Qué noticias me traes hoy?

Que estés despierto y atento porque se acerca el momento en que volverá el Señor.

Tú, viento, sigue cantando en tu correr por la tierra la eterna canción de vida y gira,

gira con fuerza que es bella esa melodía porque dice:

Dios te ama, tienes tiempo todavía, y cuando llegue la noche y entres en su silencio,

se estremecerá tu alma cuando en un susurro el viento te diga:

Busca la vida, haz eterno este momento.

Tú, deja que tu oración vuele en las alas del viento y dile:

Yo te amo Dios, mas tú, mas tú me amaste primero.

Amigo, mi amigo el viento, cuando alabamos a Dios guarda silencio un momento.

María Cots

Publicado en: Reflexiones

Mientras esperas

abril 1, 2020 by Abigail Rodés

Los mineros de Chile estuvieron atrapados 69 días bajo 700 metros de tierra…

Los jugadores de rugby de Uruguay estuvieron a 3600 metros por un lapso de 72 días…

Los niños de Tailandia estuvieron atrapados en una cueva bajo el agua más de 12 días…

Todos ellos expuestos al frío, a la incomodidad, a la falta de alimento, a la incertidumbre, al dolor, al cansancio, a la muerte…

Y a nosotros nos piden que estemos en nuestras casas, a gusto, con nuestras comodidades, con energía y combustible, con provisiones, en muchos casos con la despensa llena, con agua suficiente para beber, hacer la comida o ducharnos. Con wifi, teléfono para comunicarnos con la familia y amigos, fibra óptica y un largo etcétera…

Refunfuñamos. Y renegamos cada día porque estamos aburridos, queremos salir a pasear, ir de excursión o emprender ese viaje que teníamos contratado.

Sin pensar que cada uno de nosotros estamos en el mejor lugar del mundo: en nuestra casa.

¡Quédate en casa! Disfruta de tu hogar y de los tuyos. No te agobies.

¡Quédate en casa! Ese lugar donde habitas, donde hay amor, seguridad y calma. Donde la familia se calienta y se alimenta, donde se crean buenos recuerdos. El término hogar proviene de palabras cuyo significado son “luz” y “faro”.

Ahora tenemos tiempo de reflexionar entre nosotros, sobre nuestra familia. Reconocer el valor, los dones, las virtudes de cada individuo que forma nuestro hogar.

¿Cómo es nuestra participación en nuestra escalera, vecindario, barrio o sociedad? ¿Qué transmitimos a nuestros hijos o nietos? ¿Cuál es nuestro legado? ¿Sabemos vivir en armonía, tolerancia y en amor? ¿Aprovechamos bien el tiempo porque los días son malos?

(Efesios 5:16).

* Mientras esperas a que se levante el estado de alarma…

* Mientras esperas que este régimen de medidas excepcional pase…

* Mientras esperas que el gobierno restablezca la normalidad… no veas la situación y tu entorno de forma trágica u horrible, sino como una nueva oportunidad para crecer, para ser luz.

Ora. Lee la Biblia. La incertidumbre, la preocupación social y económica, las medidas de prevención, el aislamiento no deben llevarte al desánimo.

¡Adora a Dios! Que su voluntad santa y perfecta se haga palpable en nuestras vidas. Seamos ese faro que alumbra, esa luz potente que orienta a todos en la noche oscura, para guiar a todos a buen puerto, a un buen destino, para iluminar el camino, cuando nos falta visibilidad.

Seamos guías y modelos de conducta para los cercanos y los que están más lejos.

¡Ánimo! Dios no es insensible a nuestro dolor ni indiferente a nuestro llanto. Dios sabe en qué circunstancias nos encontramos.

“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él” (1 Juan 1:5)

Él guía nuestra vida, y quiere llevarla a buen puerto. “Confía en Él y Él hará” (Salmo 37:5)

Abigail Rodes. Marzo 2020.

Publicado en: Reflexiones

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